PRIMER CONCURSO DE CREACIÓN LITERARIA "AVE FÉNIX" TORMENTA
Llovía como nunca había llovido. Venía de juerga con sus amigos de taberna y no había escuchado la noticia, que la tormenta Bret pasaría destructivamente por Caracas.
Tuvo que refugiarse en una construcción abandonada. Allí se encontraba el viejito Fénix, el mendigo de siempre, calentando su cuerpo alrededor de una hoguera improvisada. El perfume a hierbas silvestres suavizaba el rugir de los truenos.
Fénix, le brindo una taza de café y le preguntó:
-¿Por qué quieres destruirte?, hace años tuve tu juventud, me emborrachaba todas las noches, era irresponsable y fui perdiéndome, hasta volverme… esta sombra ambulante.
A Ovidio, sin decir una palabra, con lágrimas en los ojos, le llegaron todos los recuerdos de sus fracasos, de sus miedos, de sus abandonos. Intentó justificar su vida sin sentido, entre el alcohol, las drogas, las mujeres fáciles y se vio a si mismo, como una víctima.
Fénix, mirándolo, lo besó en la boca. Ovidio se visualizó entre almas que sufrían en el fuego eterno. Supo, en ese instante, que tenía que perseverar en caminos buenos, si en realidad deseaba resurgir de su propio infierno.
Fénix lo envolvió con su cuerpo desnudo, hasta convertirse en un ave y perderse en llamas, entre las centellas nocturnas.
Ovidio nunca pudo regresar a su casa. Ahora vaga, sin memoria, por las calles del Calvario, con un Ave Fénix tatuado en su cuerpo.
Llueve, siempre llueve.
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