La vida versus libertad. CAPÍTULO I

Cuando es iniciado el deseo.
(Primera parte)

En un día muy común, la vida de una joven que desde hace tiempo recorre de forma acelerada, decidió por fin cambiarle el rumbo de su vaivén toda entusiasmada. De pronto limitó sus responsabilidades a solo una, ella misma ¿Tarea sencilla? -No- respondió la joven sin falsedad alguna.

Esta vez, le ha tocado abrirse al mundo y en ello, conocer culturas, costumbres y lo más asombroso, relacionarse con otras personas de diferentes entornos. De camino hacia el metro, pues el tráfico se encontraba congestionado, se le acerca un joven cuya intención es un tanto permanente y se notaba emocionado:

-¡Hola! el tráfico colapsado, eh!

Ella, intentando elevar su mirada percata la belleza curiosa de su acompañante, desde su cabello, sus labios y hasta su ardiente color de piel despampanante. En vez de responderle, le pregunta:

-¿Cuál es tu nombre? -Con rostro de asombro-

-Javier, un placer.

La conversación parecía haber finalizado, hasta que él le comenta en tono relajado:

-No me has dicho como te llamas.

-No me lo has preguntado. -Hablando con sarcasmo-

Ambos bajaron la tensión del momento a raíz de sonrisas traviesas y sin remordimiento.

-Me llaman Violetta, puedes llamarme así tú también.

Por un segundo él no entendía el porqué dijo su seudónimo y no su verdadero nombre, pero, no le tomó importancia; estaba encantado del carisma de la chica que responde con ansias.

Las intenciones de ambos se cruzaron y por ende sus conversaciones se dieron fluida e intensamente. Desde amoríos pasados, forma de vivir y hasta intereses. Él siente fascinación por el azul, es seguidor del deporte y tiene talento para el baile como medio de expresión corporal. Ella encuentra atractivo el color turquesa, su fuerte es la lectura y escritura, y desde pequeña utiliza el dibujo como arte para embellecer, poetizar el entorno que la rodea. Eran totalmente diferentes, pero ¿Qué importa? estaban solo para escucharse.

¡Era impresionante el acercamiento! sin darse cuenta el tiempo les había jugado una de las suyas. Parecía estático el momento, hasta que, se asomó aquel silencio perturbante. Sin más remedio, él se acerca hasta su hombro, buscando susurrar palabras sinceras y en cuanto fue lograda su meta, confesó haberla encontrado fascinante y con una excitante forma de ser. Le encantaría volver a cruzarse con ella en su camino, pero esta vez, para convertirla en su destino.

Ella no dejaba de sentir satisfacción mientras le oía, sabía que tarde o temprano algo en su vida le cambiaría; así que decidió detener el tranvía, dejándole dicho:

-Vine hasta aquí para buscar más significados, mas no a detener mi trayecto -en su rostro se dibujó una sonrisa- si lo que expresas es real y contundente, y estás dispuesto a seguir la libertad, entonces espero que nuestro encuentro sea eminente.

Se presentó una leve despedida entre los dos y él:

-Espero volver a verte.

Darle una definición a una situación es conseguir un final a toda historia. Por eso, ella espera llenarse de más vivencias y vivirlas de forma perpetua, sin contradictoria.