Me gustan las papas fritas con sal, pero la papa no es salada en estricto rigor, por eso bien dije que me gustaban las saladas comidas. Ahora bien, no me gustan las comidas saladas, pues todo a lo que se vierta sal provoca el deterioro de la salud.

Me encanta el huevo, tanto que no tendría problemas en comerlo todos los días, siempre cuidándome de no echarle tanta sal. Sea huevo frito, huevo duro o huevo revuelto...; sin embargo, no creo que sea saludable consumirlo todos los días, vaya a saber yo.

Me encantan también la cebolla y el ajo. Puedo incluso comer ajo como fruta, es decir, como quien consume una manzana. La cebolla, por su parte, la puedo consumir cocida o cruda, de las dos formas me fascinan.

Me encantan también los productos envasados como las ramitas o las papas fritas, alimentos no naturales muy consumidos por los niños. Pero yo sigo siendo niño, a pesar de los cuarenta y tantos años que tengo a cuestas.

¡Ah!, me gusta mucho también el aceite y el vinagre en las ensaladas. En mi casa mi padre es un experto en la preparación de las mismas, a las que les agrega orégano. Prepara también el pebre, que sazona muy bien, como con locoto, entre otros ingredientes.

¿Si acaso sé cocinar? Pues, el arroz es mi especialidad, lo único que cocino con frecuencia, así de «buen» cocinero es este chileno.

Hasta hace no mucho tiempo consumía vinagre, aceite y un poco de sal a cucharadas, para que vea usted que soy diferente. ¿Que estoy loco de remate? Bueno, tal vez eso lo crea usted, pero yo no engaño a nadie, menos a mí mismo. Ya me han dicho que soy honesto: ¿fuiste tú, @LisFabian o fuiste tú, @Sacra97?