¿De qué va el desarrollo humano? (II)
Estimados lectores, esta es la segunda entrega de la serie que inicié con mi anterior post acerca del enfoque del desarrollo humano y el auge que éste ha tenido desde finales del siglo XX hasta nuestros días; verbigracia, la declaración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030), que establece claros lineamientos para las instancias de poder público y privado, así como para organizaciones de la sociedad civil acerca de cómo planificar el desarrollo con criterios distintos a los tradicionales relacionados con el PIB y otros indicadores econométricos.
Mientras, el reacomodo de las ideologías que llevó tras de sí la caída del Muro de Berlín afloró nuevas utopías con banderas ecologistas. Dije además que los criterios “desarrollistas” y las “recetas monetaristas” no dieron los resultados esperados para salir del “subdesarrollo”. Al contrario, reforzaron la pobreza y fueron caldo de cultivo de nuevas expresiones de populismo que generaron mayor dependencia de los gobiernos y menor autonomía para la gente.
Sobre todo por el tema ambiental, los primeros cambios de paradigmas del desarrollo se dieron en los 70. En 1975, se publica el Informe Dag Hammarskjöld “Qué hacer: Otro desarrollo”, mientras que organismos multilaterales impulsan el enfoque de las necesidades básicas. De hecho, uno de los parámetros para medir la pobreza es el de necesidades básicas insatisfechas (NBI), que en teoría permite a los gobiernos apuntar sus planes de inversión en obras de infraestructura y en educación para el beneficio de su población.
El desarrollo a escala humana, otra perspectiva de la calidad de vida
A finales de los 80, Manfred Max Neef, Premio Nobel Alternativo de Economía, lanzó su teoría del desarrollo a escala humana en la que explica la constante histórica de nuestra especie de satisfacer necesidades, algo que también se estudia en la economía, sólo que Max Neef hace una clasificación de las necesidades humanas entre existenciales (ser, tener, hacer y estar) y axiológicas (subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad y libertad). Desde esta perspectiva se adentra en la complejidad del ser humano y sus varias dimensiones, con énfasis en lo cualitativo. Es una innovación en materia de desarrollo, cambia el ángulo de visión: por ejemplo, la alimentación y el abrigo, no son necesidades sino satisfactores de la necesidad de subsistencia.
Max Neef ha escrito unos ensayos interesantes sobre la transdisciplinariedad, y una efectiva aplicación de su enfoque implica necesariamente el concurso de varias disciplinas, porque un problema integral, debe abordarse de manera integral. Nos dice el profesor Max Neef que:
Sólo un enfoque transdisciplinario nos permite comprender, por ejemplo, de qué manera la política, la economía y la salud han convergido hacia una encrucijada. Descubrimos, así, casos cada vez más numerosos donde la mala salud es el resultado de la mala política y de la mala economía. Si las políticas económicas diseñadas por economistas, afectan –como, de hecho, lo hacen– a la totalidad de una sociedad, los economistas ya no pueden pretender que su única preocupación son los problemas económicos. Tal pretensión sería poco ética, puesto que implicaría asumir la responsabilidad por la acción, pero no por las consecuencias de la acción. (Max Neef, 1993, pp. 39 y 40)
En enfoques de desarrollo humano como este, el concepto de calidad de vida adquiere dimensiones distintas a las asociadas con la salud o los bienes materiales. Mientras mayor posibilidad de satisfacer necesidades tenga la gente, pues, más calidad de vida tendrá. Así, podremos comprender el importante papel que juegan los gobiernos, pero también el sector privado y sobre todo, las organizaciones no gubernamentales, porque en la medida en que hay mayor autonomía de la gente (con trabajo en colectivo, se entiende) para satisfacer sus necesidades, se estará llevando a cabo un proceso de desarrollo a escala humana.
Las necesidades son finitas, Max Neef identifica 13, pero sus “satisfactores” son infinitos. Un solo satisfactor puede atender más de una necesidad, y una sola necesidad podría requerir de varios satisfactores. ¡Vaya retruécano!
Valga un ejemplo como ilustración. Cuando una madre le da el pecho a su bebé, a través de ese acto, contribuye a que la criatura reciba satisfacción simultánea para sus necesidades de subsistencia, protección, afecto e identidad. La situación es obviamente distinta si el bebé es alimentado de manera más mecánica. (Max Neef, op. cit. p. 42)
En este enfoque, también se redimensiona la definición de la pobreza. Se es pobre no sólo por la escasez de dinero o la falta de una vivienda. El filósofo chileno nos habla en este sentido de pobrezas (en plural), en la medida en que haya necesidades no satisfechas y esté comprometida la calidad de vida como él la define. Hay pobreza de subsistencia si la gente no tiene qué comer o cómo protegerse del frío; de protección, cuando la violencia urbana sitia a los ciudadanos o cuando los sistemas de salud no funcionan debidamente; de afecto, cuando hay autoritarismo o cuando las personas son explotadas laboralmente; de entendimiento, cuando la educación es mediocre; de participación, cuando la gente no decide sobre su destino o cuando se segregan a las mujeres o los analfabetos.
Prestemos atención: las necesidades son limitadas pero sus satisfactores pueden ser muchos e incluso, varían con el tiempo. Una persona en estado de soledad porque ha perdido a su familia, puede tener comprometida la necesidad de afecto. Pero también, puede experimentar una pobreza de participación si no logra interrelacionarse con otros o de identidad si se ve forzada a migrar a otro país con una cultura distinta a la suya. Hace tres décadas, cuando no había Internet como la conocemos hoy, no era importante estar conectado, no había un satisfactor web para satisfacer la necesidad de afecto, pongamos por caso, la de hablar con seres queridos en distancias remotas; ni había un satisfactor de la necesidad de entendimiento como la educación virtual, por ejemplo. Recordemos que las necesidades humanas siempre son las mismas: antes, en el presente y en el futuro, pero los satisafctores pueden -y de hecho es así-, variar. Lo subjetivo y los valores culturales son también determinantes en este sentido.
Pero, ¿por qué Venezuela tiene buen puntaje de desarrollo humano según el PNUD?
Con lo visto hasta ahora, podemos caer en cuenta de que el desarrollo humano (ya les dije en el anterior post que hay varios enfoques) no puede entenderse solamente desde los parámetros del PNUD y su Índice de Desarrollo Humano (IDH), que aunque muy útil, se centra sólo en tres indicadores: nivel educativo, esperanza de una vida larga y saludable, y acceso a bienes para una vida mínimamente decente.
Por eso, podemos extrañarnos que un país como Venezuela en su última medición del año 2017 haya alcanzado un número en el ranking latinoamericano por encima de Brasil, Perú y Colombia. Un absurdo, si tomamos en cuenta que el éxodo de venezolanos hacia esos países en búsqueda de mejores condiciones de vida es muy grande.
¿Por qué ocurre eso? Pues porque esas mediciones del PNUD no se hacen de manera directa con la población sino que se obtienen de cifras que les dan los gobiernos (son a su vez los representantes del PNUD) de sus propias mediciones y de los programas de inversión en esas tres áreas. Así, se pudo haber hecho una inversión cuantiosa en fabricar hospitales o escuelas, en aumentar la matrícula estudiantil, pero eso no es indicativo de que la salud o la educación sean buenas o que realmente satisfagan necesidades de la gente en los términos que plantean Max Neef y otros reconocidos intelectuales que se ocupan del tema del desarrollo.
En la próxima entrega, les hablaré de otras perspectivas del desarrollo humano. Veremos algunos de los retos que tiene la humanidad, y algunas contradicciones que alimentan el debate sobre tan sensible tema.
Gracias por leerme.
Fuente:
Manfred Max Neef. 1993. Desarrollo a escala humana, conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones. Con colaboración de Antonio Elizalde y Martin Hopenhayn. Nordan Comunidad. Montevideo, Uruguay.
Magistral post @tresminotauros de la manera que lo expresas se me hace entendible y digerible. Es verdad que las necesidades son las mismas, pero sus satisfactores varian. Y dependiendo de como se apliquen estas medidas de satifaccion se puede cubrir a un buen numero de personas. A decir verdad las empresas o los gobiernos juegan con estas necesidades, usando o crean nuevo satifactores.
Estimado amigo, qué bueno que hayas captado la esencia de la propuesta. De eso se trata, de ir tendiendo puentes para que se impulsen proyectos de desarrollo humano.
Gracias por leer @ricardo993.
Saludos.
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Definitivamente el Desarrollo Humano no se puede medir en números y lo que expones sobre los indicadores de Venezuela es la prueba de ello. Excelente post.
Hola Ivy, qué bueno saber de ti. Muchas gracias por leer y comentar. Mañana nos veremos en el canal Discord.
un abrazo.
Gracias por compartir este post; necesidades y satisfaceres, difícil dilema de resolver, pero eso precisamente logrará el desarrollo humano ¡Cuanto nos falta!
Así es @elvigia, con el desarrollo humano ocurre lo mismo que con los derechos humanos: no son metas sino conquistas permanentes, hay que estar constantemente ganando espacios. Por eso son progresivos.
Un abrazo.
Cubrir las necesidades básicas definitivamente aumenta cierto punto el desarrollo, pero creo que a la humanidad le hace más falta cubrir las necesidades del alma, saludos
Claro amiga, por eso, Max Neef habla de dos tipos de necesidades: las existenciales y las axiológicas.
Gracias por leer, @odalysrivero