El espejo concurso de literatura historias creativas
Escuchó ruidos, la luz era rojiza y el aroma a azufre penetraba sus fosas nasales dentro de su habitación.
Otra vez los mismos ruidos, inexplicables, como uñas raspando el piso, como aves de rapiña en su ventana...
Otra vez los ruidos y una voz de auxilio entre la luz crepuscular, su propia voz...
Se vio a si mismo bajar por las escaleras, decidió seguirse; al llegar al final perdió su propio rastro, y ante el sofá de la sala, sentada en una silla, estaba la sombra.
Trato de encender la luz, nada cambió en su entorno, el velo de luz roja no daba mucha claridad; en un arranque dio un paso al frente y se acerco a la sombra. Era su tío con la cara desencajada, quien al verlo empezó a reír y balbucear "no sabes nada, no sabes nada, no sabes nada ¡MIGUEL!" "TU NO SABES NADA". La cara de su tío se lleno de pústulas y empezó a rajarse la piel; trató de salir huyendo pero empezó a flotar, movido por una fuerza mucho más grande que él.
Se detuvo el griterío en medio de la noche, la calavera estaba empapada en sangre, silenciosa...
En un súbito movimiento hizo contacto visual con la calavera, sus ojos fijos en las cuencas, empezó a brotar el azufre y a forrarse de una piel negra, purulenta y escamosa; puesto a contra luz no se distinguía más que un par de alas y la cola... Acercó el cuerpo flotante hasta su cara, Belzebú sonrío y le tocó la frente.
Miguel cayó al piso, se levantó y abrió la puerta de la casa, debía partir a un lugar seguro; junto a él corría una muchacha rubia, pálida y sonriente. No hizo falta que se lo dijeran, Miguel ya intuía que esa muchacha estaba muerta. Juntos huyeron con Belzebú cual nube negra detrás...
Les estaba alcanzando, estaba cerrando la distancia, no venía por él, buscaba a la muchacha; la deseaba... Los maldijo desde lo lejos y frente a ellos se abrió la tierra, cayeron por largo rato oyendo gritos de auxilio y chillidos de dolor...
Cerró los ojos, tomó la mano fría de la rubia muerta y ella le habló - Necesito ayuda-.
La muerta se aferró al calor de una mano viva y lo halo hasta que dejaron de caer, cuando abrió los ojos se miró a si mismo en una casa grande, derruida, maldita y en descomposición.
Las paredes estaban llenas de sangre y tenían inscritas todas las maldiciones que habían conjurado en la casa; colchones rotos, restos de cuerpos en las esquinas y sobre los muebles, ahorcados, ahogados, electrocutados, gente que murió reventada por dentro... Los muertos en cada cuarto chillaban arrastrándose y penando en dolor y agonía.
Todavía aferrada con su fría mano, le condujo a un pasillo apartado de los demás donde al fondo se vislumbrada una niña con el vestido manchado en sangre y en la cara desfigurada por los golpes, le faltaba un ojo; la niña lloraba desconsolada, no entendía que le sucedía ni porque estaba así, se contemplaba en el espejo de su habitación y gritaba en dolor mientras de la cuenca manaba más sangre.
-Necesito ayuda- repetía la muerta - ayúdame a hacerla sentir bien-.
La muerta no dejaba de gemir y de temblar, Miguel la vio de reojo y levantó a la pequeña niña en brazos y empezó a mecerla; la niña mordió su hombro y clavo los dientes hasta el fondo, pero Miguel la siguió meciendo hasta que le soltó.
Cuando paró de llorar, la niña le señaló un rincón de la habitación donde había un pequeño peluche. Miguel entendió y tomó el peluche para acunarla con él. La muerta entonces le miró con los ojos fijos y sin palabras le comunicó que había que hacer. Miguel abrazó a la niña, y se puso a jugar con ella y el peluche mientras ordenaban juntos la habitación; sacando todo el mal fuera de ella y borrando las maldiciones de las paredes...
A medida que pasaban las horas y el cuarto estaba más limpio, también lo estaba la niña. Ahora se veía su sonrisa y su pelo rubio, su vestido de colores y su peluche compuesto; sus ojos brillaban al contemplarse en el espejo repuesta de tanto dolor. El entorno había cambiado, al menos en esa habitación. La muerta estaba sonriendo y la niña junto a ella también. La pequeña con el peluche se le acercó a Miguel le tomó de la mano y le dijo - Hay gente que solo necesita hablar y hay muertos que solo necesitan luz; nunca se sabe como ni cuando te toca hacer caridad-...
Y en ese instante, despertó.
Si tienes ganas participa: https://steemit.com/spanish/@nicklaus/concurso-historias-creativas
Esta es la narración de una pesadilla, razón por la cual carece de nombre.
Beautiful Spanish
thanks!