Mi cuerpo me pedía más de eso qué, en su totalidad era malo, pero satisfacía mis deseos.
No quería defraudar a los que me siguen ni mucho menos a todos esos que confían en mí y alegan mi bienestar.
Salgo de la inundación. Camino un poco y observo el panorama. Todo estaba tranquilo. Mis nervios se asoman cada vez más y acompañados del ''BUM BUM'' de mi corazón presiento que algo no saldrá bien. Era de noche y todo estaba en silencio, cualquier grillo y croar de ranas era posible su localización inmediata, sea por intuición o por buen oído.

Rectifico y asumo mi soledad. Miro a la derecha, nadie, hago lo mismo con la izquierda y nadie.

Fin del cometido.

Las pistas están por doquier. En el ambiente se siente lo tenso que estoy, por suerte estoy sólo. Cierro las puertas, borrar las pistas de mí, y vuelvo a mi cueva, obscura e intima.

Siento que me miran. Mis ojos se notan cansados. Siento regaños y malas palabras que caen sobre mí. No hay nadie.
Las pistas son evidentes.
El grifo que derrama desesperación y ansiedad se abre y comienza a chorrear líquido de sentimientos ahogados de mí.

La agitación de mis pies hace que choque hasta con lo invisible. Estoy confundido. Todo parece estar bien, pero dentro de mi está esa voz que dice: ''Está mal''.

Me duermo. Y en mi mente comienza ese ciclo que nunca acaba. Piensa y reflexiona. No llores. Me digo a mi mismo una serie de cosas que al parecer no me calman.

¡Quédate quieto, idiota, ya todo está bien!

El océano está dentro de mí y la brisa hace que las olas desprendan pedazos de mi ser. La arena raspa mis conductos y mi nariz pide explicación. Mis pulmones agitados, mi corazón grita y mi mente me recalca.
¿Qué sucede ahora?
Todo estaba bien. Todo estaba calmado. Al parecer siempre el problema está dentro.
Este es el fin de la fina capa de tranquilidad que había creado.
Ya no más. Es mi fin.

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Otro relato dónde mis sentimientos salen a flor de piel.

Me gustaría contar con su apoyo. Gracias, por todo.
Espero sea de su agrado.