CINCO AVES EN SU PIEL

in #cervantes6 years ago (edited)
La brisa fresca de la mañana se filtraba con suavidad a través del ventanal de doble hoja corrediza que permanecía semiabierto en aquella habitación de hotel donde terminé la noche anterior. Las cortinas pálidas y casi traslúcidas se movían inyectadas de luz y recargadas vehementemente por la corriente de aire que se apoderaba de sus fibras. Parte del recinto estaba inmerso entre un silencio innatural y los sonidos externos, convirtiéndolo en un anfiteatro de voces sinfónicas desentonadas y melodías sin personalidad.

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Foto del autor

     Desperté desorientado. Mis ojos se abrieron instantáneamente, pero mi mente aún estaba en un estado de sopor, somnolienta y desenergizada, mientras mis huesos, mis músculos y mis nervios no respondían a ningún estímulo sensorial ni impulso nervioso. Mis retinas recibieron una cuantía de luz que me obligó a parpadear repetidas veces para acostumbrarlas al destello matutino; varias imágenes ingresaron a través de ellas como datos adjuntos que iban a mi banco de memoria para procesarlas. Tras reconocer algunos objetos comencé a recordar los detalles que me condujeron hasta ese lugar. Pero antes de continuar con los recuerdos me incorporé, me senté en el orillo de la cama y giré la mitad de mi cuerpo hacia el otro extremo, y allí estaba.

     Su silueta femenina era un paisaje de perfección más que de vanidad, un universo repleto de privilegios y atributos, una paleta de colores que mezclaban tonos de belleza y naturalidad y que despertaban en mí romance y deseo, ternura e instinto animal, amor y pecado. Ausculté su cuerpo semidesnudo ampliamente con la mirada pero además con el alma. Me gustaba lo que veía, tanto que desconocía la cantidad de emociones y sentimientos que revoloteaban en mi cabeza y se apretujaban en mi pecho. Lo que sentí no lo había sentido jamás. Tantas palabras que necesariamente eran otorgadas de manera voluntaria por un corazón y recibidas de igual modo por otro.

          El tiempo, los encuentros y las circunstancias nos sirvieron de testigos. Atestiguaron nuestras motivaciones, nuestras ganas, nuestros besos, nuestras caricias, nuestras miradas, nuestra alegría, nuestro enamoramiento. No era lo que sentíamos sino cómo lo sentíamos, porque desde nuestra perspectiva lo nuestro era único, el acto más maravilloso de la vida. Pudimos haber dudado, pudimos habernos tambaleado, incluso, torcido y quebrado en el camino, pero no nos lo permitimos; sólo nos llenamos de optimismo, de cosas positivas, de esperanza y de paciencia.

     Me quedé allí observándola durante unos minutos más. Pensé. Pensé en lo diferentes que eramos a simple vista pero también en cuán parecidas eran nuestras almas. Pensé en su carácter y en mi temperamento, en su fe y en mi voluntad. Sonreí. Recordé cómo reaccionaban nuestras manos cuando jugaban a tocarse, cómo se estremecían su piel y la mía cuando se rozaban sutil y sustancialmente.

     ¿Amor a primera vista? No sé cómo llamar a algo así. Lo que sí sé es que lo que ocurrió aquella noche de noviembre entre ella y yo fue como la fuerza de gravedad, esa que atrae mutuamente un cuerpo sobre otro, o como la fuerza electromagnética que también atrae pero con una forma de fusión sinérgica. Así ocurrió nuestra atracción y se formó nuestro vínculo.

     Las sábanas, que sólo cubrían una porción de su cuerpo, la tapaban desde la cintura hasta más abajo de las caderas. Su espalda estaba desnuda y sobre ella se notaba una caterva de lunares y pecas que resaltaban sobre su piel. Entre sus omóplatos un tatuaje: cinco aves agrupadas en vuelo, en sentido vertical y en forma curvada, que representaban su pasión por la libertad. Y es que el significado de esa libertad no era otra cosa que el deseo de amar y ser amada. Quería sentirse libre, libre de entregar su corazón sin pretextos ni negaciones; libre de olvidar las heridas del pasado que sólo dejan dolor y tristeza; libre de sonreír, de comenzar una vida nueva y ser feliz. Yo simplemente deseé ser el motivo de su sonrisa, la inspiración de su vida y la razón de su felicidad como ya lo eran las cinco aves en su piel.
Sort:  

Que manera tan romántica y ensoñadora cuentas tu relato, nos vas envolviendo en ese ambiente relajado y lleno de luz, para terminar con esto: "Yo simplemente deseé ser el motivo de su sonrisa, la inspiración de su vida y la razón de su felicidad como ya lo eran las cinco aves en su piel". Las palabras sobran y encanto invade.

Definitivamente. "Cinco aves en su piel" es una historia profundamente romántica que cuando la lees te traslada a ese preciso momento, a esa escena y hace que todo lo que eres te incite vivirlo tanto o más que los personajes subjetivos que subyacen en el relato.

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