Va a llover - Relato
Otro día de nubes grises y mucho frio pero Helena se encuentra desnuda en la cama, dejando al descubierto un cuerpo inmensurablemente bello y joven. Él la mira fijamente y ella no lo sabe. Siempre ha disfrutado verla dormir, más aun cuando se dio cuenta de que su mirada fija sobre su cuerpo la solía incomodar. Incluso después de tantos encuentros, Helena no se había acostumbrado a ser estudiada por su inquisidora mirada. Aunque esta no era la típica situación en la que se quedaban dormidos después de hacer el amor, él todavía podía disfrutar de su belleza. Observa sus senos blancos y perfectamente redondos, disfruta sus curvas y sus muslos firmes. Él se asombra del contraste entre un cuerpo femenino increíblemente sensual con un rostro tierno, angelical e incluso infantil.
Estira su mano y toca su rodilla, comienza a acariciar su pierna derecha suavemente de abajo a arriba recordando la primera vez que lo hizo, recuerda la piel de Helena erizarse con sus suaves caricias, un pequeño temblor en su cuerpo cuando el recorría su entrepierna para tocar su sexo por primera vez mientras las piernas de Helena que aunque temblorosas se separaban lentamente para darle paso a su mano curiosa. Se sonríe reviviendo esos momentos cuando apenas comenzaban a conocerse y cuando no podían quitarse las manos de encima. Se siente feliz recordando como nada era más importante que encontrar un momento para verse. Pero toda esa alegría se vuelve de pronto nostalgia. Él retira su mano del cuerpo de Helena con tristeza.
Te dije que no volvieras Helena – dice tras un suspiro y ella no le responde.
Te lo expliqué, te lo expliqué una y otra vez, que no había nada que averiguar, lo único importante era que tú eras especial para mí, que no estaba enamorando a otras mujeres, te expliqué muchas veces que no se trataba de eso, pero tú con tu maldita necesidad de afecto, con tus malditos celos, con tu deseo implacable de saberlo todo, siempre investigando, tú ocasionaste esto ¿sabes? ¡Te dije que te quedaras tranquila! Pero no podías hacerlo. ¡Mierda! y yo intenté alejarte, pero volviste a mí como un perro que vuelve a su amo aunque este le caiga a patadas.
Lo siento cariño, no eras un perro, tú eras diferente para mí y es por eso que te llevaré a un sitio especial, a ti no te enterraré junto a las otras, como si fueses un animal que se entierra en el patio trasero de la casa, a ti te llevaré a un lugar público, donde se pueda sentir el olor a lavanda y rosas en el aire, estarás rodeadas de tus flores favoritas, la brisa acariciará tu cuerpo mientras poses en el más bello de los árboles y desde lo alto todos podrán admirar tu belleza.
Un fuerte trueno lo interrumpe y él comienza a jalar a Helena por los pies: Tenemos que apurarnos, va a llover.
Este relato fue incentivado por las tertulias literarias de @reveur dirigidas por @kruznik y @danvel, los días jueves a las 8:00pm en el servidor de discord. Te invito a unirte y compartir tus gustos literarios.
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