Homúnculo (microrelato)

Esta historia que relataré será breve. Los secretos de esta pequeña ciudad pueden ser de todo menos ínfimos y humildes, esto que aconteció no hace mucho causó tal impacto que heló la sangre de todos los habitantes después de saberse.

Yo conocía a Henry del trabajo, aunque no éramos cercanos por su personalidad introvertida y asocial, era conocido por ser muy brillante, trabajaba horas laborales y horas extras en el departamento de biología de la universidad de Monte Quebrado.

Sus trabajos rudimentarios eran excelentes proyectos que despertaban la curiosidad de quienes lo rodeaban. Pero Henry no compartía sus investigaciones y con celoso secreto no permitía que nadie los viera.

Nunca interactuamos con él, no sabíamos si tenía familia o amigos, o alguna pareja, solo estábamos limitados a darle los saludos y las despedidas por cortesía en nuestro trabajo, y para eso si era bastante afable.

Lo terrible ocurrió un día cuando Henry quiso combinar todos sus conocimientos científicos con sus conocimientos esotéricos de magia y hechicería. Se decía también, que era un prodigioso lector del antiguo arte de la alquimia.

Poco sé de eso pero si sé que es cierto. Henry tuvo la osadía y también la desdicha de iniciar un proyecto que hasta el día de hoy, no sabemos si le ha costado la vida. Quería ser un dios entre hombres, utilizando poderes ancestrales y de incalculables consecuencias para ello.

No sé muy bien que ingredientes usó para su proeza, pero estoy seguro que entre ellos incluía partes frescas de reptiles y anfibios. Esto lo sé gracias a que testigos aseguraron verlo salir del laboratorio con varias cajas llevándose a todos estos animales.

Inició su locura una noche, ya teniendo todo preparado. Usó elementos con extraños ritos que profesaban horror a cualquiera que lo hubiera visto, empleando sus nuevas y negras facultades, infringiendo las leyes divinas de Dios.

Aunque tuvo varios tropiezos logró su cometido gracias a su persistencia ¡Había creado vida! Y aunque su primera reacción fue de alegría la segunda fue de exaltante horror.

Huyó despavorido hacia su cocina después de vislumbrar perfectamente a su creación. Ver aquella criatura era como desvanecerse en la temible oscuridad. Tenía la piel oscura y rasposa, y negra como el carbón.

Sus órganos estaban salidos, escurridos pero funcionales. Solo poseía una extremidad, con la cual se apoyaba para arrastrarse, dejando un camino amarillento y viscoso. Su cola era de un reptil y en su grotesca cabeza volteada estaba su boca con afilados e infinitos dientes que ocupaban toda su garganta.

No tenía ojos, solo dos aberturas donde chorreaba más de ese viscoso líquido amarillo. No medía más de un metro y medio y solo emitía gemidos agónicos. Henry estaba paralizado y casi devorado por el miedo, al ver aquella nefasta aberración arrastrarse hacia él.

Su reacción ante aquella situación fue en extremo radical, al incendiar todo su apartamento solo por erradicar a aquel ser que parecía salido del averno. Después de ese día no se supo más de Henry.

Se corrió la noticia por supuesto y muchas personas crearon sus teorías. Hay personas que dicen que Henry murió ese día, calcinado por las llamas. Otros dicen que sobrevivió y que fue encontrado por agentes del gobierno que le tenían un seguimiento riguroso.

Otros dicen que no fueron agentes del gobierno, sino más bien, miembros de alguna logia secreta que secuestró a Henry para extraerle sus conocimientos.

Sea cual fuese su paradero la verdad es que no se supo más de él. Dentro de unos días se cumplirá un mes desde aquella fatídica noche, y de una cosa estoy muy seguro, es que a Henry, no lo volveremos a ver jamás.