MI PRIMER VIAJE EN AYAHUASCA
Transcurría la primera semana del mes de febrero y por comentarios de una amiga muy cercana, me entere de que se haría una toma Ayahuasca en el Ávila.
Meses atrás me encontraba en una búsqueda interna para sanar, mi mente, cuerpo y espíritu. Entendiendo mis procesos, analizandolos y resolviendolos, ya que siempre he sido una persona muy reflexiva. Pero desde hace algunos meses me propuse a aliviar, el malestar y la tristeza que dejó una relación romántica de 4 años.
A mitad del año pasado, muchas de los pilares de mi vida se derrumbaron, abandoné mis estudios de cine, ya que el lugar donde me encontraba formándome me había sumergido en una profunda depresión y estancamiento. Deje atrás a un grupo de personas profundamente dañinas y rompí con mi pareja de ese momento. Luego de eso decidí entregarme completamente a descubrirme como individuo. Y esencialmente buscaba sanar la relación tan deteriorada que tenía con mi familia, la cual pude entender que era en gran parte la raíz de todo mi malestar existencial.
Tras experimentar previamente a finales del año pasado con una medicina indígena llamada Yopo, tuve en ese momento mi primer acercamiento a lo que yo describo como, la más grande y pura sensación de amor que he podido experimentar en mi tránsito por la vida.
Esa noche conocí esa hermosa medicina llamada Yopo. La cual es conocida como la medicina del amor. Pero no romántico, claro.
Mi ex pareja me invito a mi primera ceremonia de Yopo como unos de sus últimos actos de amor. Ella ya conocía la medicina y había experimentado con ella, así que decidió invitarme para buscar sanar nuestros corazones que bastantes heridos se encontraban en ese momento. La experiencia que viví esa noche me llevo a un estado en donde literalmente sentí morir. Pero a diferencia de lo que nos has enseñado socialmente que es la muerte, no sentí miedo, tristeza o desesperación. Sentí una profunda paz, ya que me experimente por un rato como parte de la totalidad a la cual siempre he pertenecido. El universo.
Esa experiencia me dejó uno de los momentos más profundos e espirituales que he experimentado hasta ahora. El Yopo, medicina la cual viene molida y que se ingiere por vía respiratoria, me llevo a uno de los estados espirituales de desprendimiento más profundos de mi vida. Esa noche sentí como mi alma encontraba paz tras tanto caos.
Me entero por un amigo tiempo después que se llevará a cabo una toma de Ayahuasca en el Ávila. Con miedo, no lo puedo negar. Decidí lanzarme a la experiencia de vivir y sentir esa medicina. Para la fecha dispuesta, me prepare mentalmente. En esos días previos me sentí triste, solo, lleno de rabia y orgullo.
De alguna forma mi cuerpo y mi mente estaban conscientes de que me expondría a una experiencia espiritual de sanación. Y todos esos demonios internos salieron a danzar antes de ser develados.
El primer día de los 3 de la ceremonia. Conocí a las 39 personas que compartieron conmigo esa experiencia. No fue para nada fácil, ya que cada uno de ellos venia al igual que yo trabajando un proceso y no estaban tan dispuestos a conectar. Cada uno andaba ensimismado. Observándose y preparándose para la ceremonia. La cual, todos esperábamos que nos trajera alivio.
En conversaciones previas con los organizadores de la ceremonia, me ofrecí a documentar la experiencia previa a la toma para desde mi perspectiva entender un poco más del proceso. Ya que atreves de la imagen he podido entender más mi realidad.
Explore un terreno el cual desconocía que era el del chamanismo. Pero que muy adentro resonaba en mí. Los rituales que vi allí. Despertaron algo muy profundo dentro de mí. Estar en un espacio consagrado a la sanación personal fue de gran aprendizaje. Entender cada proceso. Esencialmente el mío fue enriquecedor. Conectar desde la empatía con otros seres humanos fue un gran esfuerzo, ya que cada persona venia cargando una gran dolor el cual buscaban sanar.
Entre silencios, observación, charlas y algunas risas pasamos la primera noche. Conociéndonos y entendiendo el mundo a través del otro un poco más.
Los rituales previos a la toma se dieron de la siguiente forma. Se organizó un círculo de hombres donde solo ese género podía estar y otro de mujeres. Cada grupo en su espacio alejado del otro. Inicio la primera noche. Una noche para intimar y conocernos más profundamente. En cada rostro de mis compañeros de círculo, me descubrí. Vi mi odio, mi rabia, mi orgullo, mi falta de fe, mi frustración, mis deseos reprimidos, mí sobre análisis de la vida.
Me vi en cada uno de los hombres que allí compartieron y dejaron ver un pedazo de su alma. Sin miedo a ser juzgados, sin nada más que la búsqueda de liberar lo que no podían decir y eran presas. Luego de esa noche los lazos se reforzaron en el grupo. Ya había algo que nos unía. Nuestras experiencias eran más cercanas de lo que creíamos y eso no ayudaba a reconocernos en nuestros procesos. Ya me sentía en más calma para la segunda noche, ya que a eso de la medianoche sería la toma de Ayahuasca.
Durante ese día decidí ayudar un poco en la preparación de las comidas a eso de las 4 de la tarde. Decidí desconectarme del entorno y descansar hasta la hora de la toma. Para tener fuerzas suficientes para el viaje el cual duraría hasta el amanecer.
Ya entrada la noche inicia el ritual de rezos previo a la toma de la medicina, me sentí nervioso, ya que todo a lo que había evitado enfrentarme saldría esa noche a revelarme. Al momento inicial en que se empezó a repartir la medicina, fui uno de los primeros en tener el honor de iniciar el proceso.
La Ayahuasca tenía un olor muy fuerte. Era bastante espesa y grumosa pero de un amigable sabor para mí. Nos suministraban una poca cantidad en una pequeña copita de barro. Luego de eso inicia el proceso de espera. Esa espera que parece infinita.
El cuerpo habla cuando recibes la medicina y la mente calla. Los movimientos intestinales se tornan fuertes, ya que la medicina limpia profundamente el sistema. A lo largo de una 1 hora y media empiezo a sentir fuertes ganas de vomitar pero hago el esfuerzo por respirar profundo y enfocarme en lo que siento para conectar con lo que la medicina me quiere mostrar.
Ya sin poder aguantar más. Me dirijo a una baranda la cual daba a una pendiente y me inclino con medio cuerpo hacia afuera y vomito varias veces.
Ese momento fue profundamente liberador. En cada evacuación que hacía llegaban visualizaciones a mí. Las respuestas que tanto buscaba florecían en ese momento. Eran respuestas claras de lo que debía hacer con mi vida. En ese momento entendí el gran poder de la medicina. Su gran maestría sanadora la cual buscaba liberarme del sufrimiento. Ella me mostró exactamente lo que necesita para entender darle un mejor rumbo a mi vida y sanarla. Sentí mucha paz y mucha claridad. De esa claridad que sabes que llego para nunca irse nuevamente.
¡Guao! qué experiencia, suena muy revitalizador. Sólo he escuchado buenas cosas de la ayahuasca, todos los que conozco que lo han hecho regresan con una paz que la verdad envidio mucho, jajaja. Las fotografías están hermosas también. Me imagino, aquí elucubrando, que tal vez al vomitar llegaban las visiones porque literalmente te estás limpiando de todo los obstáculos que tienes por dentro para ver esa otra realidad. Suena muy muy interesante.
Si tienes la posibilidad de experimentar con esta medicina, te la recomiendo. Es profundamente sanadora. Y algo que no dije en el post fue que luego de tomarla, la creatividad se me ha expandido de una forma tremenda. Tiene muchos beneficios por donde la veas. Gracias por comentar. Un abrazo.