El Verano que perdimos. (Parte XI) Lo que en verdad ocurrió esa noche.
27/09/2013
A las puertas de mi casa:
" La puerta retumbaba con los golpes de un puño mientras él esperaba que ella abriera, tenía tres días sin responder sus llamadas y su carro estaba en el estacionamiento, por lo que sabía que ella se encontraba en el departamento.
- Ali, ábreme, sé que estás ahí. ¿Qué pasa? ¿Por qué no me respondes el maldito teléfono?
Silencio del otro lado, él vuelve a golpear la puerta mientras llama más fuerte su nombre, pero aun así nadie abre la puerta.
-Alaska, es en serio, me quedaré toda la noche frente a la puerta si no abres.
-Vete. - La voz de ella, apagada y cansada fue tan cortante como el hielo, sin ni siquiera abrir la puerta, despachó a aquel que era su mejor amigo, él se sintió tan aturdido que tardó un poco de tiempo en responder.
-¿Por qué? ¿Qué tienes?
-No te quiero cerca. Vete.
-¿Acaso te hice algo? ¿Qué tienes ahora?
-¡Que cada vez que te acercas a mí me lastimas! No quiero que me sigas lastimando - Su voz sonó desesperada desde el otro lado de la puerta donde ella estaba apoyada, con la mirada apagada y unos pequeños ríos derramándose desde su alma escondida en los ojos.
-¿Cómo te he lastimado? - Su voz ahora era cautelosa pero dura, de esas en las que él no estaba seguro que acontecía, pero que si consideraba que ella daba un argumento poco válido él sería el que explotaría.
-¿Cómo? ¡¿Cómo?! ¡Tienes una novia en casa pero luego vienes y me besas! ¿¡Cómo no me vas a lastimar!? ¿¡Quién te crees que eres!?
Las lágrimas empezaron a fluir más rápido por sus ojos y ella se dejó caer hasta llegar al piso, creyendo que su alma caía aún más, en un pozo sin fin; había tardado tanto en decirlo y, aun así, no había palabra desde el otro lado de la puerta, el chico había quedado en estado de shock por un momento, mirando a la puerta que lo separaba de ver su cara, que se imaginaba surcada por las lágrimas que debía de estar soltando por los leves sonidos que provenían del otro lado de la puerta.
Por un momento pensó que si se lo hubiera dicho de frente, la hubiera convencido de que eso no estaba mal, de que ella era su mejor amiga y que él también la amaba, pero ella se rehusaba a abrir y él se sentía algo golpeado ya que nunca se lo había mencionado.
Buscó algo distraído una superficie en la que poder escribir y sólo encontró su vieja caja de cigarros sin abrir, por lo que con un bolígrafo que tenía en el otro bolsillo escribió lo mejor que pudo y la dejo pegada a la puerta, miró un segundo más y mientras oía aún los sonidos de su mejor amiga llorando, se alejó y apeó en su moto, la encendió y se perdió en la noche, pensando en tomar unos tragos y, por qué no, comprar una caja nueva de cigarrillos y acabársela lo más rápido posible.
Cuando la chica recuperó conciencia unas horas después de haberse dormido contra la puerta, abrió la misma, comprobando que él no se iba a quedar toda la noche frente a esta, no después de lo que ella le dijo. Él nunca había ido a buscarla antes, así que se había imaginado que en verdad se iba a ir. Ver el espacio vacío sólo le recordó el sentimiento de tristeza que la embargaba cada vez que él no la buscaba.
Luego notó un objeto en el piso y recogió la caja de cigarrillos, en la que, con la letra de su mejor amigo, decía《Nunca quise hacerte daño, lo siento. D.》"
Los dos nos hicimos daño, y mucho,
Alaska.
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