“Felicidades” me dije a mi mismo. “Has alcanzado un nuevo punto bajo ¡Debes estar orgulloso!”

Cuando yo pensaba que este fin de año no podía estar más del asco, me sucede esto.

Por aquellos instantes me encontraba cavilando, confundido, jadeando mientras corría del terror tan inenarrable que había presenciado hace tan solo diez segundos.

Entonces llego a mí aquel momento donde lo único que pasaba por la mente, es el pasado. El pasado más inmediato…

El día empezó para mí a las 2:00am, me tocaba cubrir el segundo turno de la guardia en el call center del seguro, el turno que más detestaba (y sigo detestando), tenía demasiado sueño y me dirigí al baño para lavarme la cara y cepillarme los dientes; al ver el reflejo de mi rostro mojado en el espejo entendí que no quería tener que volver a pasar otra guardia así y mucho menos un 31 de diciembre cuando podría estar tranquilamente en mi cama durmiendo feliz, sin embargo al revisar mi teléfono vi el siguiente WhatsApp:

Gracias por invitarme a salir, yo te aviso cuando esté lista.

Se había enviado a las 11:34 pm, una hora después de haberme ido a dormir, y me dio la motivación y el golpe de energía que yo necesitaba para iniciar la jornada. Me sequé la cara y guarde todo en mi morral antes de sentarme frente a la computadora para revisar los casos que estaban llegando; solo tenía unos tres ambulatorios por atender así que puse la música y empecé a revisar la documentación.

El resto de la madrugada pasó sin ninguna novedad. Por ser día feriado apenas si hubo con que trabajar y a las 7:00am salí campante para admirar la mañana: fría y nublada, justo como me gusta.
Al ir llegando al metro recibí una llamada de Angélica (la chica), preguntando por mí y deseándome una feliz mañana, reiterando además la cita que habíamos pautado para esta noche, a la cual yo tenía muchas expectativas puesto que deseaba salir con ella desde hace muchísimo tiempo. Me encontré con la casa completamente sola, no había notas ni nada que sugiriese que mamá o mi hermano hubiesen salido solo por un momento, noté además mi desayuno en el microondas.

Después de tomar un baño y una breve siesta ya estaba listo para salir con Angélica, mamá me había mandado un mensaje, indicando que estaba con mi hermano en casa de mi tía arreglando las cosas para la reunión de fin de año y que podía acercar allá cuando quisiera, además de desearme una buena cita con “mi chica” antes de llevarla a cenar a la casa.

Eran ya las 4:30pm y tenía que estar en Los Próceres a las 5:30 así que me vestí semi-casual (Una camisa manga larga azul con pantalones y zapatos de vestir negros) y salí de la casa con rumbo al estacionamiento. El día seguía nublado y un una brisa fresca llenaban el ambiente, el estacionamiento estaba bastante desolado cuando llegue a la tercera planta, donde estaba mi auto. Fue cuando estaba a medio camino del carro cuando escuche que alguien me llamaba:

— ¡Eh Manuel! Te veo muy bien vestido. ¿A dónde vas?

—Vicente, es año nuevo ¿De verdad me haces esa pregunta?

—Oye, no seas así. Solo quería que me dieras la cola hasta Plaza Venezuela, creo que vas para allá ¿No es así?

La presencia de Vicente siempre era molesta. Aquel tipo, de unos 23 años era pedante y engreído, además de mentiroso y con una dudosa fama de mujeriego. Todo un indeseable.

—Te puedo dejar cerca de la estación del metro para que llegues allí.

— ¿Tienes tanta prisa por ir a ver a mi novia?

Aquellas palabras cambiaron mi sentido del humor hacia una postura más beligerante, Vicente estaba buscando lo que no se le había perdido, eso seguro.

— ¿Discúlpame? ¿Dijiste “Tu” novia?¬ —Pregunté en tono sarcástico.

—Angélica es mi novia, tú lo sabes. —Respondió él con aspereza.

—Creo que estas algo desactualizado y fuera de contexto: Angélica te desechó al igual un par de audífonos al cual el izquierdo deja de funcionar, la engañaste ¿Recuerdas?

—Esa chica era mi prima, no tenía nada que…

—Mucho peor, no solo fuiste un mentiroso sino que incestuoso además, vaya que estas progresando en la vida. —Dije mientras me volteaba para seguir mi camino hacia el carro.

—No voy a dejar que llegues a ella, hoy no.

El tipo ciertamente estaba desvariando, como si fuese de verdad a hacer algo. Esa idea cambio radicalmente cuando sentí un fuerte golpe en mi espalda, casi me hace caer; fue cuando entendí que no estaba bromeando.

— ¿Q-que demonios te pasa? ¬—Pregunté mientras trataba de incorporarme de nuevo.

—Te daré otra oportunidad. Vuelve a tu casa a pasar este fin de año como el fracasado que eres. No te lo repetir…

Una contundente patada en la rodilla fue mi respuesta, sentía tener que distraerlo de su perorata pero ya se me estaba haciendo tarde. La patada parecía haberle lastimado, sin embargo tuve que arremeter con un puñetazo, esta vez contra su nariz. Funcionó mejor, ahora estaba arrodillado y sangraba.

—Escucha Vicente, la vida se trata de madurar, de cambiar y seguir adelante, es tu estancamiento e idiotez lo que no te permite tener un mejor presente.

Murmuró alguna incongruencia y siguió sobándose la nariz, de la cual seguía brotando sangre a borbotones, ya era suficiente y caminé hacia el carro nuevamente. Pero cuando me disponía a abrir la puerta, Vicente gritó con una voz que no parecía ser suya:

— ¡ANDA! ¡VE A DIVERTIRTE! ¡YO HICE LO PROPIO CON ELLA HACE TRES DÍAS! NO TE ARREPENTIRÁS!

Fue la gota que colmó el vaso, si me estaba buscando me encontró, corrí furioso de vuelta a él y sin medir mis fuerzas le propiné un puntapié en la garganta. Vicente cayó al suelo, yo jadeaba de la furia ¿Cómo era posible que aquel pelmazo se refiriera así de ella? Cuando me calmé notaba que Vicente no hacia ningún tipo de movimiento, entonces reparé en la posibilidad de que podía estar desmayado, me acerqué a él. No estaba desmayado y el puntapié había dado en su tráquea. Conclusión: Paro respiratorio. Me hice para atrás con una mueca de horror en mi rostro, tenía que hacer algo, el estacionamiento seguía solo pero si no ocultaba el cuerpo estaría en un problema de proporciones bíblicas… ¡El balcón! Estaba cerca, abajo estaba el basurero, podía hacerlo parecer un accidente y para mejorar la situación, en el piso cerca del bajante de la basura había una botella de aguardiente a medio terminar que algún borracho habría dejado.

Me apuré en arrastrar el cadáver de Vicente hasta el balcón del estacionamiento, lo puse al borde y lo tiré. Cuando el cuerpo toco el suelo tiré la botella, procurando que quedara lo más cerca de él. Ahora tenía que abandonar la zona lo antes posible, ya eran las 5:25. Subí al carro y lo encendí, el pánico y la adrenalina seguía bombeando por mis venas, arranqué con cuidado y salí del estacionamiento, no había nadie en los alrededores y eso me tranquilizo un poco. Luego pensé “Quien irá a extrañar a ese pobre idiota.”

La tarde iba fantástica, Angélica y yo nos divertíamos mucho, fuimos al cine y a comer helados; estar con ella me hizo casi olvidar el incidente de hace unas horas, me sentía feliz aunque preocupado por lo sucedido. A las 7:45 ya casi todo el centro comercial estaba vacío, nosotros seguíamos recorriendo y conversando sobre diversos temas aunque yo decidí advertir sobre la hora, Angie estuvo de acuerdo pero me comunico la necesidad de ir al baño y me sugirió ir prendiendo el carro para irnos a la casa de mi tía, y así lo hice.

Nuevamente me topaba con un estacionamiento vacío y sombrío iluminado apenas por la luz mortecina de los postes y la luna, desde allí se podía escuchar la música y la algarabía de las zonas aledañas, el carro estaba cerca así que no me apresure mucho. Cuando estaba ya frente a la puerta, pude notar tres cosas: la primera era que había un leve olor a aguardiente, la segunda era que había un olor o más bien una peste a putrefacción y la tercera era el reflejo de una cara pálida y desfigurada sobre el vidrio de la puerta. Era el rostro de Vicente.