La impotencia del discurso del calentamiento global y el cambio climático enfrente del cambio galáctico inminente.

Uno de los problemas absurdos y sin solución racional posible del siglo XXI, guarda relación con la actuación del Panel Internacional del Cambio Climático adscrito a la ONU, IPCC en sus siglas en inglés, un panel profesional encargado de los estudios relacionados con el clima y velar por el cumplimiento de las políticas globales para enfrentar, primero el "calentamiento global", y luego el cambio climático.  

Hasta ahora, dicho panel de profesionales sostiene un conjunto de "argumentos", en mi opinión, más políticos que científicos, afirmando que el consumo de combustibles fósiles por una industria basada en tecnologías industriales del siglo XX, emiten a la atmósfera grandes cantidades de CO2, un gas que según el IPCC, causa un efecto invernadero elevando la temperatura promedio del planeta, lo cual dentro de unos años derretirá los polos causando inundaciones de las tierras bajas cambiando el clima sobre la tierra.  

Bajo la amenaza y el chantaje de estos "argumentos" se estableció años atrás toda una política global desde la ONU, para impedir el desarrollo de las naciones no industrializadas mediante las únicas tecnologías disponibles de acuerdo a sus conocimientos científico-técnicos y posibilidades económicas. El IPCC negó a la mayoría de las naciones del planeta el desarrollo futuro de una industria basada en el consumo de energía proveniente de los combustibles fósiles: el carbón, petróleo y gas.  

Alrededor del discurso terrorista del "calentamiento global" surgieron nuevas instituciones guardianes del clima, se crearon los impuestos del carbono, créditos de carbono que autorizan a consumir cuotas de combustibles fósiles, nuevas tecnologías energéticas no sustentables por sí solas que requieren grandes subvenciones públicas de los Estados, como sucede con la energía eólica y energía solar. Además de las restricciones y prohibiciones contra el uso de combustibles fósiles establecidos en varios tratados, entre ellos el Protocolo de Kyoto firmado en 1997 en una de las cumbres mundiales sobre el clima.  

Hasta la primera década del siglo XXI el IPCC sostenía en el primer orden de su propaganda sobre el clima, el peligro del calentamiento global; pero la naturaleza le torció la mano a sus predicciones "científicas", y la temperatura media del planeta durante las últimas dos décadas en lugar de subir comenzó a bajar, hasta el punto en que hoy destacados investigadores y varios estudios científicos realizados en distintos lugares del planeta, tienen entre sus resultados conclusiones contrarias a las afirmaciones sostenidas por el Panel Internacional del Cambio Climático de la ONU.  

El IPCC, en lugar de revisar y rectificar sus "argumentos científicos" huyó hacia adelante, y de la noche a la mañana eliminó de su vocabulario y propaganda "científica" el discurso del calentamiento global. En adelante el peligro lo constituye el cambio climático. Ahora, cualquier fenómeno natural con determinada magnitud y frecuencia, como terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis, huracanes, lluvias, deslaves, nevadas y sequías forman parte de los nuevos discursos mediáticos terroristas de la propaganda del cambio climático en su nueva etapa. 

Resulta que una de las cosas más comunes respecto al clima de la tierra es su cambio constante. No es ninguna novedad que el clima cambie, hoy está cambiando porque siempre ha cambiado, nunca ha tenido largas temporadas de estabilidad. Siempre ha tenido picos extremos de cambio y picos extremos de tranquilidad y sosiego. Lo que si es cierto hoy respecto al clima, es que el conocimiento del hombre sobre el universo como resultado de los estudios realizados con las diferentes herramientas construidas para mirar, medir y entender mejor la naturaleza del cosmos, han permitido al hombre verificar una serie de fenómenos y elaborar teorías y métodos para usar todos los resultados obtenidos, los cuales han dado como producto un conocimiento nuevo relacionado con el clima de la tierra y la naturaleza de la galaxia Vía Láctea.  

Por encima y a pesar del discurso y el poder político detrás del IPCC, el clima futuro no solo va a continuar cambiando, sino que a la vez cada día empeorará más y más, por encima de los extremos hasta ahora medidos y ocurridos durante los recientes 20 milenios transcurridos en los últimos 66 millones de años, período del ciclo completo de rotación del sistema solar alrededor del eje central de la Vía Láctea. De acuerdo con los estudios realizados sobre las extinciones masivas de las especies biológicas ocurridas en la tierra, cada vez que el sistema solar transita por ese espacio de la galaxia a donde ha comenzado a entrar al culminar el ciclo de su movimiento de traslación, en la tierra se han extinguido hasta el 98% de todas las especies biológicas.

Hasta ahora, solo pocas especies biológicas sobrevivieron a las anteriores etapas de extinciones masivas de los seres vivos terrestres. Ante la evidencia anterior, la pregunta del momento a responder sería la siguiente: ¿será el hombre científico actual capaz de superar y sobrevivir a las fuerzas de la naturaleza galáctica acompañadas por leyes legítimas que rigen el movimiento de la Vía Láctea?. 

Hasta ahora, la única respuesta coherente de los hombres a semejante desafío enfrente, sería la preparación de un plan general de la humanidad para buscar un lugar seguro donde podamos refugiarnos todos mientras pasa el peligro aquí en la tierra, o mudarnos de planeta de manera definitiva a otro similar al nuestro, donde el ciclo de la naturaleza galáctica no se realice con la violencia puesta de manifiesto en la Vía Láctea. 

Pero para lograr esto último, habrá que superar dificultades elementales de larga data recurrentes en la historia humana. Mientras no se eliminen los conflictos sociales entre familiares, vecinos, pueblos, ciudades, naciones, continentes y a la vez se acabe con la explotación, el saqueo y las guerras de expansión y conquista de los recursos de los pueblos más débiles, la especie humana estará condenada a su extinción. De esta manera, sus despojos se sumarán al registro geológico de los fósiles de las demás especies biológicas pasadas que no resistieron la violencia de la naturaleza galáctica y su legítimo movimiento. 

Y de nada servirán los llantos, lamentos o gritos pronunciados por los discursos ambientalistas de las religiones del siglo XXI, encabezadas por las diversas sectas ecológicas al servicio de las oligarquías financieras e industriales globales y del poder de los complejos industriales militares de todo el mundo. Sin la cooperación en paz de todos los habitantes de la tierra concentrados en aprender y estudiar organizados en equipos de trabajo sistemáticos, con la visión puesta en el objetivo de encontrar una salida para la supervivencia de toda la especie humana, hoy enfrentada al dilema de intentar sobrevivir todos juntos o extinguirnos como especie sin hacer nada, excepto continuar sufriendo solos, aislados y exterminarnos unos a otros. 

Tal como hoy padece el pueblo venezolano por causa de diversos explotadores locales y globales que saquean a manos llenas los recursos y bienes del país, de manera impune y ante la vista de todos los poderes del mundo, quienes participan del saqueo de una u otra manera, sin que nadie hasta ahora defienda al pueblo de Venezuela, atacado además desde su interior por todas sus élites dirigentes convertidas en sus peores enemigos: religiosos, intelectuales, dirigentes sociales, sindicalistas, burócratas públicos, políticos, empresarios y militares. 

 Y pensar que para superar la amenaza galáctica es necesario contar con toda la capacidad humana existente para pensar juntos en una solución al dilema existente alrededor la supervivencia humana. Entre menos hombres y mujeres existamos sobre la tierra, mucho menos posibilidades tendremos para conseguir una solución y sobrevivir como especie. Aquí no sirve ninguna solución egoísta, mezquina, reduccionista ni oligárquica que sentencie: "entre menos seamos mucho mejor viviremos".  

La tarea enfrente inmediata de la humanidad es detener todos los conflictos existentes sin violencia, transformando los contingentes militares y las fuerzas armadas en unas potentes fuerzas desarmadas universales. Solo así se podrá construir una paz que haga posible crear el ambiente necesario para trabajar unidos intentando salvar y preservar la especie humana. ¿Será posible que la humanidad se salve a si misma cooperando, en lugar de acelerar su extinción como lo viene haciendo hasta ahora mediante la explotación de unos contra otros, los saqueos y las guerras de conquista permanentes? Amanecerá y luego veremos... 

Micifus.