La única huella perenne | Poesías a un bohemio demente II

porque puede ser poco o puede ser mucho,
y de ti no quiero ni mucho ni poco, no,
para mí suena tan ilógico como absurdo.

De ti tu alma y tus besos, de ti tus ojos adversos.
De ti los dedos que acarician tu cabello.
De ti las sonrisas que solo las estrellas admiran,
que puede que duren un siempre,
o que se apaguen cuando el viento no regrese.

De ti los silencios, las memorias y lo que no recuerdo.
De ti las sinfonías que surgen del desespero,
que nacen sin saberlo.
Lo que siento y lo que aún no experimento.
De ti los ríos que corren -mas que en la tierra- en el viento.
De ti el inexplicable mar en medio del desierto.
De ti todo por cuanto muero.

De ti, a mi, que me traes colgada del cuello
mirándote andar por todo el camino,
llegando directo a lo que llamo vacío,
entre penumbras que nadie ha descubierto,
entre solsticios que erradican mis inviernos.
De ti, a ti, con el alma en las manos.

Eso es todo lo que entre sueños suspiro,
a ti, conmigo,
pero si entras a mi vida
y te quedas para siempre
te aseguro que será
la única huella perenne.

Si entre tus besos he de morir, por los sin sentidos que empañan el vidrio de tu alma, dejándome llena de antologías tan claras, podré entonces decir que lo peor que pude hacer fue vivir.

La imagen pertenece a Ben koorengevel en Unsplash
Los separadores son extractos de una imagen de Casey Horner en Unsplash.