Desencuentros
Después de su enésima pelea con su pareja, esta vez en casa de sus padres, él se disponía a volver andando a su casa, no era mucha distancia, pero no le gustaba el tono, estaba enfadada, no entendía nada del porqué de sus enfados y además, él empezó a ir andando a una velocidad, que sus piernas, de ninguna de las maneras podría seguir.
La parada de taxis, estaba al lado, con lágrimas en los ojos, balbuceó al taxista la dirección, ni se fijo en la cara del chico, se dejó caer como un saco de patatas en el asiento,de atrás y se sumió en sus pensamientos de desesperanza y amargura, de no entender nada de lo que pasaba.
La relación, como tantas otras, se había ido deteriorando con el paso del tiempo, de la brillantez y el eclipsado inicial, donde todo era oropel buenas intenciones, había ido dando paso, en los siguientes cinco años, a un silente afecto, que trató de llenar con amor felino, primero uno, después otro, hasta alcanzar el poco sostenible número de cinco mascotas, todos gatos, todos machos, todos de razas distintas, todos sin raza.
Si es cierto que el caudal de dinero, disminuyó o quizás fue que aumentaron los gastos, no tenía ni idea cuanto era la hipoteca de la casa ni los recibos de luz, agua, internet y demás, nunca había sido buena con los número, se limitaba a darle una parte de su sueldo y desentenderse de la intendencia diaria.
Los fines de semana, como este, un día insoportable por cierto, por rutinario, en casa de sus padres, otro, liberador en casa de su madre, donde al menos sus hermanas, sus gritos, los nuevos amores de su hermano o la última ocurrencia de su abuela o su tía en relación de unas escasas propiedades que tenían en territorios de ultramar, la distraen de sus pensamientos, casi siempre tremebundos.
¿Es aquí señorita? La voz nasal y con acento indeterminado del taxista, la sacó de sus ensoñaciones, si, ya habían llegado, probablemente antes que él. Si, aquí es cuando se dispuso a pagar, se dio cuenta como otras veces, que no había echado la cartera, se había acostumbrado a que lo gestionase él todo y además el bolso que llevaba, era muy mono pero no cabía mucho más que las llaves y alguna que otra cosa imprescindible.
Balbuceó con tono suplicante, que se había dejado la cartera, que si podía hacer el favor de esperar a que subiese a la casa, donde quizás si tuviese algo de dinero, dos gruesos lagrimones,cayeron por sus mejillas, no tardó en quitarlos. El taxista, fue amable, le dio su número de teléfono, le dijo que no importaba, que tenía faena por delante, que no le compensaba esperar, ella bajó agradecida después de intercambiar los números, se sentía aliviada de que al menos algo hoy saliera, medianamente en condiciones.
Antes de irse el taxi, miró y vio al chico sonreír, se dispuso a subir brevemente en el asiento delantero, con la idea de dar dos besos de despedida, en agradecimiento de haber sido tan amable y considerado, el chico, seguía sonriendo, después de darle el primer beso en la mejilla, lo siguiente que notó fue su lengua en su boca, después de dar paso al estupor inicial, sintió un calor que no sentía desde no se cuando, le acompasó el beso, intentó no pensar en nada, no le dio lugar a ponerse cómoda, notó una mano poderosa directa que apartó sus bragas y acariciaba como si llevara toda la vida haciéndolo como si esa mano hubiera nacido para ello su oquedad empapada. No hubo esta vez lugar a la sorpresa, se acomodó a esa mano, fueron no sé diez quince segundos, un gemido primitivo como de un animal agonizante, escapó mientras se corría, con tal brevedad, el placer enervaba su cuerpo, su lengua paró. Él, seguía sonriendo, ella se acomodó la ropa interior, apenas movida, empapada eso sí. Ella también sonrió, nos veremos apenas le dio lugar a susurrar, nos veremos, dijo él y siguió su camino.
(Imágenes obtenidas de Pixabay.com)
Muy buen relato, gracias por compartir con nuestra comunidad.
Me gusto mucho, sigue asi:)
Quéee! Me gustó mucho, éxitos