Lo anticuado es la transgresión en carne viva, el corpus de la nostalgia, lo que pocos entienden con el sol de corazón.

La típica conjunción de lo que suena bien, tan bien como un pájaro al declamar un poema mientras vuela hacia el otro lado del mundo, pero hasta ahí.

Anticuado suele ser lo imcomprendido, pero al mismo tiempo va décadas adelante, lo transigente del más acá.

El escritor había logrado entender que ser anticuado era una riqueza, fortuna, mejor dicho. Es que lo anticuado es anticuado porque hoy no fue entendido, pero mañana será lo cool, lo vintage.

Poco antes de la guerra, caminaba por Budapest, sobre una ciudad morada. Un amigo le había enviado discos desde el otro lado del mundo, Boleros y cosas latinas, uno que otro de Jazz y Soul.

Escribía de noche para compensar las armonías de una guitarra ansiosa por besar la luna, escuchaba esas voces llenas de desamor, de corazón roto por mujeres que pasaron de un minuto a otro a ser demonias.

Entonces al llegar a casa, se quitaba su ropa anticuada, un sombrero incomprendido que hoy gustó solo a pocos, pero que mañana será el accesorio estereotipado del sex symbol. Enciende el tocadiscos, prepara una bebida de Brasil y emprende el viaje sobre una historia, donde navega como en un crucero encendido en llamas, donde morirían todos los personajes si dejaran de reirse.

Desde el crucero escribe:

Te pienso desde esta lejanía. Oro porque estés bien, este incendio que quiere quemar mi corazón no va a hacer que nuestros labios pospongan nuestro encuentro. Veo la luz del sol y siento tu pasión por el amanecer, que el sol es nuestro intermediario, donde puedo sentirte, me hablas con osadía, como cuando nos besamos sin nada ganas de despedirnos, y así nos ponemos frente al sol. Lo entiendes, como si nos tuviéramos cara a cara.

El escritor no es un concepto cercano al fantasma, sino un diluir de sublimidad, el elixir de la vida necesario, es un pensar sobre el futuro, ir hacia delante y volver cuantas veces se quiera, tan igual a lo anticuado. Es un don, del que podrían muchos ser privilegiados, pero pocos lo considerarían un poder que se debe ejercer con sangre y belleza.

Es algo tan puro ser anticuado, nutrirse de la familia y a la vez de la soledad, enriquecerse de un tocadiscos y también del alcohol.

Viajar, tener una dulcinea, hacerle el amor de pies a senos, querer sus ojos, comerle el cuello como si fuera la dulzura de un mango. Ser un amante anticuado es generar encuentros carnales tan idénticos a una danza sobre alguna carta de amor escrita por Gabriel García Márquez.

Entre la espada y el vino, hay tierra y fuego sobre mi pecho quebrado. Voy hacia a ti como un cometa dispuesto a redimirte. Voy como la frescura del fraseo en un saxofonista. Voy como la voz de una lágrima negra. Voy como el swing de tus caderas. Voy que te quiero, te quiero, te quiero.

Soy el sol y corres hacia mí.

mí

mi

MI...

@elisonr13 fue quien propuso la palabra anticuado para este experimento lúdico...