MARX, FILÓSOFO. (TRIBUTO NO MONOVIDENTE A 200 AÑOS DE SU NACIMIENTO)

in #castellano6 years ago (edited)

Marx post 1.jpg

Quizá si aquí consideramos de manera lata y equilibrada la obra teórica de Marx, subrayando las ideas (no siempre conocidas) que este pensador nacido hace doscientos años en Tréveris (Alemania) gestó con denodada dedicación, podamos rendir el homenaje que merece a la luz de la multilateral influencia que tal obra ha producido al calor de los años y a nivel de todos los hemisferios del planeta.

Cuando usamos los significantes “equilibrada” y “tributo no monovidente”, sentimos que la intención asumida es evadir en lo posible, los sesgos conceptuales y emocionales que casi todo aquello que huele a marxismo, lleva consigo con demasiada asiduidad. Sesgos que van desde la recordada alabanza religiosa de algunos manuales soviéticos, hasta el rechazo absoluto a todo ese cuerpo teórico (verbigracia: Fukuyama, Carlos Alberto Montaner, Carlos Rangel), pasando por curiosos giros que ahora suelen hacerse del asunto, como el humor, la sorna, etc. (verbigracia: Ibsen Martínez, Eduardo Semtei).

Por lo dicho, creemos que nos puede ir bien en la descrita consideración a la obra de Marx, si tomamos como pista aquellas ideas que este pensador fue fraguando con esfuerzo en relación a la naturaleza de lo humano. Creemos que el empeño que Marx colocó desde el principio al fin de su trabajo teórico, en cuanto a lograr una explicación sobre la esencia del ser humano, se advierte en toda su extensión, dándonos hoy por hoy una alumbrante pesquisa para comprender tanto el punto en referencia, como otros asuntos tratados en esa obra (los temas económicos, políticos, morales…).

¿Qué es para Marx, la esencia humana? ¿Cuál es la naturaleza del ser humano?

Hay que tener en cuenta que la alta academia filosófica europea en la cual Marx se formó, la concepción que privaba sobre el asunto era la del maestro Hegel (alemán, 1770-1831). Sostenía este pensador que el fundamento propio de lo humano tenía, por un lado, factura histórica (y en tanto ello, contradictoria, cambiante; siendo el factor tiempo, harto importante) y por otro lado, factura inmaterial (solo pensamental, solo energética). Hegel -así- veía que en esencia, el ser humano era historia que se movía dialécticamente, y era, al mismo tiempo, abstracción, espíritu.


Hubo en tales condiciones académicas otro filósofo que decidió participar en estas tareas. Fue Feuerbach (también alemán, 1804-1872). Después de registrar un verdadero zigzag en cuanto a posiciones, a final de cuentas expone que la esencia humana tiene, a la vez, un carácter inmaterial (coincidiendo con Hegel) y un carácter netamente personal, individual. Jamás puede desparramarse en lo histórico, decía. En esto último, como se puede advertir, discrepa con Hegel.

Al calor de estas posiciones entra Marx a exponer con vehemencia las suyas. En uno de los escritos que dirige a Feuerbach en 1845, dice con claridad que este personaje, al ver la naturaleza de lo humano en términos inmateriales cae en un deleznable terreno religioso, y al ver la cosa en términos individuales ignora la verdadera fuente cual es la relación social. Textualmente expuso Marx: “La esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo aislado. Es, en realidad, el conjunto de las relaciones sociales”.

Como se puede ver, Marx asumió de Hegel la concepción histórica y dialéctica que profesaba sobre el fundamento de la hominidad, al tiempo en el cual se enfrentó tanto al abstraccionismo del mismo Hegel como al abstraccionismo de Feuerbach. Para Marx, como apuntamos, la naturaleza del ser humano es histórica y dialéctica y asimismo es material en tanto que está compuesta por el conjunto de relaciones sociales ¡reales! a lo largo del tiempo.

Estabilizado este criterio, Marx entiende que esas relaciones socio-históricas que determinan al ser humano no se mueven caóticamente. Se mueven contradictoriamente a punta de ordenamientos. A tales ordenamientos llamó modos de producción. Sostuvo que a lo largo del devenir, estos modos de producción van transformándose. El vigente, decía, es el capitalista; pero éste fue precedido por el feudalista, aunque el fudalismo haga lo posible por no morir. Marx dedica su mayor atención teórica a la comprensión estructural del modo de producción capitalista, tarea para la cual también crea la categoría formación social capitalista (lo cual no es otra cosa que las concreciones que tal modo de producción toma en el planeta; vale decir, naciones adelantadas, naciones atrasadas, en fin). Bueno es acotar que así los llamó toda vez que manejó el criterio de que los procesos consustanciados con el trabajo y la producción de bienes y servicios materiales, ejercen una determinación compleja (no lineal) en todas las manifestaciones humanas, incluyendo las vinculadas a las instancias más profundas de cultura (artes, imaginarios sociales, morales, etc.).

Sostenía el personaje aquí tratado a tenor de los doscientos años de su nacimiento, que una de las características básicas del modo de producción capitalista es que coloca sostenida y longitudinalmente a un sector harto reducido de las formaciones sociales capitalistas, como propietario de los medios de producción, sentenciando así a vastos sectores de esa misma formación social, a la necesidad de vender lo único que poseen en propiedad; es decir, sus fuerzas de trabajo. La venta de esta fuerza de trabajo cobra –con toda esta ola de actividad económica- un valor (el cual se expresa en dinero). Es la manera cómo el valor del trabajo, se expresa en un símbolo. Bien. El planteamiento que hace Marx es que el salario que el propietario de los medios de producción, paga al trabajador (el cual solo es propietario de su fuerza de trabajo), corresponde a una fracción del valor del trabajo, quedándose así aquél con una buena parte. A esta “buena parte”, denomina Marx, plusvalía. Plusvalía, vistas así las cosas, encarna el valor de la fuerza de trabajo; mas no del trabajo. Es, matemáticamente hablando, la diferencia dineraria que plantea el valor del trabajo y el valor de la fuerza de trabajo.

Para superar este estado de cosas que el filósofo de Tréveris (del cual nos estamos ocupando) considera como socialmente injusto, propone una ruptura en virtud de la cual la sociedad pudiera respirar aires no mercado-céntricos, sino aires humano-céntricos. En la prefiguración que de esta sociedad utópica, Marx –transfigurándose quizá en poeta- dice en 1875:

En la fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos al trabajo socialmente dividido, y con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad existencial; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse el estrecho horizonte de la legalidad burguesa, y la sociedad podrá escribir en su bandera: De cada cual, según su capacidad, a cada quien, según sus necesidades.

En contravía con lo que suele de Marx decirse por casi todos los lados, las aspiraciones que él formula en cuanto a la deseada sociedad, están asaz alejadas de todo igualitarismo social. Es más, asocia la sociedad capitalista, con un estado de cosas parecido a los rebaños. En tal sentido formula la categoría filosófica conciencia falseada (vale decir hoy: alienación, mono-ideologización).

Marx demanda a la historia, un rescate de la individualidad humana a punta de contar con una sociedad que premie las fortalezas particulares en el entendido de las vocaciones, aptitudes, en fin. Ello, sin exclusiones.

Cuando a la luz de los días de hoy (algo andado el siglo XXI) vemos el desmoronamiento de la inmensa mayoría de los ensayos que en el pasado siglo se echaron a andar en nombre de Marx y de los recién referidos sueños (y de los decadentes proyectos de análogo cuño que hoy en día se caen a pedazos), no nos cabe la menor duda que precisamente el igualitarismo omnipresente en todos esos ensayos sociales, tiene la mayor parte en materia de causas.

Es que todo igualitarismo mata la motivación por crear. Si en una sociedad equis, ye o zeta, se implanta régimen que conspire con la motivación personal para el trabajo productivo (en nombre de un Estado todopoderoso, de un líder mesiánico o de lo que sea), pues no habrá desarrollo humano, bienestar, en fin.

No nos cabe duda, pues, que el apego a lo humano, en el cual este pensador militó de manera sostenida, fue el acicate no solo para todo lo que de economía política escribió, sino para tomar el pulso a la materia (hecha masa, energía, movimiento y contradicción) en tanto elemento constitutivo de los fenómenos naturales; de las relaciones sociales; de la unidad conformada por pensamiento, lenguaje y emocionalidad; y del proceso socio-histórico de la formación de la individualidad humana (todo lo cual es el objeto de la ciencia y, a final de cuentas, de toda teoría).

Fue Marx un materialista empedernido, sin cerrar totalmente los postigos para unos… no sabemos qué. Lo cierto es que al final de ese sueño que recién aludimos, dijo textualmente: “¡He dicho y salvado mi alma!”.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Algunos apoyos:

Sort:  

¡Felicidades, #proconocimiento te valoró!


Has sido reconocido(a) por tu buen post por el Comité de Arbitraje y Valoración del Proyecto Conocimiento @proconocimiento.

Apoyamos y valoramos tu esfuerzo...

gif proconocimiento 2.gif


Proyecto Conocimiento es parte de la comunidad @provenezuela.

Pioneros en la plataforma #steemit en el reconocimiento y valoración a la Producción Intelectual en habla hispana.

“Contra el plagio, el discurso creador

Coin Marketplace

STEEM 0.20
TRX 0.15
JST 0.029
BTC 64572.94
ETH 2630.79
USDT 1.00
SBD 2.82