Hoy es lunes de "Le toca a Leo la comida" y mi papá que está en todo se dio cuenta que no tenía muchas posibilidades, me ofreció ayuda económica ya que el sí contaba con algo de dinero. Siempre es así, cuando él no tiene yo le apoyo y viceversa. Por eso lo primero que hice este día fue salir a comprar comida para hoy y para mañana de una vez, que es martes de "Le toca a papá la comida". Desde que surgió todo esto de la cuarentena decidimos que lo mejor sería que él no saliera por salud, así que siempre le hacía yo las compras, hoy en día nadie le teme al virus, de hecho creemos que nos dio a todos hace mucho tiempo, pero quedamos con la maña de yo hacerle los mandados.

Hoy de nuevo con la cómoda compañía de mi esposa, es la tercera vez consecutiva que sale conmigo en las mañanas y para mí es más liviano el camino, seguramente no para ella porque siempre el trayecto es bastante largo. Pasamos por la carnicería del amigo Pedro pagando una deuda, seguido nos movimos a una tienda que, sabemos, venden mondongo con intenciones de comprar pero estaba cerrada, así que sin muchas ideas continuamos a la tienda de otro conocido para comprar algo de carne de res y de cerdo, con la sorpresa de que nos regaló algunos chorizos, excelente porque ya sabemos lo que tendrán de relleno las arepas de la cena. Luego de eso caminamos hacia la verdulera de siempre a comprar plátanos y un poco de aliño.

Es hora de ir al taller a trabajar, desde temprano estaba allí mi amigo y alumno Mauricio, quien después de varios días de trabajo y con mi tutoría, terminó de reparar un cuatro para su beneficio económico, lo cual es muy bueno porque esa ganancia la destinará expresamente para sus estudios, ya que necesita comprar algunos materiales para unas láminas o algo así, lo importante para mí es que él ha tenido la madurez de priorizar sus necesidades e invertir con su esfuerzo en su formación, y para mí ser parte de ello es una bendición.

_{Mauricio terminando su reparación.}

Andrés por su parte, pudo dedicarle trabajo al contrabajo que juntos estamos restaurando. La pasión y el amor por este instrumento es algo que él y yo compartimos, por eso cada día crece más la emoción por terminar este instrumento. Hace seis años en un ensayo para un concierto con el maestro flautista Antonio Naranjo, por debilidad física ya que tenía hepatitis y no lo sabía, el contrabajo se me cayó y se desbarató todo, desde entonces había estado arrumado en mi taller, carente de mi atención, tal vez porque trabajaba para el sistema de orquestas y en mi posición como director tomaba prestado alguno de la institución cuando lo necesitaba. Pero hoy que no tengo ese acceso o esa facilidad y gracias al apoyo de mi amigo Andrés, al fin he invertido tiempo en mi contrabajo esperando que no esté molesto conmigo y podamos seguir haciendo música juntos.

_{Andrés trabajando en el contrabajo}

Por mi parte avancé un poco en un par de reparaciones pendientes, pero la mayor parte del tiempo la dediqué a darle orden al taller, ya me está avergonzando eso de que cada vez que comparto una foto, el ambiente parece los restos de un tsunami. Comencé disponiendo de otra forma algunas máquinas y bancos, desocupé la mesa principal y dejé en claro la nueva política, herramienta que usó, se devolvió inmediatamente a su lugar. Todavía resta mucho trabajo para poner todo en el orden que yo deseo pero hoy fue un gran avance.

_{La mesa organizada, tenía tiempo sin verla así.}

Finalizando la tarde sucedió algo un tanto gracioso, una mujer con discapacidad auditiva se acercó al taller pidiéndome un pedazo de tabla para acomodar una silla, yo torpemente traté de hacerle ver que el material que tenía allí era muy costoso y que no podía regalárselo, pero no fui capaz, ella más bien me daba instrucciones de que se la cortara acierta medida que indicaba con las manos, a lo que le hice ver que no había servicio eléctrico para cortarla, eso sí me lo entendió e hizo señas de que no importaba entonces, que se la diera así que ella vería como cortarla, le dí una pieza de compuesto de 40x30cm aproximadamente y se marchó. En ese momento no entendí como hice para olvidar que esa tabla era importante para mí y que no debí regalársela, me quedé como tonto congelado pensando en lo que había hecho. Tal vez a ella esa tabla significará mucho más de lo que era para mí y por eso actué sin darme cuenta.

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