Rutina [Cuento + Fotografía]
Un día cualquiera de mi vida era: levantarme a las nueve, lavarme la cara y los dientes; pantalón, boina y camisa y un café con un cigarro. Veía las noticias en la computadora y trabajaba un par de horas. Una vez cansado, decidía ir por algo de comer, así que recorría tranquilamente los pastizales que aún quedaban; algunas veces veía a un conejo llevando un pedazo de lechuga mientras atravesaba la carretera. Llegaba al centro y veía puestos de comida: compraba naranjas, plátanos, pepinos, jitomates y pollo; todos los vendedores me conocían y saludaban. El camino era corto y me gustaba ir con calma. El aire seguía puro y el viento, le susurraba a todo el mundo algo distinto; por eso cada uno iba con un humor diferente.
Ese día, intenté hacer de nuevo mi rutina, pero mi ropa no estaba acomodada donde siempre, sino que estaba guardada. No había cigarros y la cafetera estaba vacía; mi computadora estaba en una caja. Pero, sin prestarle atención, seguí mi rutina y me encontré al conejo de la carretera; se quedo viéndome como de costumbre y, unos segundos después, se marchó. Intenté comprar lo de siempre pero los vendedores me ignoraron.
El viento no me susurraba nada. Recordé que estaba muerto y, aunque no lo quisiera, seguía haciendo mi rutina incluso más allá de la vida. Encongí mis hombros y me dispuse a seguir mi rutina, por toda la eternidad.
-Dann Axkaná
