Logré dormir como a partir de las tres y media; me había programado para ir al centro a comprar algunos víveres para la casa. Tengo días con el deseo de hacer unas conservas de coco para compartirlas con ustedes, pero no tuve fuerza de voluntad para levantarme; además sentía que mi cabeza pesaba como treinta kilos y no la podía sostener. @acostacazorla sí salió con mi hermana a buscar unos maníes que le había encargado a un amigo, ya que mis ventas progresan favorablemente.

Como a las nueve escuché entre mis sueños una voz que gritaba: ¡A vendé! Me paré como un zombie; era Sofía, una niña que siempre compra maní y chupeta. Cuando me vio me dijo: "Mija, madrugaste"; me regaló una sonrisa irónica y me animó a salirme de la cama.

Recordé que tenía el cubrecama en la lavadora; además vi que llovería un poco más; así que me dispuse a lavar. En la urbanización donde vivo no llega agua por tubería; de modo que cuando llueve aprovecho de ponerme al día con el lavado. Aquí he descubierto que con el agua de lluvia la ropa se blanquea más rápido. Además los detergentes hacen bastante espuma, el problema es cuando vamos a enjuagar, porque cuesta sacarle el jabón a la ropa.

(La lluvia vista desde mi casa)