Por ahí se ha escuchado, se cuenta, que allá en lo alto de unas montañas, existe un lugar mágico. Un lugar que atrae a los elegidos, un lugar donde el viento al cruzar entre las cimas, habla y convoca a seres especiales con una misión. Un lugar donde las nubes y la neblina permiten entrever, cual panorámicas pantallas, lo que fue, lo que es y lo que será.

En ese lugar mágico, es donde está La Puerta. Si, La Puerta, esa misma que cuando la cruzas te transporta a dimensiones y lugares en donde cumplirás tu misión de vida.

En ese lugar mágico fue naciendo una colmena. A la que fueron llegando muchas, muchas abejas, convocadas por el viento, atraídas por la neblina y las nubes. Toda una constelación de seres especiales, tan, pero tan especiales que podríamos llamarlas raros, llamarlos locas, llamarlas únicas.

Muchas abejas llegaron dudando de quienes eran, o no lo sabían o no lo habían visto. Otras abejas en vez de polen arrastraban consigo pesadas cargas llenas de huesos y recuerdos. Otras estaban ciegas, incapaces de ver más allá de sus antenas. O sordas que además no querían escuchar el bzzzz, bzzz de la colmena.

Pero todas fueron convocadas, atraídas por una reina, (o por dos). En principio la colmena fue visualizada por una reina proveniente de otro portal rodeado por montañas llenas de SUOERTE. Mientras otras abejas ya estaban allí, y eran lideradas por una reina que a veces actuaba cual obrera.

Comenzando así la construcción de la colmena, con el propósito de preparar la crianza de la que sería la muy especial primera generación de abejas destinadas a cruzar La Puerta. Pero ocurrió una particularidad…

Continuará...