Nunca Pierdas el Amor

in #cervantes6 years ago (edited)
¡Hola mis amigos de steemit! Esta vez les vengo a contar una historia que se me ocurrió un día de mucho silencio y nostalgia, espero logren llegar a la esencia de la historia. Es conmovedora y apasionada, como esos amores que son amor y pasión en una sola mezcla...

Mi vida está llena de momentos fuertes a nivel emocional que no me han ayudado con mi sensibilidad, pero hoy liberaré mi alma en un par de poemas guardados en páginas viejas y amarillas.


Never let the events reveal the sensitivity, is the most precious thing we have. Love to be excited by girls things is wonderful.

Anónimo

"Nunca dejes que los eventos revelen tu sensibilidad, es la cosa más preciosa que tenemos. Amar ser emocionado por cosas de chicas es hermoso."

Anónimo

no sabes.

No sabes lo feliz que me haces

No sabes lo feliz que me haces
Cuando sonríes, al darte una flor
No sabes lo feliz que me haces
Cuando tus ojos me hablan de amor
Si supieras que tanto valoro ese amor
Tan bello que me guardas tú
Si supieras que es mi gran tesoro
Que tanto añoro como quieres tú
Y aunque no podemos unir este
Amor, yo seré tu dueña y aunque no
Podamos vivir este amor, serás tu mi
Sueño...


La Plaza [Relato][Contenido explícito]

Eduardo volvió en sí de súbito, no prestó mucha atención ya que estaba consciente que de vez en cuando lo visitaban ciertas lagunas mentales. Se encontraba en el apartamento de Isabel, con quien ya había estado saliendo a escondidas para tratar de no despertar sospecha alguna en el cerebro de su novia formal.

Isabel era su desahogo, su refugio y espacio para drenar sus conflictos psicológicos y sentimentales. Sus tertulias comenzaban con té y se profundizaban con hierba, que fumaban en la pipa obsequiada a Isabel por sus amigos rastas, luego todo estallaba en risas, palabras sin coherencia, besos y sexo duro.
En la mañana los despertó una violenta sensación de hambre, nada que no pudiese solucionar la harina, queso, jamón y un tostiarepas. Casi todos los sábados solía hacer eso con Isabel, el resto de los días estaba con Sofía su novia desde hace 3 años, con la cual no había terminado, argumentando cierta sensación que mezclaba tiempo, gratitud, lastima y que no era más que costumbre.

Eran las 9:00pm en la casa de Sofía, Eduardo veía un programa en Discovery mientras se bañaba su concubina, hablaron un rato sobre cualquier cosa, Sofía cargaba puesta la pijama que hacía comprender el cómo podía retener a un tipo como él, así reflexivo, meditabundo, complejo, en fin tan distinto por 3 años.
Sus senos grandes y lozanos sometían la pequeña blusa a su máxima elasticidad y los shorts dejaban ver un poco de sus divinas nalgas, la mirada de Eduardo se torna fija, asesina, lujuriosa. Es entonces cuando la enviste y le da la vuelta, ella todavía no comprende su proceder pero le gusta. Él le besa el cuello mientras le penetra con dureza, ella gime y todavía no entiende, luego suave la penetra por detrás y después fuerte, ella gime de dolor, placer y algo confusa le suplica que no pare. A los minutos ella se arrodilla y sumisa pero con actitud chupa el miembro endurecido de Eduardo con tal delicia que él derrama todo lo que tiene en la boca de Sofía, que con aires de pornostar traga con gestos libidinosos.
Pasaron algunos minutos mientras Sofía se lavaba, Eduardo somnoliento por la causa de la dopamina que le produjo el orgasmo abre los brazos en un gesto paterno, ella lo ve, sonríe a medias y va con él, luego le dice: “Eduardo te amo… ¿me amas también?” Él se aturde, apenas disimula la incomodidad que provocó la pregunta y responde un vacilante “por supuesto amor… no sé cómo lo preguntas” mientras por su mente desfilan las imágenes y momentos de desenfreno y excesos con Isabel, siente como pellizcos en la conciencia.

Es lunes 8:00am, Eduardo se levanta, desayuna, se lava los dientes y se va no sin antes pasar por la cama, darle un beso en la mejilla a Sofía; sale, enciende un cigarrillo y se sienta en una plaza del centro, decide no ir a trabajar para visitar a Isabel más tarde.
Mientras descansa en el banco de la plaza contempla la gente, el ir y venir, los caminos, el bullicio, la prisa de las masas. El no entiende, es distinto, no comprende la ciudad, piensa que su existencia debe ser provechosa para los demás y para sí mismo, pero a la vez deduce que nacemos para vivir, herir, amar, mentir, hacer bien y hacer daño, también cree que demasiado bien es malo al igual que demasiado mal. Todo obedece a un equilibrio incomprensible para los humanos, Eduardo piensa que enloquecerá debido a que ya no ama a Sofía pero la quiere, y siente algo por Isabel más allá de la amistad y la atracción, es solo un turbio manantial su mente.

10:30am llega al apartamento de Isabel, la abraza y entra. Ella lo inunda de simpatía, su cabellera negra y lisa, sus facciones delicadas, ojos negros profundos, su rostro blanco, sus labios rosados y discretos hacen sentir en Eduardo cierta plenitud, ella lo ama pero sabe que no debe aferrarse a imposibles.
Se recostaron un rato en el sofá, hablaban de música mientras escuchaban Heart Breaker de Led Zeppelin, ella se levanta, le dice: “espera, te traeré algo que preparé”, Eduardo lanza una mirada analítica e inquisitiva a las justas proporciones del cuerpo de Isabel visto de espaldas, ella vuelve con un pudín de chocolate, que la da probar de forma picara con su dedo, el accede con dobles intenciones, en un torpe movimiento Eduardo hace que la taza con pudin que Isabel sostenía se le cayera justo en el centro de sus pequeños pero hermosos senos, se miran fijamente, el pide disculpas, se vuelven a mirar, ella siente como se aceleran sus latidos, de pronto ambos comprenden que el razonamiento es inútil en algunas circunstancias, Eduardo se precipita en sus pechos comienza a lamer y chupar con sincronismo magistral mientras a su vez siente como se endurecen los pezones en sus labios, ella gime y se excita cada vez más y va acariciando la dureza de Eduardo, su boca se hace agua, siente demasiada saliva debajo de su lengua, no se contiene y de un tirón le arranca los pantalones, sin vacilar se mete el fornido miembro en lo profundo de su discreta boca, le encanta, lo disfruta, juega con su lengua, mordisquea suave y chupa con velocidad, lo mira de rodillas y le suplica que acabe en su cara, Eduardo parece delirar, sus gestos febriles le indican a Isabel que está próximo, ella acelera con su boca, hasta que siente el espeso y caliente liquido confundirse con su saliva, lo saca de su boca y el resto cae en sus mejillas, a él le tiemblan las piernas, ella está poseída por la lujuria pero sabe que ha dejado fuera de combate a Eduardo por un rato.
Ambos se van a lavar, bromean sobre sus conductas, se abrazan, se miran a los ojos, se muestran afecto y Eduardo comienza a sentir eso que llaman amor. Entonces piensa que eso viene siendo como la gente que va con prisa en la ciudad, como los caminos, los ruidos, y tantas cosas que vienen y que van. De pronto vuelve en sí bruscamente, Isabel le pregunta: “en que pensabas?” y él responde: “en nada”…

El reloj marca las 3:00pm, Eduardo decide que debe irse, no sin antes estrechar fuerte a Isabel y prometer que el sábado vuelva como siempre.

De regreso a su domicilio, pasa de nuevo por la plaza donde descansó antes de ir a casa de Isabel, decide volver a sentarse en uno de esos bancos. Eduardo piensa que a veces, piensa demasiado, enciende un cigarrillo y se percata que del otro lado de la calle se encuentra un internado para enfermos mentales, por un momento centra su atención en el lugar, por una extraña razón se siente atraído, inexplicable magnetismo, ¿tal vez un deja vú? No lo sabe... Puede distinguir a lo lejos a un hombre de su edad, aferrado a las rejas del internado, en milésimas de segundos las dos miradas se encuentran, el hombre se queda mirándolo fijamente, Eduardo con una sensación de nervio solo se le ocurre agitar una mano en señal de saludo. De repente... todo se desploma en una alucinación, todo parece desvanecerse, le falta el aliento, delira, siente que muere y se desintegra en una ilusión…

Eduardo volvió en sí de súbito, no se prestó mucha atención, aferrado a las rejas de un internado para enfermos mentales, observaba fijamente a un hombre de su edad, que agitaba la mano en señal de saludo, sentado en la plaza que estaba al otro lado de la calle. Eduardo pensaba demasiado.

Adriana Castañeda



Fotografía Adriana Castañeda

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muy sensible y conmovedor tu relato!!

gracias amiga que bueno que te gusto esa es la idea que legue a las personas amantes de la buena lectura como tu, espero poder publicar mas de este estilo la semana próxima y de avifauna si la pagina me lo permite publico algo hoy asi que pendiente para que lo leas..

gracias por el apoyo. espero sigas leyendo mis articulos que pronto estaré publicando mas de este estilo..

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