¿LAS CÁTEDRAS DE "METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN" TIENEN SENTIDO?

in #castellano6 years ago (edited)

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Conocí las cátedras universitarias de “metodología de la investigación” en 1966 cuando estudiaba el segundo año de una carrera pedagógica en la ilustre Universidad Central de Venezuela, en Caracas. Resaltaba en tal contexto la participación del profesor Víctor Morles; también de la profesora Nacaríd Rodríguez. En buena parte, tomaban estos docentes como filón para la administración de las asignaturas, unos libros “clásicos” (así llamados) que nos llegaban de EE. UU. y de Francia. En esencia, el punto era que en tales materias se nos adiestraba a elegir un problema educacional para “ser investigado científicamente” por nosotros. Claro, un problema educacional tan puntual y tan fuera de romanticismos o “incursiones aéreas” que manifestara suficiente susceptibilidad a ser indagado. Planificar investigaciones de asuntos como, por ejemplo, “el ausentismo escolar en los países africanos, vinculado (probablemente) con la situación de guerra vivida por ésos” o “la maldad de los maestros en la provincia equis de la nación ye, vinculada (quizá) a la falta de formación profesional de ésos”, resultaban, pues, fuera de lugar. El primero, por desparramado, por inaprehensible por nosotros; el segundo, por subjetivista, por etéreo, en fin. Ah, pero en cambio disponerse a investigar problemas como “la (presunta) relación del bajo rendimiento académico en tal escuela primaria de tal comunidad de nuestro país Venezuela, con los niveles de nutrición (o de desnutrición) de los niños involucrados”, y otros escogidos tan "asépticamente”, resultaban en cambio, verosímiles, procedentes, realizables.

A punta de esa racionalidad, ejercí la profesión de docente universitario de “metodología de la investigación educacional” a partir de 1973 (recorriendo algo así como década y media), tomando como “bisturí” el aludido valor de culto a lo factual; a lo estrictamente unido al hecho, a lo medible.

A finales de los ’80 tomé una cátedra de esta factura en un postgrado de medicina, advirtiendo en los participantes de bata blanca que la formación recibida por ellos honraba sin ambages un orden de concepciones caracterizada justamente por la valoración preferencial a lo factual y mensurable.

Dentro de este cuadro de experiencias vividas, me hallé en algún momento con una situación de suyo interesante. Ya arrancaban los ’90. Ocurre que tanto los compañeros de trabajo que formaban docentes (para la escuela secundaria) como los compañeros de trabajo que ejercían la medicina (y coadyuvaban en la formación universitaria de médicos) prácticamente se obstinaron de colocar todos los huevos didácticos en la monótona cesta del llamado “método científico hipotético-deductivo”. Si bien unos y otros profesores consideraban que propender a que los estudiantes comprobaran (o rechazaran) relaciones de factores como lo aludidos, a punta todo ello de administrar con destreza procedimientos prácticos y estadísticos de control, resultaba –en efecto- una tarea con real sentido académico, pues no obstante sentían ellos que, por una parte, la monotonía les hacía sentir que la labor en referencia ofrecía un tanto “sabor a nada”, y, por otra parte, el devenir sugería que había que hacer algún viraje.

Confieso que en esos tempranos años ’90 hice un viraje a mi labor docente y en consecuencia dejé algo atrás esas cátedras de enseñanza del método científico hipotético-deductivo, olvidando un tanto el olor al formol, a asepsia, a estadísticas (correlaciones y tablas “t”)… Me dediqué a otras asignaturas académicas...

En cuanto a los profesores que siguen al frente de esas cátedras a instancias de la formación de docentes y de otros profesionales de factura sociológica, veo hoy en día que abrazan con frecuencia –y ánimo- otros métodos que si bien la historia no les ha dado status científico (habida cuenta que no logran objetivación), ofrecen aun así conocimientos calientes de necesaria consideración para las batallas ideológicas e incluso filosóficas del acontecer social. He allí los métodos cualitativos, de historia personal, heterotópicos, investigación-acción, etc. Ojalá que no se expanda el peligro encarnado en las turulatas posiciones de algunos de los académicos involucrados en estas incursiones, las cuales radican en confundir el interés que éstas llevan consigo, con una supuesta “nueva cientificidad”; ello sin esperar que se produzcan universalmente verdaderas -como diría Kuhn- "revoluciones".

En cuanto a los profesores que siguen al frente de esas cátedras de métodos de investigación hipotético-deductivas a instancias de la formación de profesionales de la salud (en Occidente), veo hoy en día que al tiempo en el cual abren tímidos postigos a nuevos métodos (que suelen llamar “alternativos”), propenden virtuosamente a asignar a los conceptos de totalidad persónica y humana en general, la importancia que realmente portan (dejando atrás, así, visiones miopes, inmediatistas, del fenómeno de la salud hominal). Quizá sea por eso que en los proyectos e informes sobre cuestiones indagatorias, el capítulo “marco teórico” haya dejado de ser, poco a poco, un asunto adjetivo, suntuario, de adorno.

En estos días de finales de la segunda década del siglo XXI, invoco a unos y otros, que dirijan suficiente atención a dos cuestiones de especialísimo interés metodológico-científico; a saber:

  • Tanto la realidad objetiva como el resto de los objetos que la ciencia hace suyo en su hacer (pensamiento, simbolización…) tienen carácter sistémico, registrando en todas las manifestaciones de este carácter: parecidos, analogías, isomorfias.
  • A estas alturas del desarrollo de la ciencia, parece ser que las aspiraciones que esta lleva en sus entrañas está yendo un tanto más allá del establecimiento de algoritmos. Da la impresión que está ya abrazando el ideal de predicción que el asumido concepto de virtualidad lleva consigo (a través del aporte ofrecido por la matemática y las ciencias computacionales).
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hay muchas áreas de estudios que demandan investigaciones y cada vez que transcurre el tiempo menos son aquellos que se capacitan para dar calidad o peor aun las instituciones no refuerzan esto

Su planteamieto invita a seguir dando lo mejor de sí, a la academia. Gracias, @marynes5.

Saludos profesor, felizmente, la heterogeneidad está ganando espacio en la academia, gracias al esfuerzo de docentes que se empeñan en explorar nuevos rumbos epistémicos. Es un trabajo lento, pero que va dando sus frutos, sobre todo en investigaciones cualitativas abordadas con ese criterio sistémico del que usted habla.
Gracias por su entrega.

Gracias a usted, amigo @tresminotauros. En contacto.

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