LAS TALES “REVISTAS CIENTÍFICAS” SON UN SEMIDISPARATE UNIVERSITARIO SIN PERDÓN

in #castellano7 years ago (edited)

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Desde afuera del mundo universitario normalmente se tiene entendido que asuntos como la investigación científica y otros vinculados al variado proceso de producción de conocimientos, son llevados a cabo a través de gerencias consustanciadas con criterios serios, plenos de conciencia. Se tiene la creencia, así, que las ideas que en las universidades se tiene sobre el trabajo de generar ciencia, tecnología, conocimiento humanístico, arte, en fin, llevan consigo una alta consistencia teórica y una alta coherencia lógica. Ah, pero viendo la cosa desde el interior de ese tan reconocido mundo, nada difícil es caer en la cuenta de la inmensa cantidad de dislates que ése arrastra década tras década, siglo tras siglo. ¡Eso es asombroso!

Muchas personas piensan que esta paradójica situación que se da en las universidades en la forja de conocimiento que ataña a su función institucional, está alejada de eso que llaman “primer mundo”… Es decir, que esas incongruencias ocurren solo en las instituciones universitarias de nuestros países de América Latina, África, parte de Asia, en fin. Hay que decir, en honor a la verdad, que no es así.

Uno de los mayores dislates que suelen cometer los pobres gerentes de casi todas las universidades del mundo está relacionado a la confusión que presentan y proyectan (a punta de todo género de normativas) sobre los diferenciales tipos de conocimiento. Es decir, suelen ver de manera plana y torpe, el honroso trabajo que las comunidades universitarias desarrollan, de producir conocimientos ("a pesar de todo").

Esa gente que hace gerencia universitaria identifica con desgraciada asiduidad, la labor de crear conocimiento, con lo estrictamente unido a la investigación científica, dejando en el limbo el resto de los campos propios de esa rica labor de fraguar conocimiento. Así, campos como la creación teórico-especulativa (filosofía, humanidades…), la creación tecnológica (sea basada en la ciencia o en otras instancias de la cultura) y la creación estética (sobre todo, el arte), son invisibilizados. Vemos con estupor que aún en nuestros días, una enorme parte de leyes, reglamentos y, en general, normas universitarias relativas a posibilitar la creación de conocimientos, dan cuenta solo de investigación científica, entubando al estudiante a formular hipótesis, medir variables y, en fin, a transitar por unos procesos que, si bien son dignos de todo crédito, no agotan en absoluto el rico campo de la producción intelectual. Esto ocurre aun en universidades en las cuales existen carreras y postgrados compenetrados con las humanidades, la tecnología, el arte…

Es de imaginar los choques de trenes que surgen con frecuencia en aquellos estudiantes de carreras como arte, como literatura, ¡como matemática!, en fin, a los cuales se les somete a los asépticos procedimientos de la versión hipotético-deductiva del método científico. Asimismo es de imaginar las contra-vías que se generan en aquellos profesionales que realizan estudios de postgrado en áreas tecnológicas como informática, como farmacia, como la ingeniería mecánica, en fin, a los cuales se les encasqueta la inefable disciplina del aludido método científico, a despecho de crear condiciones para invenciones de caminos en aras del progreso humano… Sean aparatos, programas de desarrollo, modelos computacionales, en fin…

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Lo que está ocurriendo con las tales “revistas científicas” es patético. Así llaman común y gruesamente los gerentes a las piezas hemerográficas en las cuales se publican (en papel o vía digital) aquellas exposiciones propias del esfuerzo creativo de los estudiantes de las carreras y de los estudiantes de postgrado. ¿Y qué pasa con quienes transitan por carreras, maestrías o doctorados con factura humanística, con cuño tecnológico o con impronta artística? ¿Qué pasa, pues, con los creadores en áreas no-científicas? ¿Qué pasa, por ejemplo, con la gente que produce filosofía, o arte? ¿Acaso tienen que someterse a normativas concebidas de acuerdo al método científico hipotético-deductivo, y a la figura de “revistas científicas”?

A todas éstas, no hay manera a través de la cual se les pueda meter en la cabeza a los tercos gerentes, que a tales órganos hay que denominar “revistas académicas”, en vez de otra cosa. Revistas académicas en las cuales han de tener cabida, ciertamente, las producciones científicas, pero también las tecnológicas, las humanísticas y las artísticas.

Pudiéramos seguir trayendo a colación en este artículo, casos que evidencien lo que al principio expusimos sin reservas, pero agotaríamos el espacio que, en términos de moderación, tenemos para ello. Preferimos hacerlo a manera de entregas progresivas. Sin embargo, hay uno el cual es muy curioso. Muy curioso, dado, por un lado, que tiene una “denominación de origen” propia de la prestigiosa Europa universitaria de “primer mundo”, y, por otro, que constituye como el otro lado de la moneda (en cuanto al punto central de este post). Se trata de los títulos curiosamente llamados “PhD”. La tradición que está detrás del uso de ello, parece que fue (¿o va?) en contra-vía con la aciaga costumbre recién aludida de premiar lo científico, a despecho de todo lo demás. Literalmente, “PhD” no es otra cosa que el acrónimo de “doctor en filosofía”; aun así tal título es susceptible a ser otorgado -además- a quien realice un alto estudio en ciencia, en tecnología o en arte. Si -por ejemplos- el señor Wilson, la señora Chang y el señor Pérez hicieron sus respectivos cursos avanzados en Tecnología de Alimentos, Bioquímica y Arte Dada, pues todos, ¡todos!, recibirán el título esencial de “Doctor en Filosofía” (PhD). ¡Nada más loco!

Con políticas gerenciales como las aludidas, la pobre filosofía del conocimiento ha de pasar a ocupar un puesto en el cementerio del olvido… También la pedagogía...

Una vez más hay que decir a los ministros de educación, a los rectores universitarios y a la pléyade de cargos que existe unida a ésos, que:
1) Lo que define el dominio de lo científico es que en su cuerpo hay objetivación; es decir que los conocimientos que porta han tenido que ser sometidos a la confrontación con la realidad concreta (y con la teoría histórica con la que se cuenta, en materia de globalidades), logrando provisionales acoplamientos lógicos.
2) Lo que define el dominio de lo filosófico es que en su cuerpo hay elucubración, especulación, cavilación; siendo la crítica, el alfa y el omega.
3) Lo que define el dominio de lo estético es que en su cuerpo hay juicio a lo bello, a su contrario y a las gradaciones y giros de todo ello.
4) Lo que define el dominio de tecnológico es que en su cuerpo hay disposiciones normativas, instrumentales, de cara a desarrollar realidades, habida cuenta criterios de desarrollo social asumidos.

Ministros, rectores, en fin, funcionarios todos… ¡bueno es hacer unos paréntesis en las labores políticas y/o empresariales en busca de posiciones (lo que a ustedes tanto gusta), y entonces dedicar el tiempecito que de ello brote, para estudiar de verdad, verdad!

La Universidad os premiaría...

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Excelente post. Ahora te voy a seguir amigo.

El mundo de Steemit es inmenso, y como cosas de la vida, hoy encuentro a un gran profesor que me dio clases en el pedagógico de Barquisimeto. Saludos prof.
Me encantó su post, me quedó "Ministros, rectores, en fin, funcionarios todos… ¡bueno es hacer unos paréntesis en las labores políticas en busca de posiciones (lo que a ustedes tanto gusta), y entonces dedicar el tiempecito que de ello brote, para estudiar de verdad, verdad!"

¡Complacido con este re-encuentro, @blanca56!

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