El faro de Eilean Mor - Parte Final (Inspirado en un hecho real)

in #castellano6 years ago (edited)





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—Un día como hoy, 15 de diciembre de 1900, sucedió algo inexplicable en esa isla que acabamos de dejar, todo lo que voy a contar se lo relató mi abuelo, Joseph Moore, a mi padre cuando este tenía doce años y luego él me lo contó a mí.
Corría el año de 1900, era una fría noche de diciembre y Joseph Moore discute con su esposa, él le había prometido que estaría con su familia en las navidades pero había sido llamado para reincorporarse a trabajar al día siguiente. Moore trabajaba como guardián de faros, o farero, tenía veintinueve años de edad y un poco más de un año trabajando para la Junta de Señalización Marítima del Norte (JSMN), lo habían asignado para relevar a uno de los guardianes del faro de la isla de Eilean Mor.



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Los guardianes de faros llevaban una vida muy dura, ellos permanecían meses enteros, a veces hasta más de un año, aislados en los faros ubicados en islas solitarias, pero para esa época ese trabajo era muy bien remunerado, un farero como Joseph Moore podía ganar hasta catorce libras esterlinas por mes, y conseguir un empleo en Escocia con igual paga era muy difícil en esos años.

—Diles que no irás, o que te permitan hacer el relevo después de Navidad —dice la angustiada esposa.

—Eso no es posible amor, sabes bien como es este trabajo, necesitamos el dinero y este año no nos ha ido muy bien,
—dice Moore tratando de calmar a su esposa

—Realmente no sé Joseph, te la pasas mucho tiempo afuera, deberías dejar ese trabajo.

—Vamos a ahorrar dinero, en dos años me retiraré de este trabajo, no creas que me gusta ausentarme durante tanto tiempo, —dijo Moore mientras suavizaba con sus pulgares un talismán que siempre llevaba consigo cuando iba a trabajar.

El jueves 20 de diciembre Joseph Moore llegó al puerto de la isla Lewis, de allí se embarcaría en el Haperus capitaneado por el viejo lobo de mar Jim Harvie, que lo llevaría a la isla de Eilean Mor.

—No podremos zarpar hoy, hay un horrible temporal —dice Harvie acariciándose su pequeña barba—. Las olas son enormes, esperemos que mejore el tiempo.



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Moore miró hacia el atracadero, pero no pudo ver nada, el torrencial aguacero era demasiado intenso. Al día siguiente el tiempo mejoró un poco, pero aun era muy peligroso zarpar Harvie conocía muy bien lo traicioneras de esas aguas.

—Esperemos hasta mañana —dijo el capitán.

El tercer día el tiempo empeoró, el mar estaba más agitado que nunca y esto comenzó a preocupar a Harvie y a Moore.

—Parece que el mar no nos dejará zarpar hoy tampoco, —dijo Moore.

El capitán del Hasperus no mencionó palabra alguna, pero Moore observó que el viejo lobo estaba muy inquieto, Harvie se quedaba mirando la furia de las olas que chocaban contra la costa.

En el faro de la isla de Eilean Mor estaba a 30 kilómetros de la isla de Lewis, allí los esperaban tres guardianes, James Ducat, Donald McArtur y Thomas Marshall este último era el que iba a ser sustituido por Moore, ellos eran los encargados del funcionamiento y mantenimiento del faro. El Hesperus era el contacto de los fareros con el mundo exterior, este barco le llevaría las provisiones, las cartas de sus esposas, hijos y familiares pero el mal tiempo parecía no querer mejorar.

El 25 de diciembre día de navidad el mar no daba tregua, ningún barco en el muelle de la isla de Lewis había podido zarpar, el Hesperus llevaba cinco días de retraso. Moore se lamentaba de estar aún en tierra cerca de su familia y no poder estar con ellos, debía quedarse hasta que cambiaran las condiciones climáticas y poder embarcarse en el barco, todos los tripulantes estaban en una casa propiedad de la JSMN que estaba muy cerca del puerto, ellos salían todas las mañanas con la intención de navegar hacia la isla, esperaban horas enteras que el mar los dejara zarpar, entonces volvían frustrados de nuevo a la casa.

—Hacía mucho tiempo que no veía un mar tan picado con olas tan grandes —dijo el capitán Harvie.

—Sí, parece una tormenta interminable —dijo uno de los marineros.

La tarde del miércoles 26 de diciembre el mar cesó su furia, al fin los hombres podrían salir del muelle y emprender su viaje hacia el faro de la isla de Eilean Mor. Navegando en las gélidas aguas del Atlántico Norte el capitán Harvie comenzó a tranquilizarse, llevaba seis días de retraso, había sido el mayor retraso que había tenido en todos sus años de trabajo.

Dentro del barco los marineros tomaban bebidas calientes y conversaban sobre la tormenta y las condiciones del mar.

—Oye Moore, ¿es la primera vez que vas a ese faro? —preguntó uno de los marineros cambiando el tema de conversación.

—Sí, es mi primera vez en Elian Mor —contestó Moore.

—¿Sabes lo que se dice de las islas que forman las Flannan?

—Sí, sé que muchos barcos han encallado en sus enormes rocas y por eso han construido ese nuevo faro.

—Sí, es cierto, pero también dicen que esa isla está maldita.

Todos los hombres comenzaron a reír a carcajadas, Moore también lo hizo segundos después de haber hecho un silencio preocupante, él luego salió hacia la proa auxiliar del barco, se quedó allí balanceándose con la nave, ya la isla estaba a la vista. Pasaron unos minutos y el barco se acercó al muelle, en ese momento Moore se percató de que la bandera de bienvenida no había sido izada por los fareros, “debieron olvidar la bandera”, pensó Moore.

Moore no le quitaba los ojos al faro, esperando que los fareros izaran la bandera, pero esto no ocurría, luego el capitán Harvie se puso a su lado mirando también hacia el faro.

—Qué extraño, —dijo Harvei.

—Quizás olvidaron la bandera —dijo Moore—. Capitán creo que ellos no nos han visto llegar, recuerde que nos esperaban hace seis días atrás.

—¡Toquen el silbato del barco! —ordenó el capitán

El sonido del silbato hizo volar muchas aves alrededor de la isla, pero no había señales de los tres guardianes, esto preocupó mucho a los marineros, principalmente al capitán y a Moore.

—¡Qué rayos sucede! —gritó Harvie, desesperado el capitán buscó una pistola de bengalas y lanzó una esperando llamar la atención de los hombres, pero todo era inútil, en el faro no se veía nadie.

—Moore, baja con el bote y desembarca en la isla, deben estar dormidos o algo así, reportaré esto a la JSMN, —dijo el capitán Harvie más preocupado que enojado—. Busca a tus compañeros.

Moore comenzó lentamente a remar hacia la isla, al llegar a la zona de atraque bajó del bote y al poner un pie en la isla sintió una extraña sensación, el frío del lugar se hizo más intenso, Moore terminó de desembarcar y comenzó a subir hacia el faro, todo lo que ocurría le dio muy mala espina, entonces él quiso sentir en su cuello la cadena que llevaba su talismán de la buena suerte pero se percató que no lo llevaba consigo.

—Maldición, dejé el talismán en Lewis —dijo Moore para sí mismo mientras seguía penosamente subiendo las escalinatas hechas de piedra.

Cuando Moore llegó a torre del faro se dio cuenta que la puerta estaba totalmente cerrada, inquieto y agobiado comenzó a gritar

—¡Ducat!, !McArtur!, !Marshall! abran la puerta.

Pero no escuchaba respuesta alguna, sólo se escuchaba el chillido de los pájaros y las olas que chocaban en las rocas, Moore aterrado decidió regresar inmediatamente al Hasperus.

Desde el barco, Harvie y los marineros veían como Moore regresaba solo en el bote, esto llenó de mucha preocupación al capitán. Al llegar al Hasperus Moore informó a Harvie de lo ocurrido.

—Esto no puede ser —dijo el capitán poniéndose su mano izquierda en su rostro deslizándola hasta su barba y agarrándola con fuerza como queriéndosela arrancar—. Moore debes volver al faro, irás con cuatro de los marineros que te ayudarán a buscar a los fareros esa isla está desierta, ellos tienen que estar en algún lado.

Al llegar de nuevo a la torre Moore y sus ayudantes lograron abrir la puerta, en el interior del faro todo parecía estar en orden, pero al llegar a la cocina Moore se dio cuenta que algo terrible había sucedido, allí descubrió que el reloj de pared se había detenido a las dos en punto, y que una de las sillas estaba volcada en el suelo como si alguien se hubiera levantado con prisa, sobre la mesa había comida a medio consumir y las cenizas de la chimenea estaban frías, parecía que ni siquiera habían dormido en sus camas.

Moore y los marineros buscaron desesperadamente por todo el faro pero no consiguieron señales de los tres guardianes habían desaparecido sin dejar rastro. El mecanismo del faro parecía funcionar correctamente, el último reporte en el diario de anotaciones era de la mañana del 15 de diciembre y no informaba nada fuera de lo corriente, sin embargo, uno de lo impermeables estaba colgando en el vestíbulo, ¿dónde estaban los otros dos?, ¿había salido uno de los hombres en un frío y húmedo día de diciembre vestido con ropas ligeras?, y si así fuera ¿porqué lo hizo?, Moore sabía bien que las reglas de los guardianes prohibían expresamente que el faro nunca podía quedar solo, al menos un hombre siempre tenía que estar en su interior, entonces ¿qué había incitado a los hombres a desobedecer una regla tan estricta?, Moore y sus ayudantes solo podían especular.

—Deben estar muertos o vivos en algún lugar de la isla —sugirió uno de los marineros. —Busquemos por todo el lugar.

Los hombres peinaron la isla de punta a punta y no consiguieron señal de vida. Llenos de intriga y temor Moore y sus ayudantes decidieron volver al Hasperus y contar lo sucedido al capitán Harvie, era algo inexplicable como tres hombres en una isla desierta habían desaparecido. Los hombres bajaban la pendiente para tomar el bote, estaban totalmente callados y asombrados con la experiencia, repentinamente desde lo alto de una roca vieron tres grandes pájaros negros que parecían observarlos, tenían una forma extraña y siniestra.

—Nunca había visto ese tipo de pájaros —dijo uno de los marineros.

Luego los hombres se embarcaron rápidamente en el bote, ellos no dejaban de observar a los tres pájaros, estos les causaban un intenso temor y se sentían amenazados por las misteriosas aves. Cuando comenzaron a remar las aves se tiraron en picada sobre el mar, pero Moore notó algo sumamente inusual, vio que cuando las aves chocaron contra el agua y se sumergieron, no se produjo ningún tipo de ruido, ninguna onda, ni siquiera una burbuja de aire, cosas que suceden siempre cuando algo hace contacto con el agua, pareciera que hubiesen desaparecido, Moore hizo dos veces la señal de la cruz seguido de sus acompañantes, luego llenos de terror comenzaron a remar rápidamente hasta el Hesperus.

El capitán Harvie no podía creer lo narrado por Moore y los marineros, inmediatamente volvió a la isla de Lewis envió un telegrama con el nefasto mensaje a la JSMN:


“Ha ocurrido un horrible accidente en las Flannan. Los tres guardianes Ducat, Marshall y McArthur han desaparecido de la isla”

Luego de una investigación llevada a cabo por la JSMN no se llegó a nada concluyente, solo posibles teorías de lo que debió sucederle a los tres guardianes, una de ellas era que los tres hombres fueron víctimas de una ola gigante que los sorprendió fuera del faro y los arrastró hacia el mar, pero esa explicación no satisfizo a todo el mundo, habían demasiadas preguntas sin respuestas ¿por qué no había sido devuelto ningún cuerpo a tierra como solía ocurrir en esos casos?, ¿cómo era posible que hombres tan experimentados fueran atrapados y arrastrados por una ola? y ¿por qué dos de los hombres llevaban impermeables mientras uno de ellos vestía sin protección del frío y la humedad?.

Todas estas preguntas se las hacía Joseph Moore que conocía bien a esos hombres, sabía que eran muy experimentados y profesionales, que eran hombres que conocían muy bien los envites del mar. Pero ahora, si ellos habían desaparecido ¿qué día sucedió? En tierra había un observador que se encargaba de verificar que las luces del faro estuviesen encendidas, él aseguró que los destellos luminosos del faro no se veían desde el 15 de diciembre, sin embargo pensó que había sido por el mal tiempo que no podía ver la luz, cosa que había pasado anteriormente, y por esa razón no lo reportó.

La noche del 15 de diciembre un barco a vapor estadounidense paso a menos de ocho kilómetros de Eilean Mor y a pesar de haber un cielo despejado el capitán no pudo divisar las luces del faro, extrañado por esto al llegar al puerto envió un telegrama a la JSMN, pero por alguna razón desconocida el mensaje no llegó a su destino. Toda una serie de eventos desafortunados no permitieron que nadie en tierra firme se percatara de que algo malo había sucedido en Eilean Mor.

El último registro del diario del faro decía que había buen tiempo y estaba fechado con el día sábado 15 de diciembre, pero ese día por la noche el faro dejó de funcionar, por lo tanto todo indicaba que los hombres habían desaparecido ese sábado. Moore ayudó a la investigación, de hecho él fue el primer hombre en percatarse de la desaparición de sus compañeros, pero había algo más que Moore prefirió callar, y eso fue la experiencia que vivió con los marineros al dejar la isla, esa en la que vio a esas extrañas aves negras, para él algo mucho más allá de cualquier accidente le había ocurrido a los tres fareros, Moore pensaba que algo maligno se había apoderado de ellos y los había convertido en esas siniestras aves.

El piloto Christian Moore se quedó callado mientras Martínez, Collins y Thompson lo miraban fijamente, —¿Nunca se supo lo que realmente paso? —preguntó Martínez a lo que Moore respondió: —Esto sucedió hace más de cien años y es quizá el misterio sin resolver más asombroso de la historia de los mares, mi abuelo lamentó mucho el haber olvidado su talismán.

Luego Moore comenzó a mirar el objeto heredado de su abuelo y continuó hablando, —después de lo ocurrido obviamente el faro siguió funcionando, muchos guardianes valientes se negaban a ir a esa isla, y los que aceptaban el trabajo decían que por las noches sucedían cosas extrañas en la torre, que veían sombras caminando por la isla y en el interior del faro, que los fuertes vientos del norte ululaban entre las puertas y parecían llamar por su nombre a los guardianes desaparecidos. En mi familia hubo una serie de desgracias y muertes que mi abuelo siempre atribuyó a una maldición que había caído sobre él desde que puso un pie en Eilean Mor.
Moore se levantó de la silla poniéndose de nuevo la cadena con el talismán y se marchó. Desoés de ese día Martínez y Collins no volvieron a aceptar contratos para el mantenimiento del faro de Eilean Mor.



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