A la espera del niño Dios.

Tradicionalmente en mi familia así como en muchas otras, el 24 de diciembre se disfruta de la entrega y recibimiento de regalos siendo los niños los que más disfrutan el momento. Cada año nos reunimos en casa de mis padres, para compartir una cena navideña, pues por tradición se hacen las hallacas cada 23 de diciembre.

Este año si fue un poco diferente, pues por cuestiones económicas y ahorro, decidimos elaborar las hallacas el 29 y 30. Aunque igual cenaríamos en familia a la espera del "Niño Dios" seria pues algo más sencillo.

Decidimos que seria un arroz con pollo y ensalada. La elaboración estuvo a cargo de mi mamá mi hermana y yo. Algo sencillo pero con gran sabor a familia. Y aprovechando que muchos de nuestra familia nos habían enviado hallacas para degustar, fueron entonces estas el acompañante perfecto a nuestro arroz con pollo.

Luego de la oración y de comer aproximadamente como a las 8 pm, es hora de abrir los regalos. Se que por tradición se espera a que sea la media noche o en su defecto a que sea la mañana del 25 de diciembre para abrir los regalos, pero siempre acostumbre a mis hijos a que los regalos son obsequios que mamá trae en navidad. No el niño Jesús.

En otros tiempos, lo que mis hijos pedían para navidad se los daba, pero en esta oportunidad toco ajustarse y aunque no pude comprar regalos tan costosos, se que mis hijos quedaron felices con cada obsequio. A mi hijo mayor pude comprarle algo que necesitaba y que el quería mucho: un abrigo y aunque mi hijo menor me pidió un helicóptero a control remoto; le compre un avión que quedo feliz, de hecho esa noche durmió con su avión.

A final de cuenta lo que importa es el amor con que le damos los obsequios a nuestros hijos, enseñarlos a cuidarlos y valorarlos.