CUANDO BORONDONGO MATÓ A CONGO
Todos hemos oído la canción de Celia Cruz, que dice “Songo le dio a Borondongo…” pero este post no se refiere precisamente a esos personajes. Se trata, no de Songo, sino de Congo, que a pesar de no ser una persona, un ser mortal, ha muerto y no con criterio para covid-19.
Me refiero a una localidad que estaba ubicada en el Sur del lago del estado Zulia, Venezuela y era un hermoso pueblo de agua. Sí señores, murió Congo Mirador, que ahora es un pueblo fantasma, al que solo acompaña algún relámpago, que como luz intermitente alumbra el abandono y la desolación de un pueblo que una vez fue y ya no será nunca más.
A pesar que siempre tuve entre ceja y ceja visitarlo, no pude conocer ese mítico lugar, ni admirar el relámpago del Catatumbo desde sus palafíticas casas. Me tuve que conformar con una película muy triste, que narra cómo fue muriendo un pueblo de mengua, tanto por obra de la naturaleza, así como por la indolencia de los gobernantes y a la desidia de sus habitantes.
Causa impotencia decirlo, mas ya no hay nada que hacer, no sé si ese pueblo pudo haberse salvado, si este desastre se pudo haber evitado o si por el contrario, era inevitable su fin. Las cosas fueron ocurriendo antes los ojos de todos, y cuando quisieron reaccionar ya era tarde. Ahora nos toca ver el relámpago del Catatumbo, desde lejanos parajes, encontrar otros miradores, pero creo que ninguno será como ese. Era un sitio mágico, sus bellas mujeres eran sirenas que se volvieron hembras. Sus varones tritones que vinieron a desposarse.
La suerte del país, pareciera que está ligada a la de los pueblos de agua, no es casualidad que el nombre Venezuela tenga ese origen. Y tampoco lo es, que así como están muriendo los pueblos de agua, está muriendo el país. Todo esto, ante nuestros ojos sin que hagamos nada para remediarlo o lo que es peor, matándolo nosotros mismos con nuestro desamor e indiferencia, como otros Borondongos cualquiera.
Ese pueblo, donde se podía admirar uno de los fenómenos más portentosos del mundo, donde los resplandores naturales en las noches, parecían fuegos artificiales lanzados por Dios, lamentablemente ya no existe.