Miriam, historia de un desarraigo(4de..)

in #cervantes6 years ago (edited)

Al fin en casa, su marido, estará a punto de llegar, que pereza no saber que cenar, por ella pondría algo de comida rápida en el micro, de lo que no tiene, sonrió, en casa, no se comen esas cosas, nada de alcohol ni de comidas precocinadas, tenía un pacto con su marido, los “vicios” fuera, en las escasas salidas que le dejaban sus ocupaciones y la crianza del hijo, si se deleitaban, normalmente acudían a algún tipo de evento cultural, tomaban una cerveza en alguna terraza, siempre fueron más de vinos, pero el auge de bares en las zonas más de moda, con negocios vinculados a la cerveza, más concretamente a la cerveza artesanal, fueron aclimatandose realmente a esos nuevos sabores y formas de espaciar una buena tarde.

Al principio, ninguno de los dos se hacía a los sabores, parecía que estaban bebiendo algún licor fuerte de hierbas, no se una presencia fuerte demasiado como ese olor de los conciertos de rock al aire libre a marihuana, pero más profunda, demasiado herbal se confesaron entre risas, pero después el paladar se hace, siguieron probando y bueno a día de hoy no es que se puedan autodenominar expertos pero bueno, habían desarrollado querencia por el buen gusto, y para qué engañarnos, son menos gaseosas(menos trastornos digestivos), se sirven menos frías(menos dolores de garganta, la profesión, lo exige), no suelen dejar resaca, sacian más por su intensidad el paladar, por lo que bebes menos y tienen unas presentaciones bastante más curradas que los vinos que por desgracia, suelen servir en la mayoría de los bares,pasados de fríos, sin matices y sin nombre ni apellidos la mayoría.
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Después de la cerveza, charla, algún paseo por esa ciudad que crece y es cambiante, que va siendo dominada por lenguas y rasgos ajenos a su mirada, aletargada durante años, según el grado de cansancio a veces tomaban una copa, siempre en algún sitio ajeno a las grandes masas, siempre marcas reconocibles para una gran audiencia, no eran de experimentos fuera de la cerveza, para la ginebra, tiraban de clásicos actualizados y en ocasiones veían una película en uno de los pocos lugares que quedaban con cine de autor.
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Ella tenía querencia por las películas en versión original, le molestaba tener que estar leyendo subtitulos, pero había descubierto que la interpretación de los actores no solo recae en sus gestos, guión y vestuario con el que se adornase la historia, la voz que importante era la voz,lo descubrió aquella vez que por caprichos del destino, en una de esas noches que ocasionalmente se desvelaba, puso la tele desesperada de inventar posibles fórmulas para poder dormir, y al final, rendida, acudió a la parilla digital donde reponian un clásico de esos de los noventa que no se cuantas veces habría podido ver, de scorsese, de palma, no sabía muy bien, cual, solo guardaba la memoria de aquella primera vez que sin saber ni quien era el director ni actores, solo por la portada y algún titular asi como sugerente le hizo coger la carátula, dársela al dependiente insoportable del videoclub de su barrio y notar el peso de las gruesas cintas de vhs en el tramo que iba desde el local a la casa, ver con gesto de disgusto que no venía rebobinada pero al menos la pegatina no parecía muy dañada, por lo cual, garantizaba al menos un buen visionado de la película.
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Pues eso, volvió al presente, la voz, la voz dice mucho, te permite anticipar quizás el personaje antes que lo desvelen las tramas o sus actos, incluso ese cambio de voz, un tono mas agudo o mas grave, mas brusco mas bronco, esos matices, son los que hacen que como ya he dicho, prefieriese las películas en versión original a algo más novedoso en un cine de estreno.

(Imágenes obtenidas de Pixabay.com)

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