El dulce sabor de la muerte
¿Quién no ha tomado un dulce e inocente caramelo de pequeño?
En muchos de los casos, desde bien pequeños hemos asociado el estímulo positivo de hacer bien las cosas con un agradable e intenso sabor dulzón, haciendo rebosar de felicidad nuestras papilas degustativas.
Se conoce desde hace tiempo que el ser humano está programado para la búsqueda de tres tipos de sabores: grasas, sales y azúcares.
En el inicio de los tiempos cuando el ser humano aún era nómada y no cultivaba ni domesticaba animales, sus rutas de movilidad se marcaban entre otros factores por el conocimiento de encontrar estos tres sabores por los cuales motivamos la alimentación. Claro está que conseguirlos era algo sumamente inusual, por lo que se suministraba con cuentagotas.
El ser humano ha seguido desarrollándose hasta nuestros días de forma espectacular, ha cubierto sus necesidades más básicas y ha creado otras necesidades completamente banales.
No debemos confundir los azucares presentes en los productos naturales, como en el caso de la fruta, con el azúcar añadido sintético, ese dulce enemigo blanco, sintetizado químicamente está presente en toda nuestra dieta diaria de prefabricados y comida rápida, es altamente perjudicial para nuestra salud el uso abusivo y continuado de esta sustancia, ya que se sabe crea adicción.
Hacer la prueba en casa si queréis, tratar de prescindir al 100% del uso de azucares añadidos y veréis como reacciona vuestro cuerpo. Sentiréis el denominado síndrome de abstinencia y lo pasareis sumamente regular.
Con todo esto, lo que esta claro que en tu mano está protegerte y cuidar tu organismo o bien dejarle influenciar por las grandes marcas, seguir consumiendo compasivamente este peligroso producto y así crearnos una adicción sumamente difícil de superar.
En tus manos está, solo tú tienes el control de tus decisiones.