El caballero perfecto
Saludos nuevamente, compañeros de viaje. Hoy regreso con este texto relacionado con el tema del transporte en mi país, Venezuela.
El caballero perfecto
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No es que hoy sea la primera vez que lo hago. No, por ser un simple mortal de a pie, para ir a cualquier parte de la ciudad debo tomar este transporte, si no consigo un aventón o colita con algún amigo o vecino que me saque de donde vivo. Ya he entendido que debo salir más o menos con dos horas de lo previsto porque los modelos señalados son pocos (cada vez hay menos a causa de la falta de repuestos, cauchos, etc., es decir, de la tan cacareada “guerra económica”) y si hay buena suerte puede ser que pase un autobús y ahí no importa que vayas parado, porque total vas un poco más cómodo, entre los culos que se pegan al tuyo y los cuerpos que te rozan por todas partes de la misma manera que tú a los de ellos...
Bien, hoy me fui a la parada más cercana a mi casa y ahí esperaban al menos unas 10 personas. Entre ellas, una hermosa muchacha con una enorme panza que mostraba unos 6 meses de embarazo. Ella y yo nos pusimos a conversar sobre lo que tardaban en pasar las perreras y sobre lo difícil que es para ella, así, embarazada, montarse en semejante carruaje.
Casi 40 minutos después, avistamos una perrera en la curva de Unicasa, la gente comenzó a apiñarse para ver quién lograba treparse primero en aquel armatoste. Yo, con mis brazos fornidos, logré hacerle a la muchacha embarazada un círculo de protección para que nadie la tropezara. Grité varias veces que tuvieran cuidado con la preñada. Como pudo, la mujer subió los altos escalones apoyada en el brazo de un jovencito que la jaló mientras yo la empujé por la cintura para alzarla. Ella nos agradeció el gesto.
Una vez dentro, a la pobre le tocó ir parada. Varias veces dije: “Coño, vale, aquí va una mujer preñada; alguien que le dé el puesto” y, palabras al viento, los sentados no querían soltar su premio, ni hombres ni mujeres, ni jóvenes ni ancianos. Nadie me veía, todos lanzaban sus miradas para cualquier parte del camión, menos hacia mí ni hacia la muchacha. Dije todo lo que pude sobre la caballerosidad perdida, que si ellos no habían tenido una madre, una mujer o una hija preñada. Y nadie decía ni hacía nada. Yo, con mis casi 50 años, he sido un caballero en todos los sentidos. No sé si el perfecto, pero he intentado mostrar mi amabilidad con las damas, mucho más con las que han rondado mi vida.
Aquella situación me dolía. No podía creer cómo hemos ido perdiendo nuestra esencia de personas gentiles. Lo único que me quedó fue decirle a la muchacha que se aguantara duro, que ya no quedaban caballeros en los asientos. Pensaba en mis tres hijas, que viven fuera del país, en que ojalá nunca tengan que vivir una experiencia como esta. Y recordé que un día Magdalena, la mayor, me dijo: “Papá, ten cuidado en la calle, un día de estos alguien te va a dar un coñazo por andar diciendo cosas. A la gente le molesta que le digan la verdad en la cara...”
Archivo personal
Aclaratoria: Mis imágenes, como pueden ver, son defectuosas, debido a que no es fácil tomar una fotografía dentro de una perrera porque es demasiado riesgo tener el celular en mano debido al movimiento del vehículo y de las personas que van en él.
Además, como no encontré imágenes de dominio público relacionadas con las "perreras", los invito a ver esta página
Que te puedo decir, mi querida @alidamaria. Hoy no llegué a la universidad por la dificultad del transporte y juré no volver a camiar todo ese trayecto (2km?) o arriesgarme en una perrera o camión cochinero. Mi vocación no llega a tanto. Se me ha hecho imposible no escribir sobre este y otros tantos desastres que vivimos a diario.
La situación que describes con tanta claridad va a empeorar. Esos "caballeros perfectos" ya están mutando. Hay aún vestigios de humanidad y decencia, pero están pendiendo de un hilo.
Así es, mi querido @hlezama, para escribir sobre nuestra realidad solo hay que mirar hacia cualquier lado y encuentras un tema que te duele y ante el cual sientes la necesidad de denunciarlo. Lamento que tú y mis tantos otros colegas no puedan ni siquiera llegar a sus puestos de trabajo por esta situación tan dolorosa. Te abrazo, perfecto caballero.
I upvoted your post.
Best regards,
@Council
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Hola, querida @alidamaria. Dolorosamente ilustrativo tu post de la realidad terrible que estamos sufriendo los venezolanos de a pie. Me ha tocado ver/vivir escenas como las que describes. Verdaderamente, son vivencias lamentables, más allá de que en ellas aprendamos cosas de la gente, de sus vidas, nos veamos a nosotros mismos, reflexionemos, y se convierta en experiencia. Gracias por compartir tu crónica. Saludos.
Hola, querido @josemalavem. Gracias por tu comentario, siempre tan certero. En verdad, es una terrible realidad que padecemos a diario. Yo viví esa experiencia (lógicamente para realizar el texto cambié el punto de vista del narrador). Ese día me quedé muy triste pensando en cómo hemos cambiado, o mejor dicho, en cómo nos han ido cambiado. Te abrazo.
El transporte público se ha convertido, hoy por hoy, en una de las cargas más pesadas para todos los vecinos de a pie que nos vemos en la forzosa necesidad de utilizar estos peligrosos armatostes para realizar nuestras diligencias cotidianas. Y pensar que, por los vientos que soplan, la situación no pareciera mejorar sino agravarse, como el país todo, día a día.
Gracias, @alidamaria, por publicar esta reseña del transporte público en Venezuela y mostrar aspectos de nuestras conductas ciudadanas.
Te abrazo.
Hola, mi querido @oacevedo. Gracias a ti por tu comentario. Sí, he pedido a seres de mi corazón que me prometan no montarse en las perreras que se ven más peligrosas, o que nunca vayan (por muy apurados que estén) colgados como las personas que se observan en la última fotografía del post. Pienso en sus vidas y también en la mía. Te abrazo, una vez más.
Retratas una dolorosa realidad. Yo trato de ser caballero siempre que puedo y a veces sin poder mucho que se diga. Estos son tiempos en los que "mono no carga con su hijo". Aprendí a no juzgar la falta de caballerosidad desde el día que le dije a un muchacho que le diera el puesto a una anciana y me dijo que estaba caminando y en cola desde las 6 a.m. y no había comido; ya eran las 3:30 p.m.
Esta situación es terrible y, sin duda, la retratas muy bien en este post, querida @alidamaria ☻♥
@marlyncabrera querida, tú y yo somos de la misma clase, amiga. Eso que cuentas me pasó a mí el año pasado cuando pedí exactamente eso: que un joven le diera el asiento a una ancianita. Y me respondió que tenía la rodilla operada. Me dio pena haberle pedido eso pero yo no podía adivinar su situación. Tienes razón, no debemos juzgar, sin embargo, entristece que vivamos situaciones como estas.
Ahora sí te mando el abasho que te debía...
¡Ah, ja, ja, ja! Abasho fuerte para ti. @gracielaacevedo dice que es lenguaje de Teletubbies :D
Es ciertamente una tristísima situación. Yo he podido optar por caminar, pero quienes viven en urbanizaciones apartadas están entre la espada y la perrera.
Vendrán tiempos mejores, decían mi abuela y mi madre. Qué así sea.
(Aplausos) Dos grandes verdades en un solo post: las personas se han convertido en animales y a nadie le gusta que le digan la verdad.
Muchas gracias por tu comentario, mi querida @hljott. Gracias por los aplausos. Suena duro decir eso, pero lamentablemente es la realidad que vivimos .
Hola @alidamaria. Aquí hay varias reflexiones y varias denuncias. Tal como señalas es muy difícil tomar una fotografía estética en las condiciones de transportarse en una "perrera" y me imagino que fue un riesgo hacerlas. Tenemos varios hechos sociales que nos llevan a la indignidad. Tenemos un tejido social golpeado diariamente por un "nuevo hombre-mujer", por un nuevo modelo que sacude las formas más elementales de la condición humana. A mi modo de ver es importante decirlo, tal como tú lo haces, porque no es posible que nos acostumbremos que esto es normal. ¡No es normal! ¡No es desarrollo sustentable! ¡Es una catástrofe!
Hola, mi querida @marcybethancourt. Sí, fue todo un riesgo. Tú, que sabes de fotografía, te imaginarás que allí no se puede cuadrar nada. Sacamos los teléfonos y como si estuviéramos leyendo un mensaje presionamos el disparador, sin ver ni siquiera la pantalla. Es decir, a lo loco. Y por eso ese resultado.
Esta situación que actualmente vivimos es indigna desde todo punto de vista. Y, como tú, la describo porque no la acepto y mucho menos me quiero acostumbrar a ella, pese a que estoy consciente de que cada día está peor y la solución podría no estar muy cerca de hoy.
Gracias por tu comentario.
Es difícil fotografiar en el túnel del tiempo, que es mas bien como un tobogán por el que el país se desliza hacia épocas pasadas arrastrando algunos elementos del presente cada vez mas defectivo e imperfecto.Sin embargo tu post lo logra, y para quienes no viven en Venezuela resultará un retrato de esta desgracia llamada socialismo del siglo veintiuno que huele a momias y a espanto.Gracias por difundir,@alidamaria.