¡Llegó la abuela! grita desde el porche mi hermano Daniel, voy corriendo hasta allá y veo un carro plateado de donde sale la más esperada visita, la de mi abuela. Todos se alborotan y la abrazan y de último la abrazo yo, ella está muy contenta de vernos a todos, tanto, que un rato después dijo que le dolían los cachetes de tanto estar feliz.

Luego de tanta felicidad, nos pusimos a hacer la torta, así que activamos el ¡super escuadrón de destapadores! destapamos todo lo que se necesitaba y, además de destapar también ayudamos rayando y moliendo las galletas convirtiéndonos en el ¡super escuadrón de destapadores, rayadores y de moledores, ah, y también de barredores porque a mi me mandaron a barrer el polvo de galleta que quedó en el suelo!

La verdad, esta vez no estuve muy pendiente de la torta y su preparación, sino de la abuela que carecía de información sobre cómo me ha ido todo este tiempo en la cuarentena, para aclarar, nosotros hemos hablado por facebook, pero nunca es lo mismo. Pasé un rato hablando con ella hasta que llegó la noche.

Salgo a afuera, y veo que están haciendo el pastillaje de la torta la cual en este caso son un pie de limón y uno de parchita. Probamos los pastillajes y todos quedamos de acuerdo en una cosa; al pastillaje de limón se le siente el saborcito y el de parchita solo sabe a pastillaje.

¿Quién quiere cantar feliz cumpleaños? no deja de decir mi hermano Daniel mientras corre de un lado al otro y los otros niños lo siguen y dicen ¡nosotros! y luego él pregunta más fuerte ¿¡QUIÉN QUIERE CANTAR FELIZ CUMPLEAÑOS!? y todos responden aún más fuerte ¡¡¡NOOOOOSOOOOOTROOOOOOSSSS!!! tan fuerte que causan un estruendo grandísimo que revienta la casa, bueno, tampoco así. Después ellos preguntan ¿¡¡¡¡¡QUIÉN QUIERE CANTAR FELIZ CUMPLEAÑOS!!!!!? y Daniel responde ¡¡YO!! y luego todos se preguntan y se responden a sí mismos y gritan más y más y más mientras yo veo como le echan el pastillaje a la torta.

Cantamos cumpleaños, comimos ese rico pie de limón y el de parchita, que yico ellichiosso como dice mi hermaito Daviel, qué día tan bonito, el cual concluyó leyendo naranjas dulces con mi hermano Daniel, ya terminamos la primera parte, ahora nos toca ver que viene. Eso es todo por hoy, mañana te traigo más aventuras.