La noche pasó sin darme cuenta, como si me hubieran sedado. Desperté a eso de las ocho de la mañana como siempre e inmediatamente puse el día en marcha, desperté a mi hijo Daniel para que también hiciera lo propio pues hoy es día de clases de piano. Hice unas cuantas arepas fritas con queso rallado, lo suficiente para que desayune mi hijo, mi padre, mi esposa y yo, los demás estaban dormidos y así estarían hasta después de regresar pues en esta época de la historia todos se acuestan y se levantan tarde.

Luego de llevar e ir a buscar a mi hijo de sus clases fue momento de resolver la comida, sin embargo hoy no había mucho poder de compra por eso me vi en la situación de pedirle fiado al carnicero, mi padre había quedado en casa cambiando un par de sbd para completar, con eso compraría arroz y algo de aliño. Pero recordé que a los educadores le habían depositado un mes de los aguinaldos, le comenté a papá porque él es jubilado y ciertamente tenía en su cuenta bancaria lo justo para las compras de hoy. Se ve y se siente el desdén de un gobierno que paga de aguinaldos lo que apenas alcanza para un día de comida y a la vez la infinita bondad de Dios que todos los días pone en tus manos la manera de resolver y continuar.

Me puse en marcha entonces a la carnicería a pagar la deuda que recién había adquirido, luego caminar hasta la tienda de verduras para comprar un poco de papa, zanahoria y aliños. Para todo esto me acompaño mi amigo y compañero de taller Bezaleel pues no tenía más nada que hacer en el trabajo si yo no estaba allí para instruirle, por eso le pedí que fuera conmigo. Al terminar las diligencia ambos nos dirigimos al taller y le dimos comienzo a la jornada del día.

Hoy fue un día de mucha actividad, tanto que no hubo lugar para los acostumbrados momentos de música que siempre se dan, como si el universo lo supiera, hoy no llegó ni un solo músico que nos distrajera de nuestro trabajo.

Andrés, a quien le digo Mocho por su inusual apellido Mocharrafín, estuvo haciendo unas prensas lo suficientemente largas para sujetar el contrabajo. Bezaleel terminó de armar su par nuevo de maracas y me ayudó alisando la laca de un cuatro y una bandola a los que tuve que volver a aplicar transparente y Mauricio terminó de reparar un cuatro que le regalé hace tiempo y que estaba en condiciones muy lamentables.

_{Andrés elaborando prensas.}

_{Bezaleel lijando bandola.}

Por mi parte además de trabajar en cada una de las actividades que hacían mis compañeros, adelanté la elaboración de un puente para cuatro y reparé un sistema de cornetas que hoy llegó al taller, para eso me ayudó mi hijo mayor @davidjm que es de mis pupilos el más dado a la electrónica, o el único.

_{Mi hijo David soldando.}

Más tarde casi entrando la noche llegué a casa muy hambriento y cansado, por eso después de comer me acosté a dormir un rato. Por la noche caminé con mi hijo menor a la bodega y me traje un kilo de harina y un pedazo de queso con la promesa de que les pagaría al día siguiente.

Por la noche dediqué tiempo a tocar con mi hijo Daniel, él en el cuatro y yo en la mandolina, también ayudé a mi hermana a practicar el canto y estudié con mi esposa la interpretación del tema que está preparando. Todo eso para hacer música en Steemit.

Le di fin a mi día riéndome Les Luthiers con los monólogos de Luis Landriscina que puse a reproducir para escuchar mientras trabajaba en la computadora pero al final de cuentas no trabajé nada, sólo quedé disfrutando.

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