EL TERREMOTO DE 1812 EN VENEZUELA: ¿UNO O MÁS?
Muchos y grandes sismos han quedado en los registros de terríficas estadísticas en nuestro continente, destacándose aquellos con más poder de destrucción, mortalidad y dramatismo con que sucedieron. Países como México y Chile son notorios casos, tanto en el pasado como en el presente, de estas actividades sismogénicas perturbadoras y de ingratas memorias.
En Venezuela los movimientos telúricos de importancia se han suscitado a lo largo de toda su historia, consignándose eventos de esta naturaleza desde la época precolombina, colonial y republicana. Los terremotos han tenido efectos relativamente importantes en las ciudades venezolanas, que por lo demás han sido considerablemente inseguras e indefensas ante este tipo de catástrofes, bien sea por el tipo de materiales de construcción y edificación y el lugar de emplazamiento de la las mismas.
En la historiografía venezolana se han señalado cantidades importantes de sismos y terremotos entre ellos el de San Bernabé, ocurrido en Caracas y en otras ciudades de Venezuela el 11 de junio de 1641, día del santo señalado en el calendario católico. Este sismo ocasionó grandes estragos principalmente en Caracas y La Guaira, con resultados nefastos entre fallecidos y ruinosas calamidades en edificaciones públicas, templos y casas particulares.
Además, este terremoto es recordado en las crónicas debido al personaje Saturnino, orate callejero a quien llamaban Ropasanta, que repetía sin cesar por las calles de la ciudad un estribillo premonitorio de consecuencias apocalípticas:
Qué triste está la ciudad
Perdida ya de su fe,
Pero destruida será
El día de San Bernabé.
125 años después ocurriría otro gran terremoto, el de Santa Úrsula, el 21 de octubre de 1766. Aunque de poderosa intensidad y duración, que se percibió en buena parte del país, este movimiento telúrico causó pocos daños estructurales, al menos en Caracas, e incluso no se reportaron víctimas fatales ni heridos, de acuerdo con informes de peritajes de personas capacitadas en estos menesteres como alarifes y constructores especializados, lo cual es un indicio de que la población ya estaba superando la etapa de indefensión ante estas contingencias, estando mejor preparadas las ciudades en cuanto a la calidad y resistencia de edificios y construcciones.
Transcurridos 134 años luego del terremoto de Santa Úrsula, se presenta el de San Narciso, sobrevenido el día 29 de octubre de 1900 a las 4:42 am. Fue el último gran terremoto del siglo XIX. Afectó primordialmente las áreas costeras del centro-norte de Venezuela y fue particularmente fuerte, aunque con pocos daños o víctimas debido a la escasa densidad demográfica de esas zonas.
El más célebre y comentado terremoto de los que hubo durante los comienzos del siglo XIX fue el que sacudió y arruinó la fatídica tarde del 26 de marzo de 1812 a las ciudades de Caracas, La Guaira, Barquisimeto, San Felipe, Mérida y otras no menos importantes ciudades de Venezuela. Este terremoto adquiere importancia por un doble significado que se traduce en lo sismológico propiamente dicho y lo histórico, principalmente en cuanto a lo político, siendo además el que más ha permanecido en el imaginario popular en lo referente a sus consecuencias. Este devastador sismo, del cual fue testigo el propio joven y futuro Libertador Simón Bolívar, ha sido puntualizado como uno de los factores que han podido ser causa de la pérdida de la Primera República, en el contexto de la guerra de independencia (Leal y Amaya, 2015).
Sin embargo, investigaciones recientes efectuadas por connotados estudiosos y sismólogos como Melchor Centeno Graü, quien en 1969 estableció la hipótesis de la concurrencia de dos eventos diferentes. A partir de autores e investigadores como José E. Choy, Christl Palme, Carlos Guada, María Morandi, y Stephanie Klarica, al decir de Altez (2012) se estableció que en realidad no hubo uno sino dos eventos sísmicos ese día 26 de marzo de 1812. Desde el Laboratorio de Geofísica de la Universidad de Los Andes se planteaban tres centros sísmicos para 1812: el mayor entre Barquisimeto y San Felipe, otro en Caracas y un tercero en Mérida, en orden sucesivo. (Altez, op. cit. citando a Choy et al., 2010).
En efecto, de acuerdo con este último autor, se determinó que hubo en principio un sismo de grandes proporciones ocurrido a las 4:07 (hora de la Catedral de Caracas, de acuerdo con Altez, op. cit.) de la tarde que destruyó la ciudad de Caracas, La Guaira y áreas circunvecinas, así como Barquisimeto, San Felipe. El de Mérida y Tabay, se afirma que ocurrió a las cinco de la tarde. Asimismo, las citadas investigaciones asoman la posibilidad de que el sismo acaecido en Barquisimeto y la serranía de Aroa haya ocurrido un tiempo antes que el de Caracas, alrededor de las tres y media de la tarde.
Esto puede corroborarse documentalmente en base a una carta del cura de Cocorote, población cercana a la ciudad de San Felipe en el estado Yaracuy, Venezuela, donde a la par de informar de la destrucción del templo del pueblo, establece la hora de las tres de la tarde. Asimismo, documentos como la carta del capellán José Antonio Vásquez, que se encontraba en su hacienda circunvecina afirmaba que el terremoto ocurrió a la tres de la tarde. Otros documentos refieren horas distintas como las cuatro, en Barquisimeto, o las cuatro y cuatro minutos según otros. (Altez, op. cit).
Esta discrepancia de tiempos sería una manera de apoyar la tesis de que en aquella tarde fatal del 26 de marzo hubo una serie o ristra de eventos y que probablemente la sucesión de sismos haya comenzado con Barquisimeto-San Felipe, continuó con el de Caracas-La Guaira, y acabó con el evento local de Mérida-Tabay.
De esta manera, se considera que el el terremoto de 1812, fue un evento complejo que repercutió en la conformación de las ciudades en cuanto a las labores de refacción y reedificación de la superficie poblada y aun de la mudanza de estas hacia otras zonas.
REFERENCIAS
Altez, Rogelio. “Entre la guerra y los temblores: Impactos y efectos del terremoto del 26 de marzo de 1812 en Barquisimeto”, Boletín del Archivo Arquidiocesano de Mérida, Tomo XIII, Nº 37, 2012, enero-junio, pp. 61-88. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/304382322_ [Consultado en febrero 04, 2018].
Altez, Rogelio. (2005). Los sismos del 26 de marzo de 1812 en Venezuela: nuevos aportes y evidencias sobre estos eventos. Boletín Técnico , 43(2), 11-34. Recuperado en 19 de abril de 2018, de http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0376-723X2005000200002&lng=es&tlng=es.
Leal Guzmán, Alejandra; Amaya, Florinda. Caracas a través de sus terremotos. El impacto de los sismos en la evolución urbana de la ciudad, siglos XVII-XIX. URBANA: Revista Eletrónica de Centro Interdisciplinar de Estudios sobre las Ciudades, Campinas, SP, v. 7, n. 1, p. 312-344, dez. 2015. ISSN 1982-0569. Disponíble en: https://periodicos.sbu.unicamp.br/ojs/index.php/urbana/article/view/8642558. Acesso en: 19 abr. 2018. doi:https://doi.org/10.20396/urbana.v7i1.8642558.
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