BLOQUE DE ALICIA Los Siete Reyes de la Tierra IV
Gracias a los esfuerzos de Faria y Alicia, los rumores acerca de una conferencia se habían extendido a lo largo y ancho de los reinos. Sin embargo, asegurarse de todos los Reyes fuesen a asistir se había convertido en una tarea cada vez más complicada. Pese a las advertencias de Alicia de la inminente amenaza que suponía el Primogénito, muchos de los Reyes estaban más atentos a sus propios asuntos. Algunas temían que la conferencia fuese una trampa que haría que otro soberano se apoderase de sus tierras. Con la palabra de una chica de otro mundo como único argumento, muchos veían la inminente guerra como una amenaza más inmediata. Con todo en su contra, Alicia y Faria intentaban desesperadamente organizar el encuentro.
Mientras Alicia regresaba de su reunión con Valentina, Faria volvía a chocar espadas con Melgis. Parecía que su retirada le había proporcionado fuerzas renovadas. Cada golpe de su hoja parecía hacer temblar la tierra y hacía prender el aire. Faria, sin embargo, permanecía impávida. Con gran agilidad, paraba y esquivaba cada uno de los ataques del Rey en Llamas.
“Es inútil. Esa técnica tan rudimentaria te traiciona.”
“Pero, ¿qué…? ¡Vale! ¡Chúpate ésta! ¡Arte Divino! ¡Liberación de la Espada Demoníaca!”
De alguna manera, Melgis había recuperado suficiente energía para volver a ejecutar su golpe más poderoso. Una explosión de llamas salió directa hacía la Reina Sagrada. Sin embargo, Faria simplemente sostuvo a Excalibur frente a ella, y la bola de fuego se partió en dos, pasando a su lado y desvaneciéndose sin causar daño alguno.
“Un ataque así no funcionará dos veces contra mí. Ya he visto cómo funciona. Has invadido mi casa y has herido a mis gentes. ¡Es hora de que te prepares, Rey de Certo!”
Exhausto, Melgis apenas era capaz de protegerse de los poderosos golpes de la Excálibur de Faria. Apenas era capaz de levantar a Laevateinn lo suficientemente rápido como para parar su ataque, pero la fuerza del golpe lo derribó.
“Se acabó, Melgis. Ahora debes cumplir tu promesa, y hacer lo que te pida.”
Faria presionó la punta de su espada contra el cuello de Melgis.
“Ja, haz lo que quieras. Me da igual.”
“Aunque me encantaría poder corregir esa actitud, no tenemos tiempo. Por el momento, necesito que colabores conmigo.”
El silencio de Melgis era lo más parecido a un sí que Faria podía esperar. Satisfecha, la joven reina miró a los lejanos mares occidentales.
“Alicia, he cumplido mi parte. Espero que hayas podido cumplir la tuya.”
…
Poco tiempo después, el mensaje de Faria llegó a Arla y Pricia.
En Armalla, el hermoso palacio en una isla flotante, vivía el Señor Alado de los Cielos, Arla. Un hombre que valoraba, sobre cualquier cosa, el honor y la integridad. Hacía tiempo que usaba su lugar en los cielos para proteger el mundo. Sin embargo, en tiempos recientes, era el propio mundo el que le daba problemas.
“Los cielos no han descansado por semanas. Me temo que esto pueda ser un signo de lo que se avecina. Iré al encuentro, informa a la Reina Sagrada.”
Arla habló al mensajero con una actitud afable, pero no pudo esconder el brillo de preocupación de sus ojos.
“Espero que todo vaya como está planeado.”
Pero nadie notó, ni siquiera Arla, que los vientos ya estaban cambiando.
Al noreste de Armalla, en el corazón de Sissei, el Bosque Antiguo, había una fortaleza de ramas y vides. Las bestias del frondoso bosque estaban lideradas por Pricia, al menos así lo veía el resto del mundo. Para ella, todas las criaturas del Sissei era sus iguales, sus amigos. Así, cuando el mensajero de Faria llegó a su encuentro, consultó a las criaturas del bosque de la misma manera que un rey consultaría a sus vasallos de mayor confianza.
“¿Qué pensáis que debo hacer? Suena divertido, yo quiero ir.”
Gracias al poderoso vínculo que la unía a toda la vida del bosque, Pricia era capaz de comprender sus respuestas, incluso aunque los animales no pudiesen hablar.
“Sí, tienes razón. Debería ir. Vale, ya me he decidido. Pero no quiero irme a ningún sitio raro lejos de aquí… y me gustaría que todos pudieseis venir también.”
…
“Jaja, parece que has tenido un viaje bastante movido.”
Faria estaba aliviada por el informe del mensajero.
“Tenemos a Melgis, Arla y Pricia… conmigo hacen cuatro. Por tanto quedan…”
En ese momento, Alicia apareció en la habitación.
“Oh, Faria, ya has vuelto, que bien.”
“Llegas en buen momento, Alicia. ¿Qué tal tu encuentro con Valentina? Asumo que fue… agradable.”
“Mentiría si dijera que no fue incómodo.”
“Ya veo. Supongo que nos beneficia que esté interesada en ti.”
“Desde que tengo uso de razón, parece que tengo el don de atraer la atención de personajes peculiares.”
“Bueno, tú también eres un personaje bastante curioso.” Faria no puedo evitar una pequeña sonrisa.
“¡Que grosera!” – dijo Alicia, riendo. “Cuando no tengamos asuntos más urgentes, quizás te regale con alguna de las historias del País de las Maravillas. Aunque supongo que ahora serán poco más que leyendas…”
“Jaja. Te tomo la palabra. También deberías contárselas a mi hermana, seguro que le encantaría escuchar tus historias.”
“Prometido.”
“Bueno, volvamos al tema que nos ocupa. ¿Qué ha dicho Valentina?”
“Aseguró que hablaría con Machina. También mencionó a Rezzard. El problema de estos tres reyes restantes es que son muy ambiciosos. Más que la seguridad mundial, están más interesados en usar el encuentro para sus propios fines.”
“Más que ninguno de nosotros, tú eres la más ambiciosa, Alicia.”
“Supongo que es verdad.”
“Pero eso es algo bueno. Los Siete Reyes son los personajes más extraños y excéntricos que puedas llegar a conocer. Eres el tipo de persona que se necesita para conseguir que todos cooperen.”
“Por el bien de todos, espero que estés en lo cierto, Faria.”
“Deberíamos elegir un lugar para el encuentro. Hay una pequeña colina a los pies de Yggdrasil que sería un sitio perfecto. Tan pronto como Valentina de su respuesta a Gloria, pondremos una fecha. Intentaré hacerlo lo antes posible.”
“Gracias, Faria. Intentaré explicar lo mejor que pueda como Él va a absorber este mundo… como hizo con los otros…”
“Espero sinceramente que te crean. Tienes todo mi apoyo.”
“Gracias”
Con el plan de Alicia y Faria tomando forma, parece que una luz de esperanza ha aparecido para este mundo, para todos los mundos. Pero por cada avance, hay un retroceso. Por cada positivo, un negativo. Por cada luz, una sombra…