Aún hoy mi vida se trata de sobrevivir, aún en las noches despierto asustada. Recuerdo cuando todo empezó, yo no entendía nada. Había salido de clases temprano, mi mamá no había llegado a buscarme aún así que espere con mi compañera habitual la incertidumbre y algunos niños de mis clases que iniciaron uno de sus típicos juegos salvajes. No sabía que estaba pasando, jamás nos hacían salir temprano eran las 10 am. Yo era un poco solitaria, cosa que me importaba poco o nada. Todos siempre decían que era "muy madura para mi edad" Odiaba mi flequillo y mi cabello castaño era demasiado rebelde para mi gusto.

Estaba esperando en el patio delantero de la escuela en unos bancos cuando vi a mi hermano mayor bajar por las escaleras de la entrada. Él era el sueño de todas mis amigas, un pálido chico alto con cabello negro noche extremadamente sedoso y aunque todos pensaran que sus ojos eran negros, realmente eran marrones. Cuando corrí a abrazarlo un chico metió su pie a propósito y mi caída fue horrible, quedé estampada en el suelo como una panqueca. Aterricé con mi cara, mi mandíbula baja tomó el primer golpe haciendo un orificio por donde casi se me salen algunos dientes, en la enfermería me limpiaron y vendaron y por suerte mis dientes estaban aún en su lugar.

-¿Dónde está mamá? - Pregunté enojada.
-Está trabajando - Respondió mi hermano.

Cuando dejamos la escuela había una tensión en el ambiente que me presionaba el pecho, pude ver que en varios lugares estaban quemando cauchos, neumáticos, el olor a quemado era fuerte pero créanme cuando les digo que mi hermano hace muy bien su trabajo de tener 9 años cuando me está cuidando así que entre risas olvidé todo el caos y el camino a casa fue un parpadeo. Cuando entramos a casa olía a café y estaba tibia, mi mamá estaba llegando a casa justamente detrás de nosotros es la segunda persona más tierna del mundo la primera es mi abuela, su mamá. Ambas te dan el cielo y para todo tienen una solución, cada noche mi mami me contaba una historia y así duermía súper feliz.

Mi papá me da café, aunque realmente es leche caliente yo pretendo no saber y así juego con la mente de mis amigos al decirles que hago algo prohibido con un cómplice épico: ¡MI PAPÁ!

Estaba tomando el café con mi papá en su cuarto cuando mi otro hermano mayor llegó, extrañamente él es una versión un poco más baja de mi otro hermano el que me rescata de la escuela a veces.

-Ya empezaron -Dijo mirando fijamente a papá y se nos unió a tomar café.

Mi papá bajó su mirada y su expresión de felicidad cambió por completo.... Como yo no entendía nada de lo que estaba pasando simplemente continué relatando cómo casi perdí un diente en la escuela y como hicimos "Operación Venganza" buscando al chico que me hizo tropezar y darle una paliza. Por supuesto todos sabían que el final de la historia era más falso que mi suéter de Adidas. Colocaron mi música favorita: Los Beatles. Sonaba a todo volumen y en el siguiente minuto estábamos teniendo un karaoke familiar épico; mis dos hermanos se unieron y aunque su inglés era un poco desagradable su forma de bailar era genial, la voz de mi mamá era como de ángel y recordando esto me di cuenta que la felicidad es un montón de acciones y momentos que compartes con las personas que amas y es por eso que sólo con el hecho de compartir se hace real.

A la mañana siguiente mi mamá intentó llevarme a clases, como la escuela me quedaba muy cerca me podía llevar caminando con tranquilidad, pero esa mañana la ciudad estaba diferente, en cada esquina habian personas haciendo ruido y cerrando las calles... Un grupo de personas con batas blancas y carteles de colores que decían cosas que no pude leer bien discutían con un señor que intentaba pasar con su carro y cuando no obtuvo una respuesta positiva subió la acera y aceleró casi arrollando a todas las personas. Unos metros más allá pude ver unas personas en medio de la calle jugando dominó, me pareció rarísimo y ahí mi mamá se detuvo, decidió que nos devolviéramos; un sentimiento de terror me recorrió el cuerpo cuando un alma en pena decidió sacar una corneta gigante y hacer sonar la muy reconocida alarma de emergencias que a mis 9 años de edad la conocía como alarma contra bombas atómicas de la Segunda Guerra Mundial y por si no fuera poco una señora justo una esquina antes de mi casa había empezado a gritar:

-NOS ROBAN EL PAÍS. NO HAY COMIDA. NOS ASESINAN A LOS CHAMOS VALIENTES QUE SALEN A PELEAR POR NOSOTROS. - Y dijo muchísimas cosas más entre palabra y palabra gotas gigantes saladas limpiaban su cara.

Tenía la piel de gallina y recuerdo haber levantado la mirada, juro que vi lágrimas en el rostro de mamá. Esa semana no fui a clases, y la siguiente tampoco.. Y así pasaron mis días sin entender nada de lo que sucedía y por más que me explicaran mis soluciones inmediatas siempre eran demasiado inocentes.

En las noches las personas organizaban protestas y siempre lo vi como cuando celebraban la Copa Mundial de Fútbol: El ruido, la gente gritando, las explosiones diferentes.. Excepto que estas celebraciones eran todos los días y había constantemente un olor a quemado, habían incendios en todas partes. Todos los días por espacio de un mes más o menos a las 8pm exactamente mi familia salia al balcón del tercer piso donde vivíamos y golpeábamos sartenes y ollas para hacer ruido y todos a nuestro alrededor también lo hacían, en los pisos de arriba, en los de abajo y en las casas en los alrededores, los edificios cercanos.

A veces se quedaban amigos de la familia y amigos de sus amigos, venían siempre sucios, con golpes e incluso a veces disparos, para mí a veces era un poco triste tener que ayudar a atender estas personas. No sólo se quedaban en nuestra casa sino que se repartían por todo el edificio eramos como un hospital improvisado. Han pasado como 7 años, después de ese mes de problemas y protestas. Mi vida cambió por completo, eran tiempos de guerra que no entendía.

Una de esas noches cuando se habían calmado las explosiones y estabamos atendiendo a un grupo de muchachos que recien habían llegado se me ocurrió mirar por la ventana que daba a la avenida, el cielo estrellado se distinguía el humo se había dispersado el olor a quemado aún se percibía y luego lo noté: Formas moviéndose en el portón principal, no podía detallar bien que era esa forma grande aproximandose con lentitud, un grupo pequeño de personas tras él con armas largas.

-PAPÁ!! - Grité alarmada al entender la situación.

Los guardias que se suponía debían defendernos entraron en los edificios en nuestros apartamentos y se llevaron presos a todos, incluyendo mujeres embarazadas y hasta niños de tres años. Pasamos años en prisión, aún nos llaman presos políticos

Aún hoy mi vida es sobrevivir, en las noches despierto asustada. Tengo que dormir en el piso porque no puedo dormirme en la comodidad de mi cama, sé que sufrí de desnutrición o anemia, quizás ambas... No tengo dinero para pagarle a un doctor y si me quejo de la situación podría ir a la prisión de nuevo y eso es lo que menos quiero. Hay personas comiendo de la basura, aún hay personas en las cárceles y por supuesto hay miles de desaparecidos, mi casa se siente distinta me han drenado la niñez.

Lo único que puedo hacer es sufrir cada día cuando me despierto en el suelo, en la oscuridad con una pequeña sábana para arroparme.

Relato Original escrito y traducido por Jokossita