El bochinche venezolano

                         

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 Suele atribuirse al precursor de la independencia de Venezuela, Francisco de Miranda, la creación del vocablo bochinche, al pronunciarlo una madrugada de 1810 cuando fue apresado en La Guaira (estado Vargas, Venezuela): 

" Bochinche, bochinche. Esta gente no sabe sino hacer bochinche", dijo, dirigiéndose más a Sobublette que a los conspiradores, según cuenta Mariano Picón Salas en la biografía de Miranda.

  Lo cierto es que desde entonces forma parte del español de Venezuela  con el significado de todo tipo de desorden, alboroto, confusión, escándalo o relajo, incluso riñas o peleas. 

  Aunque su etimología siga siendo incierta, el bochinche es parte esencial del venezolano, para bien y para mal. Su uso abarca las más diversas situaciones:

  Si un hombre o una mujer anda por ahí en una relación fuera del matrimonio, se dice que fulana o fulano, aplicándole con picardía el diminutivo, tiene un bochinchito por ahí o anda en un bochinchito o embochinchado (a).

  Si unos estudiantes protestan por alguna razón, no faltará quien diga: "Ya empezaron los estudiantes con su bochinche".

  Si unos alumnos prestan poca atención a la clase y están pendientes de risas y bromas, el profesor, con buen o mal talante, les exigirá que dejen el bochinche.

                                                 

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  Suelen ser las parodias electorales motivo de bochinche en las calles o en el mundo político muchas discusiones son más bochinche que polémica democrática.

  Y es bochinche todo aquello que nunca termina en soluciones razonables y concretas, y por tanto bochinche es que en Venezuela la democracia se ha ido a pique y ya no sabemos sino en la esperanza qué significa.

  Y el bochinche tiene sus derivados, entonces se dice que Fulano es un bochinchero o Fulana es una bochinchera, para decir que anda en bromas (o jodedera, otro término a la venezolana) y se toma poco en serio cualquier asunto.

  Embochincharse el país es cuando proliferan las protestas y reclamos en las calles, sean o no pacíficos.

    A los venezolanos se suele reconocernos, aparte del acento al hablar, solos o en grupo, aunque sea de tres personas, por el bochinche. El bochinche, para bien o para mal, como ya dije, es parte esencial de nuestra idiosincracia, por lo que no nos resulta difícil armar un bochinche en las más diversas circunstancias. Tal vez por eso, hoy, Venezuela atraviesa una de sus más grandes crisis históricas y, sin embargo, el gobierno en vez buscar soluciones prefiere, con cualquier excusa patriotera, financiar costosos bochinches en plazas o avenidas... y que los males sigan y siga el bochinche.