La Leyenda del Charro Negro/The legend of Charro Negro
Debo confesar que esta leyenda la desconocía, pero al pareces es tan conocida como la de la "llorona" otra leyenda clásica, que después narraremos.
Se dice que en México "El Charro Negro", es una leyenda muy conocida, es un ente que pasea en un caballo azabache por las calles de los pueblos:
Un hombre alto, de aspecto elegante, de impecable traje negro compuesto por una chaqueta corta, una camisa, un pantalón ajustado y un sombrero de ala ancha deambula en la profundidad de la noche en los solitarios tramos que unen los pequeños pueblos del México rural, sobre el lomo de un caballo enorme y de color azabache.
Quienes han tenido trato con él, lo presienten como el Diablo. No ignora a los hombres, a los que les ofrece amables conversaciones, pero su clara preferencia son las mujeres, a las que seduce con su mirada elocuente y palabras cálidas. Nada malo puede decirse del Charro Negro si el viajero se limita a permitir su compañía hacia su lugar de residencia; si se acerca el amanecer, se despedirá cortésmente y se marchará con paso lento, al igual que si el sendero que recorre lleva a las cercanías de una iglesia.
Pero si, por el contrario, la mujer cede a sus ofertas de aligerar el viaje y acepta montar el caballo, esa acción será el principio del fin: Una vez sobre el animal, la infortunada descubre que es imposible bajarse. Es entonces cuando el Charro Negro vuelve a su montura y se aleja con rumbo desconocido, sin hacer caso de los ruegos o los gritos de su víctima, a la que no se le vuelve a ver jamás.
En algunos estados de la República Mexicana, la gente cuenta que en las noches de luna llena, por los caminos rurales o poblaciones alejadas, se aparece un jinete flaco y de cara cadavérica, que, montado en un lustroso caballo negro, ofrece una bolsa llena de dinero... Pero por temor, nadie la ha querido aceptar. Allá por el año de 1966, el señor Miguel regresaba a su casa, situada en las afueras del puerto de Veracruz. Aunque había luna, ésta se escondía entre las copas de los árboles, por lo que reinaba cierta oscuridad, que causaba gran impresión por las formas fantasmagóricas que se formaban con las sombras de la luna.
De pronto, Don Miguel sintió que alguien lo seguía pero no quiso voltear, sino que apresuró más el paso, empuñando el machete que siempre lo acompañaba. Sin embargo, cada vez sentía más cerca a ese alguien que lo seguía. De repente, un sudor frío se apoderó de él, sintió que se desmayaba, pero pese al miedo decidió enfrentarse a lo que fuera, volteó el rostro y con asombro vio una diabólica escena... Era un gran caballo negro, de pelo brillante y lustroso, pero con ojos espeluznantes que parecían lanzar fuego. Lo montaba un hombre alto y flaco, con un sombrero negro. No tenía ojos, nariz ni boca. En suma, era algo espantoso, por lo que don Miguel no pudo moverse, ni hablar.
Temblaba de terror y más cuando el siniestro charro sacó una mano que se veía roja y con larguísimas uñas, tomó una bolsa de su caballo y la extendió ofreciéndose la al aterrado hombre, quien vio cómo la bolsa se abrió y mostró su interior lleno de dinero; pero don Miguel no quiso aceptarla. El jinete se la volvió a ofrecer y tampoco le hizo caso. Entonces el charro negro se volvió con su caballo sin pronunciar palabra y se alejó... Pero Miguel nunca escuchó el galopar del caballo, cosa que lo atemorizó mas, pronto se sobrepuso y continuó su camino rumbo a su casa. Al llegar, estaba tan asustado que no pudo cenar. Contó lo sucedido a su esposa. La cual también se aterrorizó.
Como es de suponerse, esa noche ambos no pudieron dormir, por lo que al día siguiente Miguel se levantó temprano y acudió al lugar donde se le había aparecido el misterioso charro. Buscó con cuidado, pero no halló nada que pudiera tomarse como indicio de su existencia. Por la noche don Miguel tuvo la necesidad de volver a pasar por el lugar, temeroso de encontrarse con el charro, pero ya no se le apareció esa noche ni otra más.... No hubo más apariciones.
Pasó el tiempo y Miguel ya casi ni se acordaba del encuentro con aquel misterioso charro negro. Pero una noche, ya muy cerca de su casa, se topó de nuevo con el aparecido, quien con voz cavernosa le dijo que tomara la bolsa con el dinero. Como el hombre no la aceptó por temor a que fuera cosa del diablo, el charro le dijo con voz aún más cavernosa:
–Me volverás a ver muy pronto...
Don Miguel medio muerto de miedo, sin volver la cabeza, echó a correr y no paró hasta llegar adentro de su casa. Su mujer salió espantada y le gritó:
–¡Miguel, mira, el charro se está asomando por la ventana... Anda, sal y orínate en cruz afuera de la puerta, dicen que así no puede pasar el maligno!
Miguel, tembloroso, salió de su casa y se orinó en cruz fuera de la puerta. En cuanto terminó de rociar el piso, el caballo relinchó en forma macabra, y jinete y animal a todo galope se perdieron en la oscuridad de la noche. Desde entonces ni Miguel ni su mujer han vuelto a ver al charro negro. Pero muchas otras personas de la región han contado la misma historia y aseguran que también lo han visto.
I must confess that this legend did not know, but apparently is as well known as the "weeping" another classic legend, which we will narrate later.
It is said that in Mexico "El Charro Negro" is a well-known legend, it is an entity that walks on a jet horse through the streets of the towns:
A tall, elegant-looking man in an impeccable black suit composed of a short jacket, a shirt, tight pants and a wide-brimmed hat wanders in the depths of the night in the lonely stretches that connect the small towns of rural Mexico, on the back of a huge and jet horse.
Those who have had dealings with him, they perceive him as the Devil. He does not ignore men, to whom he offers pleasant conversations, but his clear preference is women, whom he seduces with his eloquent look and warm words. Nothing bad can be said of the Charro Negro if the traveler is limited to allowing his company to his place of residence; if dawn approaches, he will politely say goodbye and leave with a slow step, as if the path he is walking leads to the vicinity of a church.
But if, on the contrary, the woman gives in to her offers to lighten the journey and accepts to ride the horse, that action will be the beginning of the end: Once upon the animal, the unfortunate discovers that it is impossible to get off. That is when the Black Charro returns to his mount and moves away in an unknown direction, ignoring the prayers or cries of his victim, which is never seen again.
In some states of the Mexican Republic, people say that on full moon nights, on rural roads or remote towns, a skinny rider with a cadaverous face appears, who, mounted on a shiny black horse, offers a full bag. of money ... But out of fear, nobody has wanted to accept it. Back in the year of 1966, Mr. Miguel returned to his house, located on the outskirts of the port of Veracruz. Although there was a moon, it was hidden among the treetops, so there was a certain darkness, which made a great impression because of the phantasmagorical shapes that formed with the shadows of the moon.
Suddenly, Don Miguel felt that someone was following him but he did not want to turn around, but he hurried more, holding the machete that always accompanied him. However, each time I felt closer to that someone who followed him. Suddenly, a cold sweat seized him, he felt faint, but despite the fear he decided to face whatever it was, he turned his face and with astonishment saw a devilish scene ... It was a big black horse, with shiny hair and glossy, but with creepy eyes that seemed to throw fire. He was ridden by a tall, thin man in a black hat. I had no eyes, nose or mouth. In short, it was frightening, so Don Miguel could not move, not even talk.
He trembled with terror and more when the sinister charro took out a hand that looked red and with very long nails, took a bag from his horse and extended it to the terrified man, who saw how the bag opened and showed his interior full of money ; but don Miguel did not want to accept it. The rider offered it again and he did not pay any attention to it either. Then the black charro turned with his horse without saying a word and left ... But Miguel never heard the gallop of the horse, something that frightened him more, soon overcame and continued his way home. When I arrived, I was so scared that I could not eat dinner. He told what happened to his wife. Which also was terrified.
As expected, that night they both could not sleep, so the next day Miguel got up early and went to the place where the mysterious charro had appeared. He searched carefully, but found nothing that could be taken as an indication of his existence. At night Don Miguel had the need to go through the place again, afraid to meet the charro, but he did not appear that night or any other ... There were no more appearances.
Time passed and Miguel almost did not even remember the encounter with that mysterious black charro. But one night, already very close to his house, he ran into the apparition again, who with a cavernous voice told him to take the bag with the money. As the man did not accept it for fear that it was something of the devil, the charro said to him with an even more cavernous voice:
-You will see me again very soon ...
Don Miguel half-scared, without turning his head, ran and did not stop until he got inside his house. His wife left scared and shouted:
"Miguel, look, the charro is peeking out of the window ... Go on, go out and urinate on the cross outside the door, they say that the evil one can not get through!
Miguel, trembling, left his house and urinated in a cross outside the door. As soon as he finished spraying the floor, the horse neighed in a macabre way, and horseman and animal at full gallop were lost in the darkness of the night. Since then neither Miguel nor his wife have seen the black charro again. But many other people in the region have told the same story and say they have seen it too.