Entrevista al poeta venezolano Luis Moreno Villamediana (poesía contemporánea)

in #castellano6 years ago (edited)

Revista Poesía

Luis Moreno Villamediana es profesor en la Universidad de los Andes. Ha publicado Cantares digestos (1996) Manual para los días críticos (2001), En defensa del desgaste (2008), Eme sin tilde (2009), Laphrase (2012) y El edificio fantasma (2015). En el 2017 publica en Ediciones Letra Muerta Otono (sic), texto sobre el cual se ha centrado el interés de esta entrevista.

Entrevistador: Josué Calderón

En el poema inicial del libro se declara que los testimonios del texto no pertenecen a la historicidad y tampoco a una memoria inmaculada porque se dio en el coco y sufre de amnesia. Sin embargo, parece estar bien presente el nombre de los traductores de algunos textos que atraviesan el propio. ¿Podría hablar un poco sobre este interés de hacer presente a los traductores?

Como el propio libro trata un poco el tema del desarraigo lingüístico, lo cual se nota en el título, me pareció importante hacer mención a esos traductores, quienes serían los encargados de llevar las formas verbales de una lengua a otra. Esa presencia viene a reforzar, de alguna manera, el hilo central de todo el volumen, que es la necesidad no dolorosa, en este caso, de sentirse extranjero. Para mí, esa extranjeridad no implica ningún tipo de duelo, no supone tampoco una posibilidad depresiva. A mí me interesa el hecho de no sentirme cómodo en una lengua, no sentirme cómodo bajo ninguna circunstancia, prefiero ese toque de inestabilidad. Y creo que la labor del traductor está anclada en esa inestabilidad, porque la mayoría de lectores se refieren a ellos como los traidores. Traicionar implica dejar pasar lo extranjero, como se supone que hizo, por ejemplo, el famoso conde Don Julián en la historia española y en la literatura de Juan Goytisolo: el hecho de que el noble visigodo permitió que los árabes pasaran e invadieran la península. El traductor, un poco, encarna esa figura en forma contemporánea, ya que justamente le da cauce a esa extrañeza para que invada lo que se supone que es un territorio propio.

El oficio del traductor se hace presente. Hay un interés en pasar esta orilla o en quedarse atrapado del lado allá de las puertas del infierno. Puesto que el libro pretende ser una bolita que rebota de un continente a otro, ¿existe un miedo al silencio de la no traducción, del no intercambio?

En general no le tengo miedo al silencio y creo que ni siquiera considero la posibilidad de que exista. Alguna vez leí una entrevista de John Cage que dice que quien tanto propiciaba la utilización del silencio una vez entró en una cámara anecoica donde, se suponía, no iba a escuchar nada, pero para su sorpresa oyó los latidos del corazón. A partir de allí, se olvidó de la idea del silencio. Creo que la no traducción y el silencio se vinculan de alguna forma en el sentido de que es una propuesta teórica que en mi caso queda invalidada: como no existe el silencio para mí, siguiendo esa onda de John Cage, tampoco existe la no traducción. Es imposible, entonces, quien se vincula a textos de la lengua nativa no constatar que hay una presencia de lo foráneo. La no traducción no creo que pueda darse, incluso las malas traducciones son una presencia continua en la tradición literaria, de manera que es casi imposible omitir la práctica del traductor. La no traducción es una hipótesis que se plantea en relación con algunos textos difíciles, como los de Joyce o de Arno Schmidt, pero en realidad sus obras existen en otras lenguas, y el hecho de que haya múltiples versiones de cada uno de ellos indica que es un proceso cumplido. Así que la no traducción es una especie de propuesta que se agota en sí misma y para mí no tiene mayor fundamentación.

Por otra parte, se maneja la idea del Exodus/Semoth bíblico donde el sujeto no pertenece a ningún lugar, aunque su destino es una tierra utópica. ¿Qué podría decir sobre esta desdibujación del sujeto que no pertenece a ningún lugar, sino que se construye en el viaje donde busca pertenencia?

El sujeto no es una entidad fija, uno no es simplemente una serie de rasgos personales, familiares, culturales o históricos, sino también una cosa opaca. Esa opacidad creo que está presente (o traté de que estuviera presente) en el libro; no en términos de utopía; no como posibilidad de una tierra perfecta o paradisiaca donde pueda realizarse el sujeto. Ese lugar no existe y solo así es utópico en términos completamente literales y etimológicos. De esta manera lo traducía Quevedo: utopía, no hay tal lugar. Por suerte, no existirá nunca un sujeto invariable o incambiable, un sujeto más allá de lo histórico o puramente contingente.

Por otra parte, creo que el viaje es una necesidad constante, aunque puede llevar a la perdición, como uno lee de la figura de Ulises en la Divina Comedia. Hay una necesidad del continuo viaje, aunque haya al cabo de ese trayecto un naufragio, y, en ese sentido, creo que el naufragio es una presencia cotidiana. El sujeto es el náufrago constante y así lo acepto, como lo decía al principio, sin ningún duelo. Para mí, no supone ninguna complicación, ninguna tristeza, tampoco nostalgia, esa figura de un sujeto cabal. Yo prefiero siempre una cosa que se está construyendo constantemente, pero no se termina jamás, una especie de Helicoide, por utilizar un ejemplo arquitectónico venezolano, que jamás va a terminarse: edificios inconclusos como una sinfonía inconclusa.

¿Qué es la lengua en Otono (sic)? ¿La lengua de los náufragos?

Sí, es la lengua de ese náufrago, precisamente. La lengua de ese Ulises que no triunfa, porque no es el instrumento de comunicación del sujeto, sino el instrumento de balbuceo. Aquél es aplicable si y solo si uno entiende la comunicación con el esquema que se emplea en las clases de la Introducción a la Lingüística o que utilizan los comunicadores, en el sentido de que hay un cierto mensaje que se propaga de un emisor a un destinatario. No creo que exista tal mensaje, yo creo que la lengua siempre es más compleja que eso. Uno no tiene completo control de las formas lingüísticas, aunque uno lo crea. Uno no controla lo que está diciendo, aunque así lo parezca en algún momento. De manera que esa fractura de la lengua que uno ve en el libro acompaña a la fractura del sujeto que también se plantea en Otono (sic), creo que van parejos. Y volviendo al asunto de la inestabilidad, creo que ese el fondo movedizo de todo ese trabajo literario.

Llama la atención la estructura del libro, dividido en dos: Dall’altra parte del mondo y And Beyond. La estructura pretende ir más allá de las fronteras, pero entre “más allá” el sujeto, más se desconoce.

Las dos partes del libro tienen que ver en principio con un asunto práctico, porque aunque el grueso de Otono (sic) haya sido escrito en Italia (y a eso hace referencia el título italiano Dall’altra parte del mondo), la segunda parte, And Beyond, que además es una especie de referencia a la película Toy Story, a Buzzlight Year, de alguna forma hace alusión a mi vida en Estados Unidos, de manera, que está esa combinación de extranjeridades. Todo el tiempo que pasé a las orillas del rio Mississipi (más de ocho años), en confrontación con la otra parte, que tiene que ver con el itinerario italiano del viaje a Bogliasco, frente al mar de Liguria. Y sí, uno lo puede entender en términos teóricos como ese desplazamiento continuo, pues son diferentes formas de extranjería a partir del uso de diferentes de lenguas, contextos y experiencias. En el itinerario norteamericano, yo era un fulano que estudiaba Literatura Comparada con todo lo que eso implica: el traspase constante entre distintas lenguas y tradiciones. En cambio, la sección italiana fue una cosa muy específica, incluso bastante cómoda y confortable, porque fue el resultado de una beca, una beca de escritura que aproveché para desarrollar muchos de los textos que están incluidos en el libro. Pero es eso, siempre la pregunta: qué clase de sujeto es ese, qué es lo que permanece de ese sujeto en determinado contexto, qué es lo que varía de ese sujeto cuando cambia ese ecosistema y, tal vez, eso quede un poco en evidencia dentro del volumen, no estoy del todo seguro, y esa inseguridad también me parece muy conveniente.

Gracias por su tiempo, un placer. También quisiera felicitarlo por ganar el premio de ensayo de la Bienal Eugenio Montejo.

Gracias.

Editorial Letra Muerta

Editorial Letra Muerta: Aquiles Báez y Luis Moreno Villamediana en la presentación de Otono (sic)

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Oh, me agarras por sorpresa. No sé que es eso. Voy a investigar, muchas gracias. No lo había escuchado sino hasta ahora Aida.

Saludos.

Nota: ¿posteriormente podrías ayudarme con eso?

Además de muy inteligente, Luis Moreno Villamediana es uno de los mejores poetas contemporáneos venezolanos.
Felicitaciones por la entrevista.
Saludos.

Super inteligente.

Excelente entrevista, @aullidodecisne. No he leído ese libro en particular de Villamediana, pero sí conozco parte de su poesía. Gracias por compartir.

Es uno de los mejores libros de Villamediana, hay poemas muy interesantes. Lastima que no exista una versión digital para compartirlo.

Abrazo y gracias por leer.

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