Amor verdadero parte I
Todo comenzó con un simple «hola». Pasaron muchos días, quizás meses, para esperar su respuesta y sí respondió. En ese momento mi corazón comenzó a latir muy fuerte, de una forma extraña, y pude notar que mi estómago sentía vibraciones que nunca he sentido. Me dije a mi mismo «ten calma y responde con un ¿cómo estás?». Ella responde que no muy bien, en ese momento le respondí éstas palabras «no quiero entrometerme en tus problemas ni que pienses que soy un entrometido valga la redundancia, pero, quiero ayudarte. Sé que no nos conocemos muy bien para tener una confianza tan grande de llegar y contar nuestros problemas. No me conoces, no te conozco, pero arriesgarse es una opción y quiero tenerla en este momento. Leeré cada palabra que me quieras expresar, seré del todo sincero al momento de responder, si gustas hablaremos de lo que deseas y si no, me disculpo por ser irrespetuoso al momento de escribirle».
Pasan unos minutos.
Yo nunca en mi vida había sentido tantas ganas de responderle a alguien, y de poder ayudar, puedo decir que me sentí vivo e útil para esa persona. Al ver su respuesta mi corazón no paraba de latir.
Ella responde
«¿Te gustaría una cita hoy?»
Dude en responder pero me arme de valor
«Sí, claro, no hay problema. ¿Dónde nos podemos encontrar? »
No respondió por unos minutos así que me hice la idea de que ya estaba mejor cuando de repente volvió a responder.
«Nos podemos ver en el parque, a las 12.00 AM»
Todos en mi casa están dormidos, estoy solo en mi habitación me digo a mi mismo; vamos, alguien te necesita. Tome mucho valor y salí por la ventana de mi habitación. El parque quedaba a unos cuantos metros de mi casa, las calles eran muy solas, muy frías y llegaban a ser espeluznantes.
Camine unos cuantos metros más, al llegar no vi a nadie en el lugar de encuentro, me llene de ira y me sentí engañado.
«Eres un estúpido ¿cómo puedes caer en una broma así tan fácil? Fue mala idea escribirle a esa chica sólo porque viste algo en ella que la hace diferente al resto» Me dije a mi mismo.
Al darme la vuelta para dirigirme a mi casa pude visualizar a la chica que me gritaba diciendo «¡Hey, espera! Perdón por hacerte esperar, no te vayas. »
Al escuchar su voz sentí algo muy cálido en mi estómago y en mi pecho. Mis manos comenzaron a sudar cuando nunca lo habían hecho.
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