Cultivar la inteligencia emocional de nuestros hijos

Todos queremos lo mejor para nuestros hijos, que crezcan felices y seguros de sí mismos, esto lo podemos conseguir desarrollando en ellos la inteligencia emocional, desde temprana edad.

La familia juega un papel importante en el desarrollo de las emociones, un bebé imita todo lo que hacen los miembros de esta, por eso es necesario, ser cautelosos con las acciones y dar el ejemplo. Una actitud cordial, de respeto, confianza, sinceridad y amor, le da al pequeño la madurez que necesita.

La disciplina es necesaria porque va a facilitar la convivencia sana en la familia (recoger los juguetes, arreglar la cama, cepillarse los dientes), esta debe ser eficiente y constante, parece tarea sencilla, quizás sin importancia, pero va a repercutir en el desarrollo de su primera etapa.

Los niños antes del año y medio necesitan afecto y cuidado, comienzan a tener sus primeras rabietas, es bueno darles mensajes positivos y ayudarlos a canalizar sus emociones. Cuando llegan a la edad de dos años, van a tener más interacción con adultos y niños, queda de nuestra parte darle las herramientas para tener relaciones sanas con los demás.

La comunicación es primordial, hay que hablar con nuestros hijos de sus emociones y enseñarlos a expresarlas, alentarlos a decir qué les molesta, preguntarles cómo se sienten y ayudarlos a razonar. La mejor forma de estimularlos es mostrarles dibujos, fotografías, hacer juegos de alegría, miedo, tristeza y rabia, para que aprendan a identificar sus emociones y las de los demás.

La finalidad de cultivar la inteligencia emocional a temprana edad, permite a nuestros hijos, tener una sana autoestima, reconocer sus emociones, ser tolerantes ante la frustración y resolver problemas. Llegando a ser adultos felices.