Hablando un poco con mi cigarrillo, a quien le ha dado por hablar mucho últimamente, comencé a reflexionar sobre las experiencias que había tenido recientemente en el Zulia. Destacando que cuento casi todo lo que me pasa en mis poesías, se me hizo natural compartir con ustedes lo que decía el rollito de tabaco. No puedo evitarlo, me gusta ventilar mi estado emocional.

Algunas de las cosas que pude reflexionar tenían que ver con las relaciones amistosas que ha rodeado mi vida. Es para mi un instinto natural mantener relaciones sumamente intimas con mis amistades. Lo banal no me satisface; me causa un escozor anímico tratar con personas incapaces de tener una conversación no superficial, o de pensar más allá de su propio ego.

Con esta premisa decidí hablar un poco de estos pensamientos. Justo ahora de la realidad que he vivido respecto a la forma en que algunas personas sucumben a la hipocresía, como si los satisficiera tener una capa de falsedad sobre su rostro.

¿No han pasado por una situación donde descubren que alguien, a quien expresan afecto, resulta no tener ni un poco de aprecio ni respeto por su amistad? ¿Ni han terminado en un ambiente donde la gente parece hablar a espaldas de todos, creando conflictos como la serpiente del Edén? Parece que algunas personas realmente disfrutan al desmenuzar los detalles de la vida de otros para echar bosta sobre esta con los demás, sin importarle en lo más mínimo ningún bienestar más que el propio.

Hipocresía es una palabra desagradable sin importar el contexto, y las personas que califican en este término nublan cualquier circulo social solo con su cercanía. Es fácil descubrir la mayoría de ellos, pero así como suele suceder con los políticos: no ves quienes son realmente hasta que ya han terminado su periodo...

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La RAE (Real Academia Española) define la hipocresía como: "Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan" Y allí se resume el problema, en que el hipócrita finge, y al fingir miente. Miente con gestos y palabras; con acciones que dañan a quienquiera que confié en él.

Queramos o no, todos hemos sido hipócritas en alguna ocasión. Ya sea por evitar conflictos (algo que llaman diplomacia) o por tratar de no hacer sentir mal a alguien. Nadie está exento de esto, pero de alguna forma debe evitarse.

Lo sé: no es fácil ir por la vida diciéndole a la gente lo que se piensa de ellas en la cara, pero basta con no decirlo a sus espaldas para mantener un nivel moral aceptable. Sin embargo, toca muy a menudo hacerlo, entonces es cuando es mejor limitarse; hay que ser cautos y en lo posible no decir nada.

Con amigos es diferente. Personalmente se me hace imposible mantener una amistad sin ser un libro abierto. A veces, aunque duela, recibir las más duras opiniones de aquellos en quienes confías puede ser tan necesario como liberador. Siendo honestos y directos las relaciones tal vez no duren más, pero dejarán la satisfacción de ser reales.

Si dejamos la manía de la hipocresía para siempre, tendremos un mejor destino como seres humanos. Por experiencia propia sé que es complicado, pero también sé que me ha traído una inmensa paz a mi alma.

todas las fotos son libres de copyright. Pexel

Gracias por leer. Un abrazo enorme.

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