Historia de un taxi. Capítulo 3.

in #busy6 years ago (edited)
Ricardo Arjona tiene su historia del taxi, una de sus canciones más famosas, ¿quién no ha coreado esa canción? Como taxista he vivido múltiples historias. desde montar borrachos, hasta mujeres a punto de dar a luz. Crónicas que ya les he contado en post anteriores.

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¿Qué es lo que hace un taxista seduciendo a la vida?
¿Qué es lo que hace un taxista construyendo una herida?
¿Qué es lo que hace un taxista cuando un caballero, coincide con su mujer en horario y esmero?
Me pregunté… eeee eeeee.
Ese Ricardo es un pillín.


Hoy mis estimados stemians quiero contarles un episodio vivido, que es algo arriesgado contarlo, pero lo haré por la libertad de las actuaciones de los involucrados.

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Una buena noche de trabajo en mi carro, por allá en más o menos el 2005 o 2006, andaba yo, dándole vuelta a la ciudad esperando por algún pasajero, o alguna llamada que entrara a la central que pudiera cubrir. En eso de estar manejando escuchando alguna emisora de radio, hacen un llamado desde la central, solicitando un servicio a una dirección mencionada.

Un L50 para la UB16. El más próximo.
El alfa 97, L50 en la UB14.

Me reporte estando cerca y disponible para el servicio. En eso.

Alfa 4, L50 en UB15, a dos cuadras del lugar.
Ok. Alfa 4, L55 a la ubicación UB16. Dice la centralista.

Otro compañero taxista estaba más cerca y fue a cumplir con ese servicio. Pasaron como 2 minutos y la centralista me hace el llamado preguntando si estoy disponible aun o si estoy ocupado. Le respondo que sigo disponible y cerca de la dirección. Me piden por favor, me llegue al domicilio y si el otro taxi todavía está allí, no llegue, sino que espere algo retirado. Luego que se retire, avance hasta el sitio. Todo esto en puras claves, así como en las películas americanas que dicen en las patrullas de policía a cada momento “10-4”.

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Así lo hice, espere el retiro de la otra unidad y me acerqué poco a poco, al llegar al sitio, una pareja abordó el taxi. Sin importar que yo estuviera allí, comenzaron su conversación muy tranquilos, como si nada. Por eso digo que les cuento esta historia, por la actuación sin perjuicios con que actuaron ellos.

La conversación se basada, siéntense para que no se caigan, de la supuesta infidelidad de una chica que se alejó en el primer taxi, siendo novia del hombre que abordó mi carro con su amiga. Esta amiga le explicaba que ella sospechaba de la chica, por su manera de comportarse con él en ciertos momentos, el hombre está incrédulo a las palabras de su amiga, negándose a creer en sus comentarios. Yo callado.

Me pidieron que siguiera el otro taxi, sin que aquel se diera cuenta. Todo tipo película hollywoodense. Agarramos hacia el centro de la ciudad, a cierta distancia para no crear sospecha, al llegar a una esquina concurrida de restaurantes el taxi se detiene. Se baja la chica, el novio en mi carro le dice a su acompañante que seguro va a comprar algo de comer, pero la chica sube a una camionetota que le hacía espera. A todas estas, mi asombro por la tranquilidad de como ellos manejaban la situación disminuyo y ahora lo que sentía era curiosidad por el final de los hechos.

¡Viste! Yo te dije.

Le dice la mujer a su amigo.

El amigo quedo mudo, no pudo gestionar palabra alguna a partir de ese momento por largo rato. Aquí dije, se prendió la camorra. Su amiga me invita a proseguir la persecución ahora de este nuevo carro, tomando otra dirección rumbo a un lugar desconocido.

Desconocido para ustedes amigos lectores, pero para nosotros la sospecha se hizo evidente.

Al igual que el seguimiento sigiloso anterior, nos mantuvimos a distancia del otro vehículo, que no sospechó que le seguía un taxi. Llegamos al sitio, la camionetota entró al estacionamiento de la morada, que serviría de sitio del alegre esparcimiento para ellos por un rato. Mi cliente me dice que me detenga justo en la puerta del garaje, yo le respondo que no, porque no me quiero meter en problemas, el acepta y me dice de nuevo, detente a un lado que no te vean, que la quiero saludar. Eso hago, mientras que él se baja del taxi, se dirige a la puerta y le toca el vidrio a la camionetota.

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La gente de la camionetota sorprendida voltea y ven al sujeto, este los saluda con la mano. Se voltea, se dirige al taxi, sube y me dice; vámonos que ya vi lo que tenía que ver. Señores, la agarro con la mano en la masa. Respire un poco tranquilo, en un momento pensé que se prendería la tercera guerra mundial, estando yo en medio de semejante locura, pero todo tuvo un final feliz. Para mí.

Volvimos a la dirección original del cuento, ellos se despiden, dan las gracias, pagan y se bajan. Yo arranco el carro, me alejo y le pido a Cristo que no reconozcan el carro.

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Esta fue otra vivencia de un taxista de la pequeña urbe capitalina de Apure. ¿Qué cosas vive un trabajador del volante, no? Hay más historias pero para una próxima ocasión.

Gracias por leer, feliz vida.

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¡Felicitaciones!



Puedes consultar el reporte diario de curación visitando @entropia

Mil gracias gente de @entropia.

Dios, cuanta aventura jajaja y que bien contada, por eso digo que es mejor siempre andar con la verdad pues, entre cielo y tierra, nada oculto hay, excelente historia, saludos.

Así es amiga @marybellrg, aquí todo se sabe. y más cuando se trata de una ciudad pequeña como San Fernando. Abrazos. Gracias por leer.

Saludos, @panchocroquer. Muy bueno. Parece mentira que en San Fernando pasen tantas cosas. Un abrazo.

Pasan. Pueblo chico, infierno grande, ja ja ja ja ja

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