El melillero

in #cervantes7 years ago

Tumbado en la playa, plácidamente, la llegada del melillero es un temor lejano en el tiempo, la distancia de la orilla es la adecuada, ni excesivamente cerca para ser devorado por el tsunami de malaga ni excesivamente lejos para que la seudoarena carbonice tus pies.

En la orilla, dos niños en traje de neopreno, hacen lo que pueden ante la planitud del mar con sus tablas, a media distancia, una gruesa capa de natas que junto a la baja temperatura del agua, disuade de cualquier intento de hacer algo ajeno a un chapuzón o remojada rápida, con la incertidumbre siempre latente de ser salpicado por los juegos de los niños, ajeno al concepto de que eres un animal de sangre fría.

Los tipicos castillos de arena, a esa hora han cogido humedad del suelo donde se aposentan, precipitandose al foso o medio derrumbandose, dando una imagen más malaguita imposible.

Alto nivel decibélico,llama mi atención, miro como siempre con fastidio, a izquierda y derecha, lo más típico de málaga, familias ultranumerosas comiendo,siempre comiendo, en la playa se come desde que se planta el palo de la sombrilla, aseguran un relevo heredando lo peor de cada casa. A la izquierda, un matrimonio miraba desangelado como el que ve reposiciones en un televisor, con la suficiente intensidad para hacerte sentir incomodo, pero con el suficiente distanciamiento para saber que te miran con la misma atencion que podrían ver un reportaje sobre fusión nuclear. Insensibilizados y ajenos a su ahuyante progenie, harta ya del bocata de pan reblandecido del día con paté rebosante de grasa como es preceptivo.

No entiendo que piensa un hombre que lleva una camiseta entallada sin mangas, mostrando tatuajes que parecen huir, una gorra insuficiente para cabezas que crecen lenta pero inexorablemente, gafas de sol sin protección,compradas a cualquier vendedor ambulante, imitacion de alguna de marca ya suficienmente hortera, que con la clonacion, no sale favorecida precisamente y bermudas desgastadas y ajustadas hasta el tobillo, peluco xxl y una lata de alguna cerveza triste sin gas y caliente ya en la mano.

Ella, viste con mas tino, pero esa camiseta larga y desgastada a medio camino entre la bata de la abuela y una camiseta de tirantas con una parte baja de bikini excesivamente pasada y apretada que remarca sus lorzas de embarazos no superados, ojos cansados enmarcados en un azul añil que le da un aspecto de panda tísico y un moño que resalta sus mas de tres dedos de raíz de un tinte que en su momento tampoco tuvo que ser nada del otro mundo.

Hastiado de su observación pasiva, extiendo mejor la toalla y giro a ver si la vociferante familia de la derecha pudiera proporcionarme momentos mas gratos, doy fé que lo consiguieron, reunidos alrededor de un tablero de parchís, enardecian cada tirada como si fuese, una jugada maestra de kasparov, con grandes aspavientos y voces desafinadas, entre el graznido de un cuervo y los anuncios pasados de volumen del spotify. Aqui la vestimenta era más básica, exaltados por la emoción que les producía la partida, solo bañadores y bikinis, reducidos a la mínima expresión sobre la carne morena rallada por estrías como bizcocho recien salido del horno.
Lo mejor llegó pronto, como un turno de pasapalabra empezaron a llamarse de puta cabron e hijo de puta entre padres e hijos, acto que acompañaban con grandes aspavientos, sonrisas de satifaccion como de una intimidad mal entendida. Estos al menos eran ajenos al todos los que los rodeaban y los bocadillos eran claramente superiores a los de la familia del lado izquierdo.

Al frente una estampa no esperada, una señora de una edad no muy definida pero claramente por encima de la sesentena, con la piel tostada y curtida como la de un piel roja después de la temporada de caza, dos coletas de un rubio imposible en una cabeza mas cana que otra cosa, ojos profundamente azules pero hundidos que delataban su posible procedencia extranjera, conectado con un cuello y un cuerpo mayor pero normal, hasta la altura de la cintura, donde alcanzaba una desproporcion grotesca, como si toda la grasa del universo hubiera decidido en ese momento concentrarse ahi, desbordando un bañador negro, con los rellenos vencidos haciendo mas esperpéntica la estampa. No me quitaba el ojo de encima, solo un momento para coger su toalla y esterilla y pasar a mi lado mirando como el que ve un pinguino artico en la playa. Rebusco en la mochila buscando algo con lo que disimular para pasar el apuro, parece que se aleja, bien, peligro superado.

Al momento estaba con su esterilla tendida tan cerca que me obligaba a levantarme hacia adelante puesto que no disponia de espacio para un pie tan grande como el mio. Su mirada fija en mi, una vuelta otra vuelta, porque me sigue mirando? Al rato soy capaz de sostener la mirada, en un torpe español mezclado con inglés me explica que se ha puesto ahi porque asi puede ver mejor la playa y tiene el camino despejado hacia la ducha. En una playa a menos del cincuenta por ciento de ocupación la explicación es cuanto menos que peregrina.

Intento concentrarme en la revista de muebles que estoy leyendo, no sé como pico todos los años con el catálogo de ikea cuando realmente lo unico que me importa de ellos son los dulces de canela y ver cuantas coca colas soy capaz de beberme con un solo vaso.. Cabeceo, dormito un poco, sueños raros, rafagas fugaces, sin duda fruto del sol y la sangría ingerida a intervalos regulares, siento sonidos raros, como de un animal pequeño quejandose, abro los ojos, intento que no se note que estoy despierto, la extranjera vieja de al lado, se ha desecho las coletas, peina su escaso pelo, una y otra vez, con fuerza hasta que consigue alisar el mismo a golpe de peine de carey, pero gime, no se porqué pero gime y me mira mientras hace eso. Después se pinta la boca con un rosa, que queda obsceno en su cara de manzana arrugada, como esas flores que salen en las puntas de los cactus tan ajena al resto del conjunto. Un rosa además mal pintado que desborda la boca y da un nuevo tono a los pelos del labio superior, pocos pero lo suficientemente largos. Lanza besos, se supone que es para distribuir el carmín, no mires concentrate en la revista, al final pico, vuelvo a mirar, se está ajustando la braga del bikini, un filete blanquecino rebosante de pelos blancos sobresale, una arcada hace al momento acto de presencia en mi boca, no me da tiempo a limpiarme la ola del melillero me cubre mezclando en la boca el sabor a vomito, arena y agua salada con ese tacto graso que le dan las natas.

Fue solo medio minuto, lo justo para empaparme y hacerme sentir la mierda mas grande del planeta. Cuando miré al lado de nuevo, no había rastro de ella, y empecé a echarla de menos.
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(Imagen obtenida de Pixabay.com)

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Muy buena historia, gracias por compartir con nuestra comunidad, cervantes apoyando el contenido de calidad y original

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