La curiosa ironía de la vida

Era un lunes en la noche cuando sucedió todo esto. Me encontraba caminando de regreso a casa luego del trabajo. La vida no podría ser más miserable, y como cada vez que empieza la semana, contaba los segundos para poder dar un descaso a la rutina, y esto solo era posible los fines de semana. Solo por que no trabajaba, y gracias a eso, podía tener algunos minutos de tiempo para mí. Estaba un señor mayor sentado en la acera de la calle por la que paso cada día. No le dí importancia, era el mismo viejo que estaba ahí siempre, así que casi ni lo ví. Al pasar, escuché una voz familiar y volteé.

Era yo mismo, con la cara arrugada y muchos años más de edad. El me dijo que me daría la oportunidad de cambiar algún momento de mi vida. Y yo, solo por curiosidad, y porque la vida era una mierda, cedí. Acepté, le dije el mometno que queria cambiar, y devolvimos el tiempo. La única condición de aquella trampa era que, no podría revertir nada, y si algo no me gustaba, la única salida era morir.

El yo viejo y arrugado sonrió y chasqueó los dedos. Me desperté, y estaba en un lugar que no reconocía, tenía miedo, parte de mi familia estaba muerta, vivía en otro lugar, con personas extrañas, y yo, era una persona totalmente diferente.

Me dolia horriblemente ver a mis amigos y familia. Por haber alterado una parte de mi vida no llegué nunca a conocer a ciertas personas y a vivir muchísimos momentos. Era quizás la persona más infeliz e impotente, y yo creía que mi anterior vida era una mierda. Así que ahora escribo esto, antes de morir, todo por ser un tonto que no valoró una vida, que, aún con mil dificultades, era perfecta.