Esta boca sedienta de verano

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¿Por que nadie me dijo que una palabra deja sus acentos de amor en la primera vez y,
la voz puede no ser voz sin el sonido de quien escribe o la emite?

Boca de algodón que desiste y da gritos en la oscuridad,
música que nos preserva el momento, el despropósito, la manera de hilar la risa en el espacio de la sala,
donde recordamos alguna posibilidad de la niñez a la vuelta de lo conveniente.
La virtud necesaria para merecer un minuto que te invada algún recuerdo: Una casa, una calle de lo que dejaste y fuiste.
La presencia de las cosas amadas,

igual a solas como esta vieja guitarra que tocas con las manos de treinta años atras,
los amores indecisos, permisivos en el madero que ahora sin sentido arrinconas, dejas a toda sed; en el frío amarillo de una resaca.

Olvido: perfectamente justificado sin dar cuenta de lo que fuiste en la mediatez de la soledad.
Y , que fue para ti el mas preciso de los momentos,
ahora que nadie viene y la lluvia esta lejos de tu ventana y tus pertenencias.
Uno es insistente en el desvelo, en la finalidad y la inocencia y, ella es caja sonora antes los ojos, un trueno recostado en la diestra de tu cuerpo: desnuda como una mujer descalza y en la playa.
Ella te da la compañía como si miles de poemas sueltos volaran en hojas de girasoles buscando una orientación en el viento.

Esta boca canta sus sequias en la musica, palabra capaz de grabar en su alma los sueños huérfanos: el desamor, el desafecto.

Guitarra: dame la nota de los viejos ratos que esta tarde me aborrece y, puedo sufrir sin esperarlo,
dame lo posible de esta ausencia, el rasgo de la incertideumbre.

Mañana sonaras en la pared rendida al abandono, mañana no te sere fiel a la hendidura de mis dedos, no quiero que maltoquen tu contorno de barniz oscuro, quiero que brilles en mi corazon que insistentemente desea convencerte.

Si alguien me dijera: todo lo semejante, lo inmediato en el dormido tiempo de tus notas,
esta noche podría tener un color violeta, podría llover en las alas de un grillo que de lejos se esconde en las flores de cayena, podría llover y escribiría una canción que me bulle en el cuerpo: solo tu y yo somos un secreto rítmico,
articulado cuando el compás es redondo en el silencio.

Guitarra: armadura sin clavijas, blanca, negra: tiempo denominador,
hay tantos poetas en la tierra pero tu me prefieres!.
Se que la hora es insana sobre tus costados y, la noche una orilla de cuerpo desolado; pero tu me prefieres;
bosquejando las borracheras, porque mi impaciencia te observa en el clavo donde cuelgas desvestida y triste.
Tu me prefieres sin tus sedas agustinas, desde que sonaste en la cabellera de Pedro Ruiz, rota en el sudor de unas copas que impresionaron la medida de mis culpas, cavilando el desperfecto de un amor insonoro a la altura de los grandes suicidas.
Tu, en un costado de mi brazo sin tocarte con la mitad de un ejecutante inexacto: descabellado y loco, indicándome una pobre naturaleza bemolada, sin desearme: arropadita duermes desesperada cuando te malbesan y maltocan y ahi, nos entendemos en una conversacion inagotable.
Porque bien sabes que en cada lengua hay un largo cuchillo, un mal dolor que mancha el contenido