Una ducha a lo bestia.

Gemí y le devolví la sonrisa. Lo quería en mi boca. Me agaché y me devoré su verga venosa, gruesa y resbalosa. Él se estremeció de placer y me pidió que se lo chupara más duro. Así que dejé de juguetear con mi lengua y me atraganté con ese pene duro, como toda una perra. Por un rato solo pude oírlo gemir, hasta que me levantó y me puso contra la puerta cristalina de la ducha para empezar a cogerme como un animal. Yo solté un grito. No sabía qué hacer. Le lamí la oreja y el cuello. El agua nos corría por todo el cuerpo.

Con cada gemido que yo hacía, sentía cómo su miembro se ponía más y más duro, mientras me penetraba bien hasta el fondo. Le pedí que me bajara. Necesitaba sentirlo más adentro. ¡Mucho más! Me soltó y yo salí de la ducha, para yo inclinarme sobre el lavamanos, dándole la espalda y levantando bien mi culito. Él no esperó, se vino contra mí y me empujó esa verga tan duro que me sacó un par de lágrimas. Además jugó sucio, aprovecho el jabón que tenía en los dedos para rozar mi clítoris con una velocidad increíble. Sentía como se me ponían los ojos blancos del puro placer. Los gritos debían oírse en toda la cuadra.

De repente, él lo sacó sin avisar. Estaba tan resbaloso que no me di cuenta de que lo puso en mi ano. Y sin más, lo introdujo sin reparo. Mi culo se extasió en una mezcla de dolor y placer, mientras yo gritaba a lo bestia. Estaba tan histérica. Me estaba dando como nunca. Me tomó del cabello y me inmovilizó para darse gusto con mi ano. Sentía el semen venir. Y como si leyera mi mente, lo sacó y soltó una cantidad basta de su leche caliente sobre mis nalgas adoloridas. ¡Se sintió tan bien! Volteé a ver su cara de satisfacción. Era divina. Pero él se quedó ahí de pie. Con una mano abrió el cajón bajo el lavamanos y sacó mi consolador. Sabía muy bien que yo lo guardaba ahí. Lo encendió al máximo y lo pegó contra mi clítoris. Volví a gritar, pero grité aún más fuerte cuando volvió a meter su pene en mi ano, que aún seguía eyaculando y estaba tan duro como antes. No pude resistirlo, me dejé ir y sentí un orgasmo que barrió todo mi cuerpo.

No supe si era por su verga dentro de mi culo, por lo tibio de su semen derramándose por mis nalgas o por aquel vibrador en una potencia infernal pegado a mi clítoris. Lo único que sabía era que había llegado al límite del placer. Al menos por ese día 💋