"El agujero negro" - Por K.E.
Hoy quiero contarles algo que me paso hace días. Estaba en mi casa y me dieron esas ganas locas de portarme mal, salir, distraerme... ¡Hacer algo indebido!
Yo no soy mujer de esperar a que me inviten, así que le escribí a un chico que siempre me llamó la atención y creo que yo también llamaba la suya porque enseguida me contestó.
—¿Qué quieres hacer hoy?
—Algo rico. Algo diferente —le respondí por texto.
Pasó por mí a las 9 de la noche. Lucía muy guapo y además usaba un perfume delicioso. Casi afrodisíaco. Me llevó a cenar a un caro restaurante de sushi, comimos hasta saciarnos. Luego fuimos a beber vino y a bailar como locos. Los pies nos dolían. Era más de medianoche cuando me preguntó si quería ir a su departamento. Sin vacilar le dije que sí.
No esperamos a entrar para besarnos. Con dificultad abrió la puerta y la cerró de un golpe luego de pasar. Terminamos tirados en el sofá, que además de espacioso era muy cómodo. Cuando me subió la temperatura y el vino me hizo sudar, me decidí. Ya sabía qué era eso mala conducta que quería hacer. Nos tocamos otro rato más y cuando ya estábamos desnudos, me le acerqué y le susurré al oído.
—¿Supiste lo de la foto del agujero negro?
Él puso una cara de desconcierto que me hizo reír. De verdad lo saqué de onda. Me miró extrañado mientras sostenía su verga en la mano.
—¿La viste o no? —le insistí.
—Sí, claro que la vi. Hace días andaba rondado por internet. Estuvo impresionante. Pero… ¿A qué viene eso?
Sonreí como una diablilla y enseguida me puse en 4, con el culo hacia arriba y me abrí las nalgas con las manos.
—Porque aquí tengo un agujerito negro que se muere por ser atravesado —le dije divertida.
Entre la sorpresa y el morbo, soltó una carcajada. Se acercó a mi culito y lo escupió delicadamente. Luego regó toda la saliva para lubricar y metió toda esa verga hasta el fondo. Mi grito de placer hizo eco en el departamento, mientras me penetraba una y otra vez con furia. Mi ano mojado hacía ruiditos viscosos con cada empuje suyo. Por varios minutos mantuvo el ritmo hasta que yo no pude más y me dejé ir con un orgasmo divino. Mis temblores le indicaron que ya se podía venir y se corrió dentro de mí para cerrar esa cogida con broche de oro. Su semen chorreaba calentito por mi ano mientras nos separábamos.
Esa noche dormí como nunca. Nadie me había cogido tan divino por el culito. Quedé bien agotada.