El escondite (Parte 1 – relato)

Esta vez llego fuera de tiempo, aun así me voy a permitir el gusto de enseñaros este relato que he empezado a escribir a partir de la imagen de @rahesi. Como llego tarde al concurso, me salté las reglas referentes a título, limitaciones de palabras, tags… Y me puse manos a la obra con una idea que me rondaba la cabeza, sobre esta historia:

El escondite (Parte 1)

Era una tarde veraniega como tantas otras, menos por un pequeño detalle: no había luz. Y aunque todavía era de día, pronto llegaría el tan esperado ocaso. Coco, Jimbo, Yaky y yo esperábamos a unos veinte metros de la casa. Papá y mamá de viaje, sólo los chicos y el abuelo. Pan comido.

El tranquilo Green Valley - imagen cortesía de @rahesi

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  - ¿Jugamos al escondite? –Selena mostraba su habitual descaro, una actitud desenfadada que solía acompañarla.

Sus dos hermanos menores saltaron de excitación. Les encantaba jugar con Selena a cualquier cosa. El abuelo estaba sentado en el sillón principal de la sala de estar. Tomaba un té rojo y leía el diario con pausa, como si no tuviera nada más que hacer que estar ahí y echar un ojo de vez en cuando a sus nietos. Que de hecho era justo lo que pasaba. Los niños corrieron nerviosos a buscar un escondite adecuado. Algún rincón de la casa donde su hermana no pudiera encontrarlos.

  - Abuelo… ¿juegas? –dijo el mayor de los gemelos, Julio. Era exactamente tres minutos mayor que su hermano. Y mucho más rubio.

  - No. Voy a ir un momento a la tienda, a por velas. Cuando se haga de noche tendremos que alumbrarnos con algo, y podremos contar historias… –el abuelo aulló en un débil intento de imitar a algún monstruo imaginario, pero apenas pudo impresionar a los chicos, que salieron corriendo entre risas en busca de ese lugar perfecto para ocultarse– ¡Selena estás a cargo!

  - ¡Valeeeee! Tres, cuatro, cinco… –la chica aceleró la cuenta–… doce, trece… ¡y veinte!¡Allá voy!

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Pongo música, algo de Lordi valdrá. Yaky saca las anfetas. Coco está nerviosa, siempre se pone frenética. Jimbo salta desde los asientos traseros de la furgo hasta el maletero, le gusta revisar.

  - ¿Vamos ya? Fíjate, el viejo sale. Si nos damos prisa cuando vuelva encontrará una bonita sorpresa. –Coco es la peor de todos.

  - Espera, cuando vuelva. No vamos a correr riesgos. –yo, sin embargo, soy bastante más cuidadoso. Ciertamente no sé cómo se las apañarían estos sin mí.

Esta no es nuestra primera vez, es algo que nos encanta. Barrios ricos, pudientes y molientes. Vigilar, decidir y actuar. Esperar el momento adecuado. Reparto de juguetes: los cuchillos de Coco, el hacha de Jimbo, el bate de Yaky y mi espada. Me encanta mi espada, la traje de Japón en un viaje de placer que hice hace unos años. Una Hattori de acero y carbono… espectacular.

Fuente de la imagen

La verdad es que somos unos putos sádicos.

Veo como el abuelo regresa, entra en casa. Ya está anocheciendo y parece que el suministro de luz no vuelve. Genial. Arranco la furgoneta, entraremos por la parte trasera. Estas cosas me excitan. Mierda, todavía no hemos entrado y ya me estoy poniendo cachondo. Esa chica, Selena, dieciséis añitos… ñam, ¡ñam! Atlética, guapa. Seguro es una de las más populares de su instituto. Tierna, suave, no puedo esperar a tenerla bajo mi afilado sable.

Fin de la primera parte

Sí señor, este es mi intento de probar un terror podrido, sádico. En un tono suave para este inicio, tono que intentaré aumentar en la segunda parte. Espero que no se me vaya de las manos.