Mi cita de esta semana: "Bolívar y la India de Naricual"

Muchos autores, intentando recrear la vida de nuestro Libertador, han hecho volar su imaginación y rompiendo la rigurosidad histórica, se han atrevido a fabular algunos pasajes que si bien pueden ser ciertos, nunca sabremos cómo se dieron realmente.

Uno de esos autores es Eduardo Palacios Sevillano, quien en su obra: "Bolívar de carne y eros" (de donde tomo esta cita) inmortaliza momentos muy privados de la historia sexual y erótica del padre de la patria.

Bolívar, en sus días finales, camino a Santa Marta donde daría su último respiro, delira de la fiebre y sus fieles acompañantes aprovechan, luego de otra dura jornada en los polvorientos caminos, al calor de la fogata y entre copas de vino, a sacarle historias de sus amores pasados que nunca hubiera confesado de encontrarse en plenitud de salud física y mental.

... Meditando y medio obstinado, caminaba por la ribera del Neverí cuyas aguas me provocaban, me quité la ropa y me lancé al agua. Nadaba a lo largo y a lo ancho, casi por una hora. De pronto, vi al frente un grupo de caimanes y me dirigí hacia un recodo del río, a una poza sombreada por unos tamarindos. Y cuál fue mi sorpresa, erigió de la poza, algo asustada, una hermosa doncella india. El vestido muy mojado se atemperó a su firme humanidad. Los pezones transparentados, con grandes aréolas, se mostraban serenos pero arrogantes.

La diosa de la poza -sonríen-, cuando me vio y para más cuentos, desnudo, se asustó. No me entendía cuando le decía que se calmara. Pensé era por el susto, pero no hablaba español. Cuando la tenía asida por los brazos me señalaba hacia el sector donde estaban los caimanes y profería expresiones, para mí extrañas: akaaraeu... apooto... Luego de un rato, de calmarla a mi modo, pasándole la mano por la cabeza, agarrándole la barbilla, en su mirada la sentí entregadita. Me confundiría con un shamán. Un gran shamán. O, por lo menos, el dios de los caimanes.

-Y no lo iba a sentir, mi general. !Shamán en Jefe¡ -las carcajadas se llenaron con las ocurrentes y mágicas expresiones.

Bolívar, muy sonriente, enmudece.

Mi dulce princesa india. Por el temor animal estaba temerosa por mí. Sudabas toda. Ese leve recostarme, a esa divinidad de ternura, me hizo vibrar. Mi diosa de Naricual. Al acariciar tu lisa cabellera negra, goteando cristales del río, coloqué tu rostro en el muslo, temblorosamente mío. Te levanté, ¿recuerdas? estabas un poco asustada y te pegué a mi cuerpo. Mayor susto al contacto viril. La empapada ropa emprendió a secarse con nuestras pieles. Nuestros poros. Sonreías con dulzura. Tus almendrados ojos casi se cerraban cuando tus labios no sabían qué hacer, hasta que los atrapé en mi mano y los apreté suavemente. Apurruñándolos a los lados, brotaron. Con mi lengua los circundé. Y posé los míos. Tus ojos sonreían más. Pedían más. Cubriendo los tuyos con los míos, los solté. Quedaron chupados. Al insertar mi lengua, abriste los ojos. Mi mirada, serena, te transmitió confianza... Me abrazaste y tus pechos comenzaron a quemarme.

Besé tu cuello. Bajé a un hombro y su seno, y del otro acariciaba su pezón. Alternaba ese placer, y tu cabeza se iba atrás, y volvía. Al éxtasis.

Me agarrabas el cuello y tu mano corría, arriba y abajo, por mi cabello. Sujetaba tu cintura. Al tocarte abajo, casi brincas. La acaricié. Al chamánico empuje, tus cálidas manos escalaban y bajaban mi espalda. Luego, esas apasionadas expresiones misteriosas... aküjkarü... aküjkarü..., de labios que caían cual cascadas. Máximo goce. Encuentro divino de dioses del amor. ¿verdad, mi princesa de Naricual?

Vuelto a la realidad. El general, físicamente agotado, transformado en hombre espiritualmente potenciado, continúa sus relatos.

Fuente: Libro "Bolívar de carne y eros" de Eduardo Palacios Sevillano, primera edición, 2007.

Hace aproximadamente una semana, la amiga @caths posteó un concurso de poesía erótica y comenté: "... Tu publicación y comentarios de ayer me dieron idea para una futura publicación mía. Voy a esperar el resultado de tu concurso, si gano, lo subo como contribución, si no gano, no importa, igual lo subo con el detalle de donde surgió la idea." Aún cuando no gané... lo prometido es deuda.