De las mujeres que me han acompañado

Cuando era niña recuerdo que muchas pasaron por mi casa. Mi papá y mi mama trabajaban mucho. Tenían almacén en el pueblo, o sea una tienda donde se vendía de todo. Obvio tenían que trabajar duro ya que fuimos 11 hermanos, con lo cual, para mi mamá era estrictamente necesario tener un apoyo en las labores de la casa y así pasaron muchas mujeres que se hicieron parte de la familia. Rosa, Cristina, la sra de Cruz Chiquita -que me regañaba, porque le levantaba la tapa de la ollas al llegar de la escuela- y Mita Flor, la que me consentía y me hacía dulce de leche cortada.

Cuando formé familia aparte, siempre tuve mujeres que me apoyaron en la casa. José y yo trabajábamos duro y siempre necesitábamos de ellas. Así desfiló por mi casa Clemencia, mi comadre que todo lo hacía bien y rápido; la Sra Carmen, tan extraordinaria que me llevaba los sábados el desayuno a la cama. Las nanas de Betania: la Profe Juana -hoy Profe de verdad- y Jake, que hicieron de ella un ser más completo.

La nana de Carlitos, la sin igual Fidelina, con un olfato especial para los tiempos difíciles, que ya hasta decidía qué íbamos a comer. Y María, mi querida María, con una inteligencia pura, impecable para todo y divina ella.

A ellas y las que la memoria no me dejo recordar, ocupan un lugar privilegiado en mi corazón, sin ellas la vida no hubiese sido tan buena conmigo y hoy las honro con todo mi amor

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